Perfectamente imperfectos

29: Huir

 

Pedir clemencia sería mucho pedir en este lugar, llevamos cinco horas aquí encerradas, la única que está feliz es Morgan porque se encontró una nueva amiga llamada Susy que está aquí por prostituirse.

 

—Gigi, aún me pregunto que te pasó en el centro comercial, parecías otra —ella no ha parado de llorar desde que nos encerraron.

 

—Ese idiota fue el que chocó mi auto y luego lo pinto de colores no pude resistirme al verlo ahí con su cara de yo no fui —dice todo esto llorando sorbiendo sus mocos.

 

—Tranquila, ya verás que nos sacarán de aquí —me siento a su lado para calmarla.
 

—Chicas, creo que cambiaré de profesión —Morgan se nos acerca con su pelo, todo revuelto y sucio.—ella gana todos los días más de mil dólares, esa carrera tiene potencial.

 

De un momento a otra el llanto de gigi se vuelve más fuerte.

 

—Por mi culpa ahora mi amiga quiere ser prostituta.

 

—No es tu culpa, ella siempre lo quiso ser, tú solo le diste una pincelada a ese sueño —Morgan y yo siempre disfrutamos molestar a Gigi es que están inocente que siempre cae en nuestras bromas.

 

—¿Es en serio? —ella observa a Morgan cuestionándola.

 

—Por supuesto es mi sueño frustrado gracias por abrirme los ojos —yo estoy apretando mis labios para no reírme al ver la cara de mi amiga la inocente.

 

Pero Morgan no aguanto entonces suelta una carcajada.


—Estoy bromeando tontita aunque no estaría mal —golpeó su hombro para que deje el tema.

 

—Chicas, en verdad lo siento, ahora como podré borrar esta mancha en mi curriculum —decir que gigi es una chica que piensa de más en su futuro estaría de más.

 

—Olvídate de eso y piensen como vamos a salir de aquí —Morgan se sienta en una esquina de la celda con la mirada un poco perdida.

 

De pronto vemos cómo una guardia se acerca a nuestra celda con cara de pocos amigos y de querer matar a todo aquel que este a su alrededor, pero me fijo en algo más, es en el señor que viene detrás.

 

—Papá —me levanto de la horrible silla que me ha dejado el trasero plano. Veo a mi papá como la persona más maravillosa.

 

—Puedo creer esto de Morgan y mi hija, ¿pero de ti gigi ? Jamás —es lo primero que dice mi padre, como es obvio mi amiga empieza a llorar.

 

—Sácanos de aquí, huelo horrible, estoy hambrienta y quiero ver a mi princesa —le hago pucheros a mi padre para que se apiade y nos saque de aquí.

 

—Solo lo haré porque sé que no tuviste la culpa, porque si no te dejaría pasar una noche aquí.

 

Suspiro aliviada por no tener la culpa en este enredo, porque si sé que mi padre es capaz de dejarme aquí una noche completa, pero en su mirada noto qué hay algo más que me quiere decir. Ya afuera de nuestra celda pudimos ver cómo Alice saca a los chicos, cómo empieza a limpiar a Ansel y hacerle mimos.

 

—Chicos, espero que esto no se repita, los dejaré salir esta noche por el señor Hampson —Nos Informa el oficial.

 

—Por supuesto que esto no se repetirá, me encuentro tan extraño el comportamiento de mi novio, él no hace este tipo de cosas —Todos en la sala nos miramos como si Alice hubiera dicho cualquier cosa menos eso.

 

—Aquí se rompió una tasa y cada quien para su casa —soy la primera en romper el silencio que se formó.

 

Ansel me mira, hace un movimiento con su cabeza en forma de saludo, el cual ignoro por completo. Ya en casa de mis padres, mi madre me arma un escándalo de aquellos hasta me golpeó la cabeza estoy totalmente indignada.
 

—Mamá, ya te dije que esta vez no fue mi culpa —su mirada me da a entender que como siempre no me cree nada.

 

—Cariño, esta es una de las pocas veces que Olivia tiene razón, no fue su culpa.

 

—Eso me deja un poco más tranquila —dice mi madre viendo sarcásticamente a mi padre.

 

—Saben que, ya es muy tarde, necesito descansar eso de estar en la cárcel es trabajo duro —no dejo que me contesten subo directamente donde era mi vieja habitación, ahora decorada especialmente para Sofi. Al entrar al cuarto la veo dormida, me acerco, le acaricio el pelo y le doy un beso en la frente. A pesar de todas las locuras que he vivido por ella la amo con mi vida.


 

****


 

Estamos todos desayunando, mamá está toda desesperada porque tiene un desfile esta semana que la tiene vuelta loca, mi padre muy calmado leyendo su periódico, mientras que yo lucho con sofi para que se coma el desayuno.

 

—Mamá, no me gusta el yogurt —pone cara de asco al ver el contenido del vaso.

 

—Pero si es lo más delicioso qué hay —frunce el ceño negando con la cabeza.

 

—Al parecer el karma te mando tu regalo por todas las travesuras que hiciste —comenta mi papá sin levantar la vista de su periódico. Lo miro con cara de que no es para nada gracioso.

 

Luego de unos cinco minutos de tratar de convencer a Sofi y que al final se tomará un poco, nos pusimos en marcha hacer la rutina que hacen los adultos. Dejar a Sofi en la escuela es una tragedia, porque algunas madres me miran mal, señoras no tengo la culpa de que sus esposos no las respeten.

 

—Hasta luego mami —dice mi princesa dándome un beso en la mejilla.
 

—Te portas bien —jamás me imaginé yo diciendo esa frase. Asiente con su cabecita y se va corriendo junto a sus compañeros.

 

Observó mi reloj como es de costumbre se me hace tarde, ni siquiera me tomo la molestia de apresurarme ya para que si de todos modos llegaré tarde. Hoy es un buen día lo presiento, así que enciendo la radio a todo volumen.

 

Al llegar a la empresa voy a tomar mi lugar de siempre, pero noto que alguien más lo ocupo, lo que me faltaba, ahora llegaré más tarde por culpa de quien tomo mi lugar.

 

—No me digas, un pájaro gigante se te atravesó en el camino —como es de costumbre mi compañera Marta haciendo sus comentarios sarcásticos.



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En el texto hay: romace, polosopuestos, novela juvenil 18

Editado: 13.11.2024

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