Perfectamente imperfectos

26: Palabras crueles

 

Los sábados son los días en los que me relajo, en la noche dejo a Sofía en casa de los señores Donovan, las chicas vienen a mi casa, nos tomamos algún vino y nos ponemos al día.

 

Mi hija está dormida, así que voy a hacer el desayuno antes de que se despierte, hago unos ricos panqueques y les pongo Nutella, ya que nos encanta.

 

Me siento en la mesa a desayunar con mi teléfono en mano, estoy en Instagram viendo la vida de los famosos y de algunos conocidos, cuando me entra la curiosidad de buscar a Alice, cómo toda ex lo haría, la encontré enseguida porque el único amigo que tenemos en común es Ansel. Al entrar al perfil la primera foto que sale es una de ellos dos, él dándole un beso en la mejilla y ella sonriendo hacia la cámara. Él se ve muy feliz, aunque me duele en el pecho de verlo tan enamorado y que la causante de esa felicidad no sea yo. Me alegro por él.

 

—Mami, muero de hambre—dejo el teléfono y me levanto de mi asiento para ir donde mi bebé y darle su beso de buenos días.

 

—Hoy estás de suerte porque una hermosa hada vino y te dijo un regalo—mi hija abrió los ojos emocionada con su pelo todo despintado y sus ojitos brillando de emoción.


 

—¿A dónde?—pregunta toda entusiasmada, le señaló la mesa y ella va hacia allá, entonces se pone a desayunar, me quedo observándola y no puedo evitar sentirme culpable algunas veces por el comportamiento que tuve cuando ella apenas tenía un mes de nacida es algo que hasta el día de hoy me persigue.


 

—Mamá, sabes que hoy tengo que ir a la fiesta de la escuela con los payasos y las princesas, le dije a papá que nos acompañe—lo que me faltaba verle la cara Ansel qué divertido.


 

—Por supuesto que lo sé, por eso tu abuela te mando un hermoso vestido—eso basto para qué se bajará de la mesa y se fuera corriendo a ver el vestido. Desde de aquí escucho su grito porque está hermoso. La amo tanto que no sé qué haría sin esa mocosa.


 

****


 

Estamos en la entrada de la escuela esperando que el señor Ansel se digne aparecer, le estoy rogando a Dios que no se aparezca con su novia, en eso vemos un auto estacionarse y bajarse al hombre que cree que tiene a todas las mujeres a sus pies, no dejo pasar por alto todas las miradas que le dan algunas madres del lugar, estás mujeres quieren colágeno en sus vidas.

 

—Princesa, qué hermosa te ves hoy—dice dándole un beso a sofi.


 

—Olivia.

 

—Ansel—ese fue nuestro cordial saludo. Entramos a la escuela, nos dirigimos donde se escuchan las demás voces de los niños. Todo está decorado de manera infantil, piñatas, dibujos animados pegados a la pared y juegos inflables. Apenas llegamos, mi niña se suelta del agarre de Ansel y se va hacia su grupo de amiguitos.


El director se para al frente con un micrófono en las manos.


—Muy buenas tardes, a todos los padres presentes, es un honor contar con su presencia—iba a seguir hablando hasta que su mirada se detuvo en nosotros y se puso más blanco que un papel, al mismo tiempo Ansel y yo levantamos nuestras manos para saludarlo, el de manera inconsciente afloja el nudo de su corbata eso hace que me causa más gracia su reacción.

 

—Aunque creo que no es un honor ver algunos padres aquí, ya que hay dos demonios que están rondando por ahí—al decir la palabra demonio, eso hizo que algunos niños se asustaran, por lo cual empezaron a llorar, todos los presentes miramos al director sorprendido por aquellas palabras, pero está de más decir que sabemos qué las dice por nosotros.

 

—Siento mucho la manera de expresarse de nuestro director, olvidemos este malentendido, sigamos con nuestra actividad, la cual será muy divertida y servirá para que ustedes los padres también puedan divertirse, así que anímense a jugar a la pelota peligrosa.


 

Vaya nombre de juego para un lugar lleno de niños, pero el nombre me intriga entonces porque no jugar.


 

—El juego consiste en que serán dos equipos de 6, cada uno tomará 6 pelotas que serán sus armas mortales, el equipo que derrumbe al equipo contrario será el ganador—la mujer termina de hablar y algunos padres nos anotamos para jugar, como Ansel no se podía quedar también jugara.


 

—Lista para perder mi querida Olivia—está más que claro que jugará, pero en el equipo contrario.


 

—Déjame decirte mon amour, que Olivia Hampson nunca pierde—lo miro directamente a los ojos y noto que él tampoco está dispuesto a perder, aunque solamente sea un juego estúpido.


 

—Entonces que gane el mejor.


 

Y así empezó una guerra de pelotas sin sentidos, los demás padres lo están tomando el juego en broma, pero yo no, ni Donovan tampoco. De mi equipo solo quedamos tres y del equipo contrario solo quedan dos, pero solo es cuestión de segundos para que solo quedamos uno y uno. Me escondo detrás de un árbol esperando que se digne a salir, pero no lo hace.


 

—Saca tu bandera blanca cenicienta, solo así tendré piedad—al escucharlo decir esa palabra me hace pensar que volvimos a lo mismo, volvimos hacer la chica sarcástica que no se deja y el chico egocéntrico, pero con la única diferencia que ese chico ya no quiere que caiga en sus encantos más bien siento que me odia por alguna razón.


 

—Jamás, yo nunca me rindo— escucho su risa ronca del otro lado.


 

—Pongo en duda eso de que nunca te rindes, se me hace que eres una cobarde que no lucha por lo que quiere y que se rinde a la primera, hasta para ser un mentiroso hay que ser un buen mentiroso—algo me dice que no estamos hablando del juego salgo de mi escondite y soy recibida por una pelota en mi pecho.


—Que bien sabe la victoria—sale todo sonriente de su escondite, algunos padres lo felicitan por el buen juego, pero yo necesito salir de aquí, así que me dirijo al baño.



#14658 en Novela romántica
#2690 en Chick lit
#8806 en Otros
#1358 en Humor

En el texto hay: romace, polosopuestos, novela juvenil 18

Editado: 05.08.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.