Perfectamente imperfectos

3: Gala


 

Estamos en la oficina del director mientras que Ansel y yo tratamos, digo tratamos porque estamos hablando al mismo tiempo, tratando de explicar que fue lo qué pasó, por lo tanto es difícil de entender que estamos diciendo.

 

—Yo estaba muy tranquila buscando mis utensilios de limpieza cuando esté llegó a molestar. Le digo al director en mi defensa.

 

—Que yo sepa quien sea puede entrar ahí y buscar lo que quiera. Dice el fenómeno de Ansel mirando al director.

 

—Si claro y tú tenías que ir justo cuando yo estaba ahora por tu culpa, estamos aquí imbécil. Este ya me está sacando de mis casillas la verdad.

 

—SILENCIO.

 

Ambos nos sobresaltamos porque el directo le dio al escritorio con todas sus fuerzas para que hiciéramos silencio.

 

—Estoy harto de tenerlos siempre en mi oficina, desde que entraron a esta preparatoria no han parado de estarse peleando y metiéndose en problemas. No voy a tomar medidas más graves porque ya se está terminando este año y espero no volverlos a ver nunca más en mi vida.

 

Yo iba a decir algo referente a mi inocencia cuando el director levantó su mano para que yo hiciera silencio.

 

—No, señorita Hampson no hace falta que diga absolutamente nada, creo que ya es suficiente con lo que acabo de ver. Su castigo será ordenar la biblioteca por orden alfabético mañana.

 

—¿Qué? Dice Ansel levantándose de su asiento.


 

—¿Ahora eres sordo Donovan o acaso eres retrasado? Por si no entendiste te lo repito, que mañana tenemos que venir a ordenar la biblioteca. Se lo dije en forma pausada y bastante alto para que escuchara.

 

—No hace falta que grites, escuche y entendí Perfectamente. Me dice mirándome.

 

—Solo trato de ser buena compañera. Le digo con una sonrisa falsa.

 

—Así como oye señorito, mañana tienen que venir a limpiar y no se diga más. Dice el director.

 

—Pero mañana es sábado y tengo planes.

 

—Señorito, prefiere eso o que los expulse por una semana. Dijo el director.

 

—Yo me apunto todo sea por no ser expulsada. Digo únicamente para molestar a Ansel nada mejor que dañar "sus grandiosos planes".

 

—Pues no se hable más, nos vemos mañana a primera hora. Dicho esto no vamos de la oficina del director.

 

—Olivia, donde carajos estabas tuve que limpiar ese asqueroso cuarto yo sola.

 

Cierto, cuando fui por los utensilios no tuve manera de decirle a Morgan, que el director nos encontró.

 

—Lo siento es una larga historia, te la cuento en el camino.

 

Ya de camino a casa, le cuento todo lo sucedido.
 

—Solamente a ustedes dos les pasan ese tipo de cosas.

 

—Es que será un castigo lo que estoy pagando, quizás fui muy mala en mi otra vida. Dije en tono dramático.

 

Me despedí de Morgan y salgo del auto y mientras voy saliendo miro la casa del frente, veo como Ansel se va desmotando de su coche, si Ansel también es mi vecino ¿lo pueden creer?, me lo tengo que aguantar en la escuela y también aquí frente a mi hermoso hogar. Veo como mira hacia acá, yo le saco el dedo medio y él en respuesta me lanza un beso. Idiota.

 

—YA LLEGUE FAMILIA.

 

Veo como mis padres están en la cocina tratando de cocinar porque la cocinera está de vacaciones.

 

—Sea lo que sea que estén tratando de cocinar, no quiero gracias, quiero seguir viva.

 

Mi madre para nada sabe cocinar desde pequeña siempre ha tenido quien lo haga por ella. Mi madre siempre ha sido rica, mis abuelos son dueños de una gran compañía que siempre ha dado frutos. En cambio, mi padre no nació siendo rico, se tuvo que esforzar mucho para llegar a donde está. Mi padre ahora es un gran arquitecto bastante reconocido.

 

—Estamos intentando hacer comida china. Dice mi padre mirando muy concentrado la estufa.

 

—¿Qué tal si mejor pedimos comida?. Propone mi madre ya rindiéndose.

 

—A mí me parece Perfecto.

 

Mientras comíamos mi padre me recordó que hoy es la fiesta de aniversario de su empresa, por lo tanto, se hará una gala muy importante en una recepción de un hotel que diseñó este año. Así que tendré que buscar mi mejor vestido para esta noche.

 

Ya en la noche mi madre entra a mi cuarto con un hermoso vestido color pastel con un abierto en la pierna derecha, es bastante hermoso la verdad.

 

—Esta precioso, mamá.

 

—Sabía que te iba a gustar, por eso lo diseñé especialmente para ti.

 

Mi madre sale de mi cuarto mientras yo me estoy arreglando, me maquillo y me hago unas lindas ondas en el pelo. Bajo las escaleras ya lista para irnos cuando nos vamos a subir al auto no pude evitar decirle a mi papá que porque no tengo un coche.

 

—Papa, todos los de mi edad tienen un coche menos, yo, eso es muy egoísta de tu parte.

 

—Ya te dije que los locos no tienen autos, me dice mi padre.

 

Si gente así se expresa mi padre de mí, él dice que no puedo tener un coche al menos que sea responsable porque según él soy una loca al volante cosa que la verdad no pienso negar.

 

—Es injusto digo.

 

—La vida es muy injusta hija para que lo vayas sabiendo. Mi papá lo dice de una forma burlona.

 

Cuando llegamos al hotel no pude negar lo bello que está el lugar todo está decorado de manera muy elegante. Todos los detalles están bien cuidados, mis padres me presentan a algunos conocidos. Luego de eso ya han pasado más de dos horas y la verdad que esta fiesta se me está haciendo muy aburrida, le dije a Morgan que me acompañara, pero no podía y ni hablar de Caleb que siempre está ocupado jugando con su amiguito que tiene entre las piernas, me siento en la barra del hotel, pero sin tomar alcohol porque aquí todos los trabajadores saben que soy menor de edad. Siento como alguien se sienta a mi lado giro para ver quien es y vaya sorpresa que me lleve al ver a semejante pedazo de hombre que está a mi lado. No puede evitar detallarlo, tiene el pelo negro azabache, ojos marrones, tiene unos músculos que se le marcan por debajo de su camisa y unos labios carnosos que me gustarían probar.



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En el texto hay: romace, polosopuestos, novela juvenil 18

Editado: 13.11.2024

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