Capítulo 15| ¿Primera impresión? A la mierda
*DREW*
Alexander me sigue transmitiendo ese mismo nerviosismo cada vez que estamos en el mismo lugar. Su presencia es suficiente para volverme incómodo. Y me cuestiono, muchas veces, si lo que saldrá de mi boca será apropiado o no. Si estará en desacuerdo con mi comportamiento o qué impresión daré.
Estar con el iceberg, es como estar en medio de un bosque donde no sabes si es mejor quedarse quieto hasta el amanecer o apostar tu vida a cientos de animales salvajes si das un paso en falso.
Y por eso hice la lista.
Eva es la única que conoce dicha lista, y no porque se lo haya revelado sino porque la miró a escondidas mientras lo hacía. Todavía recuerdo lo histérica que se puso cuando le dije mi propósito. No estaba de acuerdo con ningún punto escrito y había dicho que estaba perdiendo mi propia personalidad, pero no me importa. Lo único que quiero es impresionarlo.
Camino con seguridad hacia el comedor y voy creando las palabras correctas para iniciar una conversación amena donde pueda incluir mis avances hasta ahora: buena carrera, buenas calificaciones y una reputación aceptable. Sin mencionar el hecho de que el noventa y siete por ciento de los estudiantes no conocen de mi existencia.
Alexander está de vacaciones. Él es uno de los jefes de una empresa de calzados, mientras que mamá se dedica a la escritura infantil, y que últimamente quiere llegar a algo más grande como las novelas juveniles. Y no comprendo la mayoría de viajes que realiza para ganar ideas, pero muchas veces nos hace saber que nosotros somos su mayor fuente de inspiración. En cambio, mi padre es una de esas personas que no le importa nada más que su trabajo y el treinta por ciento su familia.
Excepto que yo no soy su familia, aunque tenga su apellido y viva aquí él no me ve como su hijo. Y yo quiero demostrarle que lo soy. Que puedo encajar en sus ideales.
Aparto con despacio las aceitunas, y le dedico varios segundos a eso. El comedor está inmerso en un horrible silencio. Es como si alguien hubiese muerto. No suelo conversar durante el proceso de digestión, pero mi madre y Eva sí lo hacen. Pocas veces lo hace Eva sola y me cuenta de sus problemas en la empresa de diseño.
Pero ahora, Alexander ha matado cualquier interés con solo respirar.
Eva, que es la que mejor se lleva con él, tampoco inicia una conversación como suele hacerlo. Esta noche parece perdida, es como si su mente y alma han desaparecido de su cuerpo y que el iceberg trae de vuelta sin problemas.
—Eva, ¿cómo va el trabajo? —Su voz es áspera y profunda, no recordaba cómo sonaba. Carraspeo y me remuevo en mi asiento.
No quiero hacer contacto visual, y me alegra saber que no soy yo quién está sentado a su lado.
—Todo bien, papá, ¿cómo van los tuyos?
—He vuelto a despedir a otro de mis secretarios —Trago de manera discreta—. Deberían dejar de ser tan compasivos.
El silencio vuelve a reinar hasta que mamá interviene:
—Si sigues así, te quedarás solo —opina sin tapujos y bebe de su vino para posteriormente hablar—. Por lo menos, ten la consideración de darle una segunda oportunidad.
Me atrevo a mirar al iceberg que se ha inmutado de su comentario para pasar a cortar su filete de cerdo. Mamá suele discutir con él, y en muchas de esas discusiones termina llorando y bebiendo de su vino. No conozco las razones de ir siempre en contra de su marido y ella nunca me las cuenta.
—Muchacho —Me sobresalto y no digo nada. Creí haber escuchado mal o que mi cerebro se lo ha imaginado, pero un codazo de Eva bastó para que reaccionara. Esto es real.
—¿Sí? —pregunto vacilante y me quiero dar una bofetada por comportarme como no debería.
—¿Cómo está Kelly? —Le bajo a las emociones. Claro, Kelly es la importante. Y a pesar de que la señora Mo detesta a los Gastrell, por una razón que también desconozco, todavía quieren a Kelly.
—Ella se ha ido a Londres —Se adelanta mi madre sin dejar de darle vueltas al líquido tinto que yace en su copa—. Mantienen una relación a larga distancia.
No, no es así. Hemos terminado justamente hoy, y no he podido decírselo.
—Es bueno saber que siguen juntos —Quedo tieso al ver a Alexander hacer una diminuta sonrisa de lado—. Invítala a cenar cuando regrese.
Eso nunca va a pasar.
—¿Ya te dijo cómo es por allá? —interviene mamá—. No he cruzado el océano, dile que mande muchas fotografías —comenta alegre y mi respiración se acelera cada vez más. Lo único que quiero es olvidarme de Kelly y ellos solo lo empeoran más. Sin previo aviso, me levanto del asiento. Mi cerebro se siente pesado, y por un momento pienso decirles que ella y yo ya no somos nada. Absolutamente nada. Sin embargo, el aire empezó a sentirse más tenso cuando sus oscuros iris se encontraron con los míos. Abro y cierro mis labios sin saber qué decir o hacer. Las palabras no salen, todo es un caos mental.
—Ve a traer más vino para mamá —Su voz traspasa mi conmoción y siento que vuelvo a respirar otra vez gracias a Eva.
Salgo de ahí lo más rápido y decente que puedo mientras me doy bofetadas mentales.
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Joder, ¿por qué no pude decirles? He parecido un tonto frente a Alexander.
Me recuesto en mi cama y junto mis manos por detrás de mi cabeza.
No salió como lo planee. No pude hablar sobre mis progresos. Si tan solo hubiese preguntado por mí y no por Kelly... Si tan solo hubiese dicho la verdad. No puedo mentirles, lo tengo escrito en la lista, necesito decirles la verdad.
Me levanto de mi sitio de un salto y Eva no demora en invadir mi privacidad sin tocar.
—Te vine a felicitar, hermanito —Me toma del cuello con su brazo y enreda más mi cabello—. Es la primera vez que papá se dirige a ti, estás haciendo un progreso.
—Eso es porque quiso saber de Kelly —tartamudeo y le pido que me deje libre porque no estoy respirando con regularidad.