Perfecta para mí.

Capítulo 3.

He llegado quince minutos más tarde de acuerdo a la hora del horario, los pasillos están desiertos, sin un alma en ella. Camino apresurada con mi horario de clases en mi mano izquierda, mis ojos se pasean por los cursos, esperando encontrar el que me corresponde.

Golpeo suavemente la puerta del aula que coincide con mi horario, pasan unos segundos y escucho el sonido de pasos acercarse, la puerta se abre y logro ver a una mujer de avanzada edad que se nota malhumorada, no sé si conmigo por interrumpir su clase o con los alumnos de adentro.

-¿Es nueva? -su voz es ronca, como si hubiera estado fumando marihuana todo el día de ayer o, como si tuviera una enfermedad en la garganta o en las amígdalas.

-Sí. -me observa de pies a cabeza, voltea los ojos y niega la cabeza. Supongo que por lo corta que es mi falda o por mi cabello gris. Cual sea, no me importa.

-Pase. -entro y lo primero que veo, son a multitudes de chicas y chicos pijos. Dios, ayúdame. -Preséntate. -la actitud de la maestra es pésima, al igual que su expresión de cansancio y aburrimiento.

-No lo haré. -le contesto, logro escuchar un "Cómo sea" de su parte, me encojo de hombros y camino hacia un asiento vacío, me siento y acomodo mis pertenencias en ella.

-Escuchen chicos, como se han dado cuenta, la chica que acaba de llegar es nueva, denle la bienvenida. -algunos me sonríen o me miran simpáticamente, yo los ignoro como sé hacerlo, fulminándolos con la mirada, no me gusta que me miren mucho y se los hago saber así. -Vale, ahora quiero que saquen su portátil y lo pongan encima de la mesa. -Todos sacan la maquina esa, maldita sea, ni siquiera tengo un celular y voy a tener eso. -Chica nueva ¿Acaso no trajiste tu portátil?

-Soy Alexa y no, no la traje.

-Susana, ¿Podrías compartir tu computador con la chica nueva? -le pregunta a la chica pelirroja que tengo a mi lado izquierdo, ella asiente amablemente y acerca su banca a la mía. -Ahora, a trabajar.

Tenemos que hacer algunos informes y diapositivas sobre la Revolución francesa. La maestra enseña historia.

Al acabar la primera hora, la maestra nos informa que tenemos que exponer sobre nuestro trabajo. Susana y yo estamos en parejas, según la profesora, para que le agarre el toque. Mi exposición no fue tan buena como pensé que sería, por lo cual, terminé sacando la nota promedio, un siete.

-Okey chicos, mañana quiero que me traigan una investigación sobre la Guerra fría. No lo olviden, cada clase, se expone. -indica antes de que el timbre de cambio de hora suene. Salgo del aula y me dirijo hacia mi casillero, todos son azules, no hay diferencia entre ellos, qué aburrido. En mi antiguo instituto, la mayoría de paredes estaban llenas de graffitis y cada casillero tenía una identidad o diferencia, la mía estaba llena de anillos pegados en él.

Dejo algunos cuadernos en el locker y me dedico a avanzar por el pasillo hacia mi siguiente clase, física. Me detengo en el umbral de la puerta al ver a una chica rubia en medio del aula, es realmente parecida a mi padre y a mí, si tuviera mi cabello natural, aseguraría que somos mellizas. Niego con la cabeza y me siento en el primer puesto vacío que encuentro.

Sus ojos se posan en mí por un segundo y la veo sonreír con malicia. Okey, sabe quién soy.

La veo acercarse con un grupo de rubias a sus espaldas, apoya sus manos en la mesa y me mira con superioridad.

-¿Tú eres Alexa? -pregunta con voz chillona, casi parece haber inhalado el elio de un globo. Le sonrío forzadamente.

-Depende ¿Eres policía?

-No, pero mi papi es abogado. -su papi, agh. -Puedo recomendártelo si tienes problema con la ley. -sus ojos se pasean por mi rostro. -Aunque dudo que tengas dinero.

Lo dije, fresita engreída.

-Pues no te equivocas, en ninguna de las dos. De hecho, ayer descuarticé a dos rubiecitas. Odio a las rubias.-su rostro se vuelve de horror, al igual que los rostros de las demás rubias. Río satisfecha, qué patéticas.

-¡Chicos, a sus asientos! -escucho la voz autoritaria de un hombre, quién deja su maletín en el escritorio y se sienta en la silla de enfrente, empieza la clase y yo presto atención, porque sí, quiero aprender. Por algo estoy aquí.

Las clases pasan rápido y en cada una de ellas, la rubia hija de su padre y mi padre, me mira con fijeza.

Suena el timbre para el descanso, todos se dirigen hacia la cafetería, voy detrás de ellos, porque, bueno, aún no consigo amigos. No es que sea tan simpática.

Hay dos mujeres sirviendo la comida, me acerco allí con un plato, a mí me gusta comer alimentos saludables, por lo que les pido ensalada de verduras y una manzana verde. Me atienden sonriendo, son amables, tal vez sean las únicas personas que me han tratado bien hasta ahora.

Hay un campus a lado de la cafetería, me anima más la idea de ir allí que en las mesas, por lo que me encamino hacia uno de los árboles, me siento debajo de él y me dedico a comer.

Mientras muerdo mi manzana, observo a un grupo de chicos y chicas riendo entre ellos, todos tienen una bandana enrollada sobre su cabeza, se ven algo ridículo por la combinación del uniforme, pero aún así, se ven cool, porque son diferentes a los demás. Una de las chicas del grupo, que tiene el cabello castaño, voltea y se percata de mi mirada. Me sonríe saludándome desde lejos. Les dice algo a los demás y sacude su falda al levantarse del suelo, la veo acercarse, mi subconsciente me dice que no se dirige a mí, por lo que no le presto atención y sigo comiendo.




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