Perfectamente imperfectos

27: Desconocida

 

Todos nos quedamos mirándonos sorprendidos, Ansel más que todo. Me recorre el cuerpo con la mirada y no lo juzgo si estoy en paños menores, tengo un short de pijamada bastante corto y un top que hace juego.


 

—¿¡Que haces aquí!? Estoy cansada de que siempre me persigas y que me salgas hasta en la sopa, me tienes harta.


 

—No te estoy persiguiendo esto fue una coincidencia.


 

—Yo no creo en las coincidencias, esto lo hiciste tú para molestar.


 

Los presentes nos observan discutir, nadie dice nada y Alice solo observa a Ansel


 

—Ya somos adultos para estar haciendo cosas para molestarnos, además por qué tendría yo que hacer algo para molestarte— me está retando con la mirada.


 

—Será porque quieres ver a quien meto a mi casa o porque te mueres de celos, de imaginar quien es el hombre que ahora me toca.


 

—Oliva, considero que es hora de ir adentro— Gigi trata de tomarme del brazo pero lo impido.


 

—Estas borracha no sabes de lo que hablas, es mejor que vayas adentro, estás causando problemas.


 

—Mi novio tiene razón, es mejor que vayas a tu casa porque él no tendría por qué sentir celos de quien esté contigo, eso que dijiste está muy fuera de lugar—Alice habla por primera vez y lo hizo para enfrentarme.


 

—Fuera de lugar tiene tu novio las pelotas para mudarse aquí es mejor que se larguen si no quieren pelea— los señaló con el dedo a los dos.


 

—Ya basta Olivia es hora de dormir— Morgan me toma del brazo para arrastrarme adentro.


 

—Entró si llamas al bombero de manguera larga— le murmuro.


 

—Date una ducha de agua fría para que nuestra hija no vea a su madre mañana con una reseca asquerosa— iba a entrar a mi casa lo juro, pero de solo escuchar su tono de reproche hizo que me devolviera.


 

—Jamás en tu vida te atrevas a insinuar que soy mala madre, porque ahí si estás equivocado, yo me pase años cuidando a nuestra hija mientras tú estudiabas y solo hacías llamadas para saber de ella mientras yo estaba aquí, estudiando, limpiando pañales y trabajando para darle lo que se merece. Has cambiado tanto que ya ni eres ese Ansel de antes, que lastima.


 

El alcohol ha salido de mi sistema del coraje, si algo nunca le permitiré a nadie es que diga algo como eso.
 

—Eso estuvo muy fuerte— comenta Gigi.

 

—Pero lo pusiste en su lugar— Morgan dice levantando sus pulgares.

 

—Sí, también es cierto lo que dije que les voy a dar pelea hasta que se muden.

 

—Debería dejar esto por la paz.

 

— Aquí nadie tendrá paz, yo misma me encargaré de eso.


 

***


 

La cabeza me va a explotar, no volveré a tomar por un tiempo, al lado de mi cama, en la mesita está un vaso con agua, una pastilla con una nota.


 

Te dormiste y te dejamos una pastilla porque sabemos que te vas a despertar con reseca y espero que no te acuerdes de lo que pasó anoche con tu nuevo vecino.


 

Para mi mala suerte si me acuerdo de esa acalorada discusión que tuvimos. Tomo mi celular para ver la hora y son las 10 de mañana, qué tonta soy tengo que pasar a recoger a Sofi.


 

Me levanto lo más rápido que puedo, me doy una ducha, lavo mis dientes, me visto y me tomo un poco de jugo antes de salir. Cuando salgo al mismo tiempo está saliendo Ansel.


 

—Hueles a resaca.


 

—Y tú hueles a culo, que pases un terrible día querido vecino— le sonrío sarcásticamente y sigo mi camino.


 

De solo pensar que así serán todas mis mañanas, prefiero mudarme a la Atlántida.


 

Mientras voy conduciendo, trato de despejar mi mente, no pensar en nada que dañe esté día que tendré una cita después de mucho tiempo.


 

Llego a mi destino toco el timbre y espero que me abran. La muchacha de limpieza me deja pasar.


 

—Buenos días, Olivia —el señor Donovan va bajando las escaleras hasta acercase a mi.


 

—Buen día, señor, ¿dónde está mi hija? Le puede decir que venga —la sonrisa del señor Donovan no me gusta, lo que sea que vaya a salir de su boca no me va a gustar.

 

—Alice vino por ella— por todos los santos espero que eso no sea verdad.


 

—¿Por qué permitieron que esa mujer se llevara a mi hija?.

 

—Porque Ansel la mando a buscar con su novia que es un encanto y no me pareció mala idea que pasaran tiempo juntas, ya sabes.


 

—Usted y ni siquiera Ansel tiene la autorización de dejar a mi hija irse con un extraño.


 

—Alice no es una extraña, ahora es parte de la familia, aunque te mueras de celos por eso— cuento hasta 10 para no darle una bofetada a este hombre.


 

—Para mi ella lo es porque no la conozco, podrá ser la novia de Ansel hasta su esposa, pero si no sé quién es o cuáles sean sus intensiones no tiene derecho a llevársela a ningún lado, ¿le quedó claro?— él se mantiene sin ninguna expresión solo se encoge de hombros y se va.


 

Tomo mi celular y empiezo a llamar a Ansel pero no me contesta, así que voy hacia su casa a ver si ahí están.


 

Al llegar toco la puerta de forma desesperada hasta que Alice me abre.


 

—Olivia, qué gusto verte— sonríe de forma dulce, pero por primera vez esa sonrisa me parece falsa.

 

—Que sea la última vez que te lleves a mi hija sin mi permiso.

 

—Me vas a disculpar pero Ansel me dijo que pasara por ella porque estabas borracha y no podrías ni levantarte hoy— pone una mano en su pecho mirándome con falsa lástima.


 

—Me vale dos pesos lo que te haya dicho Ansel es mi hija y no tienes derecho de llevártela así.



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En el texto hay: romace, polosopuestos, novela juvenil 18

Editado: 05.08.2023

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