Perfecta Combinación [terminada]

Capítulo 26

Anciano Yair
 


2 meses atrás

Las guerras siempre han causado daños a todos, incluso al ser mas grande, antaño producían la muerte a los seres inocentes. La oscuridad siempre reina en lo más escondido de un lugar.

El odio es uno de un millon de razones por la cual, los seres producen la muerte a otros.

Hasta lo más importante para otros.
 

- Entendido Su Majestad -¿Cómo se llamaba este chico? Steff.. no, Sfar, no ya casi, ehhh... ¡Sfer! Sí él, hizo una reverencia y se dedicó a marcharse de mi despacho.

Hoy era el día para mandar la carta al reino de los humanos. Apesar de que está a millas de aquí, podía oler el terror de los campesinos al ver a alguien proveniente de este lado del muro.

- Umbra Tenebris -suspiro pesadamente.

Al instante una sobra se creó debajo de mis pies y una criatura pequeña se elevó hasta estar a la altura de mi cara.

Las figuras de sombras alredor de Honin, salieron manifestándose.

- Vigila al chico que se acaba de ir -ordené.

Fugazmente, la criatura abandonó el lugar por medio de las sobras que hacen los objetos.
 

Tenía demasiados pendientes que hacer, pero antes, tengo que saber las predicciones echas por las Nornas.

Estiré mi cuerpo por el cansancio.

Por el amor de mi pueblo, todo era tan agotador. Si pudiera ser joven otra vez, lo pediría, pero teniendo un puesto como este, primero reencarnaría en un pez.

Caminé por el iluminado pasadizo que está debajo de la laguna detrás del castillo. Una burbuja de aire protege el trayecto que me permite respirar.

Abrí la puerta de metal.


Entré donde se encuentran las cuatro Nornas, que se encontraban al rededor de una posa de agua cristalina, con hilos de energía saliendo de sus manos.

- Ya se había tardado Su Majestad -hablaron las cuatro.

¡Terrible! Me da escalofríos cuando hablan al mismo tiempo, pero luego me acuerdo de que yo también soy una criatura, y se me pasa.

Me aclaré la garganta.

- Eh... sí -me senté en la piedra que estaba a un lado- Me he mantenido ocupado -suspiré.

Trabajo tan agotador el que tengo, pero no me quejo, los beneficios que me ofrece, bueno, no los puedo rechazar.

Me encantaría decir eso, pero todo lo hago con corazón.

Por mi esposa.

- La niña está floreciendo -afirmaron.

- Pudieron prevenirme que las mantícoras me atacarían -bufé molesto.

Ellas rieron, dan miedo.

- Si lo hubiéramos hecho, las cosas pudieron haber cambiado.

Bufé.

Dijeron que conocería al ser que haría un gran cambio en el siglo. Nunca me imaginé que fuera la niña Safra.

Nada menos que la hija de ellos.

Sí... a no ser por ella, las Nornas y a ellos dos, yo seguiría odiando a los humanos. Pero todo da un giro ¿no?.

- ¿Aún no le ha dicho? -preguntaron sin mirararme.

Me quedé callado y solté aire pesadamente.

¿Cómo pretendes decirle a la futura esposa de tu nieto, a tu protegida... que sus padres murieron en mis manos?

- Debe decirle señor...

Tragué saliva con un nudo.

No puedo.

- Me odiará y todo se irá al carajo -pronuncié amargamente mirando a las cuatro.

Sí lo sé, todo se está complicando... malditas profecías, maldita lealtad por parte de ellos, y maldida cobardía la mía.

Sus padres juraron lealtad a esta ciudad, me juraron lealtad, desde que les dije sobre una profecía de su hija -cabe recalcar que no sabía quien era, sólo quería ayudar- Ellos aseguraron que debían cumplir con todo, el bienestar de su hija era más importante y sobre todo, en esas épocas.

Mi esposa me insistió que los ayudara, si no fuera por ella, más bien ellos hubieran muerto en manos de otros.

La profecía consistía que a cambio de sus vidas, su hija obtendría una gran recompenza.

Lógica de este mundo idiota.

Aún recuerdo sus últimas palabras y sus ojos llenos de tristeza y decisión.

" Si algún día la ve, por favor cuídela "
" Entréguele esto, es un regalo de su cumpleaños, como un recuerdo para siempre "

Los ojos llorosos de sus padres me dieron impotencia, pero debía cumplir con mi palabra.

Y así fue como, con un hechizo para ser lo menos doloroso para ellos, dejaron su último aliento con un "Siempre estaremos contigo nuestra niña", "Recuérdanos".

- Bien, si no lo hace usted, ya sabe quién le dirá -avisaron.

- Lo sé, lo sé, mande a ese chico a entregar la carta al reino humano -posé mis dedos en medio de las cejas y froté esa parte- Sé lo que hará, sólo es cuestión de esperar, además, antes de que le diga, yo tengo un plan.

- Lo sabemos señor, lo sabemos todo -aveces siento que no hablan conmigo porque ni siquiera me miran cuando lo hacen.

.

.

.

Actualidad.

Tengo el sobre sin abrir encima de mi escritorio de madera fina.

El gran sello del reino humano decora ese sobre amarillento.

También tengo el informe del Honin sobre lo que hizo este chico y la gran traición a este pueblo.

Bufé.

Algo estúpido por su parte.

- ¿Me llamó Su Majestad? -entró el susodicho.

Míralo, cara inocente, sonrisa picarona, ojos miel que todos quieren tener, no, no, no, esa carita que no mata a una mosca a nadie engaña.

- Así es -me levanté y me posicioné viendo a la ventana.

Ay siempre quise hacer esto.

- Me he enterado de que una situación ha interferido con la entrega de la carta -solté con mi voz gruesa.

¡Que divertido!

No he visto la reacción del chico, pero juro que siento su nerviosismo, lo huelo... y huele mal, como que no se ha bañado.

- Así que ya sabe -se escuchó que arrastraron una silla- Le propongo algo -soltó una vez que me di la vuelta para ver su estulta cara- Yo sigo con mi plan, y usted hace lo de siempre... hacer como que si nada pasó -soltó impávido.



#11524 en Fantasía
#16336 en Otros
#2042 en Aventura

En el texto hay: romance, accion, criaturas miticas

Editado: 16.07.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.