Perfecta para mí.

Capítulo 1.

Raspo con mi uña la poca pintura azul que queda en la pared de la pequeña sala.

Ignoro lo que dice mi madre, porque, para ser honesta, no tengo demasiadas ganas de hablar sobre el tema.

Estoy furiosa con George. Después de abandonarnos cuando yo apenas tenía diez años, ahora parece acordarse de que tiene una hija, no es que me importe, solo que, ahora, mi madre quiere que haga algo que no quiero hacer.

No puede obligarme a ir a un instituto de pijos; uno, porque no quiero convivir con ellos; dos, el instituto queda muy lejos y no tengo auto y, tres; no quiero. Es que, simplemente, no deseo ir, es obvio que no voy a encajar en ese lindo lugar.

-Alexa. -repite mi nombre por quinta vez en esta hora, sigo con mi tarea de dejar la pared gris, la carne de mis dedos duelen, estoy raspando con demasiada brusquedad.

-¿Qué hay de mis amigos?

-No tienes amigos.

-Qué cruel. -ironizo poniendo una mano en mi pecho, haciéndome la ofendida por pocos segundos. -No tengo amigos simplemente porque no quiero, mami.

Mi indignación al recordar a George vuelve, el muy descarado llamó a mi madre hace un mes y le informó que había pagado por un año entero, el instituto más privilegiado de la ciudad para que yo, su hija a la que abandonó, estudiara. Estoy más que enfadada, no lo he visto hace tanto, tanto tiempo y resulta, que ahora quiere recuperar el amor de su pobre hija, claro, pero nos dejó por otra familia. No sabe nada de mí y ni siquiera intenta en averiguarlo, a él ya no le importo y, aunque me duela admitirlo, creo que jamás le interesé.

Él pagó el mismo instituto en donde está su otra hija, la que tiene  la misma edad que yo. Sí, el desgraciado estuvo con la madre de esa chica a la par que estuvo con la mía. La traicionó a ella y a mí.

Mi madre estuvo todas estas cuatro semanas diciendo razones para que me decida en ir. Ha sido un enorme grano en el culo.

-Alexa, por favor, piénsalo, ésto puede cambiar tu futuro. No quiero que termines en prisión. No otra vez. -suspira por décima sexta vez este día, y yo la sigo, porque, mierda, también lo he pensado, ésto me daría una oportunidad de escapar de este mugroso vecindario, además, de darle una mejor vida a mi madre y a Mika.

Su trabajo es una mierda, no soporto que siga yendo allí, no soporto que se sacrifique para darme de comer y protegerme. Pero, yo también lo hago por ella, no de la misma manera, pero también es algo estúpido.

Porque robar a las personas es estúpido, ellos se sacan el aire para conseguir dinero, y no es justo que una adolescente se lo arrebate.

Mi madre tiene miedo a que vuelvan a agarrarme los policías, y yo también, pero mi miedo no es tan grande como el suyo, las consecuencias fueron horribles, no podemos deberle a personas, porque ellos aprovechan eso, nuestra falta de dinero. Por culpa de eso mi madre tuvo que venderse, todo por mi culpa.

Cada noche tiene pesadillas nuevas, vive cosas peores al pasar los días, esas malditas pesadillas siguen intactas, al igual que nuestra furia, la cual crece mientras pasa el tiempo.

No somos millonarias, ni siquiera nos acercamos. Somos absolutamente todo lo contrario a eso.

Vivimos en un barrio pequeño, con casas pequeñas, calles angostas, sin taxis que tomar cuando hay una emergencia, porque sí, es un sitio peligroso, muy peligroso. Nada es seguro en este vecindario, todas las noches hay robos, asesinatos, secuestros. La gente intenta irse, pero no pueden, ellos las persiguen a donde vayan. Por esa razón, tienes que ser fuerte, valiente.

Porque ellos creen que son nuestros dueños, esas estúpidas bandas de machistas creen poder controlarnos.

Hago una mueca al ver mi uña partirse justo en la mitad, una hilera de sangre sale de ella y, antes de que mi madre se percate, limpio el líquido rojo en mi suéter negro. Levanto la vista hacia mi mamá y vuelvo a suspirar.

Tengo que sacrificarme más, por ella, por mí, por él.

-Vale, iré... -suelta un chillido y se tira encima de mí, por culpa del peso incluido, el mueble viejo hace un crujido en la parte de abajo, joder, se ha roto la madera. -Mamá. -me quejo apartándola de mí y la quedo mirando con los ojos entrecerrados. -Lo haré, pero con una condición.

-Claro, dime lo que quieras. -habla entusiasmada.

-Quiero que dejes tu apestoso trabajo. -toda su alegría se disipa hasta quedar en una expresión de cansancio.

-Alexa, necesitamos ese dinero, no puedo renunciar. -expresa apenada.

-¡Pero tienes que hacerlo, yo puedo volver a trabajar! ¡Solo quiero que dejes de ir a ese lugar! -exploto de rabia, empiezo a dar vueltas en la sala de un lado a otro, intentando que mi enojo desaparezca, porque no quiero insultarla, no puedo insultarla. No lo merece.

-Al, no hay ningún sitio en donde quieran contratarme, sabes que lo he intentado muchas veces. Necesito quedarme a trabajar ahí. Nos estoy protegiendo. -su tono es suave, niego con la cabeza.

-¿Protegernos? ¿Piensas que haciendo eso nos proteges?

-Lo hago. Ellos no nos dejarían en paz. -suelta en un susurro. Una lágrima se desliza por su mejilla. Aprieto mis labios con fuerza, joder, tiene que dejar de asistir a ese horroroso lugar, le hacen daño. Aprieto los dientes, mordiendo mi lengua en el proceso.




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