Perfecto a tu manera

Capítulo 10

Capítulo 10| Punto de vista
 


*DREW*
 

—¡Vamos! —Tira de mi brazo fuera del autobús y, de repente, va corriendo con ambos brazos extendidos. Del tiempo que la he conocido, desde el incidente testicular hasta aquella pelea en el puesto de batidos, nunca la había visto sonreír tan genuinamente como ahora, y debo admitir que no me desagrada en lo absoluto—. ¿Por qué me miras así?

Aparto la vista y carraspeo de manera discreta. Me ha atrapado con la guardia baja.

—Entremos antes de que cierren —aconsejo para desviar su pregunta, y ella no pudo estar más de acuerdo.

Llegamos tarde porque el lugar está vacío, y ya no dejan entrar a más visitantes. Sin embargo, la castaña no quiere ceder y ahora está rogando al señor de seguridad, hasta cree que una pastilla es suficiente para sobornarlo. Y me pareció poco probable que vaya a aceptar, pero lo hizo; no por la pastilla sino por lo insoportable que puede ser mi acompañante.

—Tienen veinte minutos, nada más —puntualiza el señor con firmeza para luego encender las luces y dejarnos a solas.

El frío todavía se siente. Hay suficientes cuadros y esculturas en medio del impoluto pasillo. No había entrado a un museo de arte antes, solo recuerdo que fui a una exhibición de dinosaurios.

—¿Qué opinas de este cuadro? —interroga con curiosidad mientras señala a una mujer sentada sobre su cama con las rodillas flexionadas.

—¿Me trajiste para esto? No puedo empatizar con los cuadros.

—Quiero saber que sientes cuando lo miras —exige con cierta desesperación.

Creo que es la pregunta más difícil que me han hecho hasta ahora.

—¿Se supone que debo sentir algo? Solo es una niña que mira por su ventana —No entiendo la situación, solo la veo asentir y luego se sienta en una de las bancas frente a la pintura. Hay algo que no anda bien con ella. No es la insoportable que yo conozco.

—Si eso para ti, es solo pintura. Entonces lo que hago no vale nada —comenta en un tono más bajo—. ¿Qué estoy haciendo mal? —susurra con una voz de queda, como si estuviese hablando con ella misma.

Miro la pintura de nuevo, y lo primero que pienso es que escogió a la persona equivocada para hablar sobre arte. Así que intento empatizar con un cuadro, ser la chica que no duerme y solo mira por su ventana. Con problemas que resolver, situaciones que enfrentar cuando el sol aparezca, estar sola y desesperanzada. Rota y sin ayuda.

Por más que empatice, no estoy debajo de su piel. Desconozco su situación y no tomamos las mismas decisiones, pero sé que el desvelo puede involucrar inseguridades, ansiedad y nerviosismo.

O que quizás tomó mucha cafeína y ahora está pagando las consecuencias.

—Tristeza, eso es lo que siento —escupo sin pensar, y busco su mirada—. Ahora lo que haces vale más que un nada.

—¿Por qué de repente eres bueno conmigo?

—No te confundas, eres la chica más insoportable que he conocido en toda mi vida y a veces solo quiero cortarme las orejas cuando no paras de parlotear —confieso atropelladamente—. Pero eres mi compañera de viaje, no quiero que tu tristeza se me pegue en el trayecto a casa. Eso es todo.

Cuando termino de hablar, ella se ríe y por alguna razón yo también lo hago.

 

• ────── ✾ ────── •
 


—¿Hamburguesas o papas fritas? —indaga la insoportable para posteriormente llevarse unas papas a la boca.

—Las papas, definitivamente —Alcanzo unas y las unto de salsa de tomate. Esta es la salida más larga que he tenido, y me sorprende que haya salido bien como ella dijo.

—Eres aburrido como las papas —Me obligo a mirarla y casi le reclamo que deje de comer de las mías—. Las papas solo son papas. Una hamburguesa tiene más sabores por explorar.

—Pero uno nunca se va a cansar de las papas —replico con determinación. Las aburridas papas abundan más.

—Tampoco de las hamburguesas.

—¿Ya estamos empezando otra vez? —reclamo porque se ha arruinado la tranquilidad de la noche.

—Olvidemos eso, ¿qué te ha parecido la salida? Tiene sus ventajas, ¿verdad? —Le da sorbo a su bebida e inconscientemente hago lo mismo.

—Con un plan y buena organización hubiese sido perfecto.

—Perfecto o no. No hay mucha diferencia.

—Te equivocas.

—¿Quieres demostrarme lo contrario, mango?

Y no estuve más de acuerdo con lo que sale de su boca. Esta misma noche empezaré a planearlo todo para que comprenda que la organización es mucho mejor, pero lo que menos esperaba era la llegada de mi madre.

—¿Te quedaste a estudiar? —pregunta en cuanto escucha mi llegada, y si mi madre se hubiese quedado con nosotros en casa en lugar de irse a vivir con su amiga en Bronx, de seguro no haría esa pregunta más bien sería "¿dónde fuiste?, y no me vengas con que estudiando en la universidad porque tú no te quedas a estudiar, jovencito".

—Salí a tomar aire fresco —Dejo caer mi mochila en el sofá y me encamino a la cocina. Mi mamá no se queda atrás.

—Pensé que te habías ido de la casa, hasta iba a celebrar —agrega Eva nada más verme atravesar la puerta y eleva un vaso de fideos como modo de brindis—. Es una lástima que todavía tengamos al gruñón.

—Sí, yo también te extrañé —añado sin ganas y voy por agua.

—Drew, no puedes estar fuera tan tarde, hay mucho peligro —interviene mamá, sentándose frente a mí.

—Mamá, ya estoy grande. Además, no estaba solo —Deja escapar un aire de alivio, y cambia radicalmente a un tema que no me agrada—. ¿Cuándo vendrá Kelly? Hace meses que no la veo.

Mis padres aman a Kelly, y me sorprende que el iceberg no sea tan cortante con ella.

—Kelly se irá de viaje mañana, irá a estudiar a Londres —confieso con agudeza, y el lugar se ha sumido en un completo silencio. Enseguida mamá se acerca y me obliga a pegar mi cabeza en su abdomen. No reacciono, solo dejo que ese olor característico a canela invada mis fosas nasales. Y al instante, siento una punzada en el corazón.




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