Perfecto a tu manera

Capítulo 16

Capítulo 16| Es momento de ser valiente
 


*LENA*

 

Coloco sobre la bandeja el último pedido de la noche y camino hacia la pareja con pasos firmes. La primera vez que llevé una de estas bandejas fue todo un desastre. Todo se me zafaba de las manos con un soplo y quería cavar mi propio hoyo para meter mi cabeza, y de paso, lo que me quedaba de dignidad. Pero a pesar de poseer la nube más negra de Manhattan, mis dos amigos nunca me dejaron de ofrecer sus paraguas.

Dejo sobre la mesa los dos refrescos y la pizza en forma de corazón. Les sonrío a ambos mientras les digo "buen provecho" y me marcho de ahí para observarlos desde otro ángulo. Sin ser vista.

Gracias a la madre de las frutas que son el último cliente, no quisiera que me vieran a escondidas en vez de atenderlos. Ahí si me hecha a patadas mi jefe.

Pero esto es por un buen motivo. Aquel hombre de cabello azabache y buen porte; trae puesto la misma camisa azul con el inusual e impecable maletín del mismo color descansando bajo sus pies. Lo único que lo difiere de esta tarde es su acompañante.

La chica no lleva una coleta y mucho menos el cabello rojo. Y para acabar de esclarecer la situación, pidieron la misma pizza con forma de corazón y... ¡por las papayas de Neptuno! Se están tocando bajo la mesa.

—¿Qué haces ahí abajo? —Doy un brinco en mi sitio y maldigo entre dientes mientras mi corazón no para de latir con frenesí. Arthur flexiona sus rodillas para estar a mi altura y luego pasea sus ojos a la pareja. Su expresión es graciosa, pero no me gusta que malinterprete las cosas—. Esto no lo conocía de ti, compañera. Debes darle más privacidad y no espiar lo que hacen debajo de la tabla —Se dispone a levantarse, pero lo detengo del brazo y le hago una mueca para que no diga una barbaridad.

—No estoy espiando lo que hacen. Ese chico está siendo infiel. Lo vi esta tarde con otra chica —susurro mirando de reojo a la pareja que ya se detuvieron con las caricias. Gracias a las papayas de Neptuno.

—¿Estás segura? —Asiento sin vacilar—. ¿Te parece si vamos y le abro un ojo a la chica y tú el otro? Para que vea la clase de hombre con quién sale, obviamente.

—¿Qué hacen escondidos detrás de la basura? —Brincamos los dos del susto e inmediatamente Arthur toma a Cass de la mano con delicadeza para estar a nuestra altura. La castaña parece importarle poco el hecho de que aquí atrás huele a vómito porque le pregunta a mi compañero sobre la situación.

Fijo mi vista en la pareja y no puedo evitar visualizar a Isaac y a mí en ellos. Yo siendo utilizada como ella. Yo siendo una ingenua, disfrutando cada maldito segundo sin conocer realmente lo que hace a mis espaldas con otra chica. Ella podría estar disfrutando los segundos enteros, y él las horas.

Yo creo en los finales felices, pero en cada relación cupido me tira su pañal con mierda a cambio de los flechazos.

Sin previo aviso, dejo de esconderme y me acerco a ellos en menos de dos segundos. Quedo tiesa al instante ¡Me precipité sin pensar!

Nunca he hecho este tipo de cosas. Siempre fui alguien pacífica que detesta, sobre todas las cosas, meterse en problemas y formar peleas.

Trágame tierra. Acaba de ocurrir lo mismo que en el accidente del autobús.

El azabache y la pelinegra esperan alguna indicación que no la tengo ni en los bolsillos. Abro la boca, pero lo único que sale es aire.

—¿Se le perdió algo? —pregunta el muchacho con poca delicadeza y atisbo a ver como su pareja le da un pellizco en el muslo.

—No, la verdad es que... —Miro por todos lados en busca de una excusa, pero olvido que a veces no se me da mentir.

—Se le perdió una braga a tu novia en el baño, ¿por qué no vas a buscarla? —interviene Cass con los brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Están locos? —interrumpe la supuesta novia. Indignada de que le arruinamos la noche—. Se han equivocado de persona, y es la primera vez que vengo aquí.

—No especificamos que fueras tú, la novia —replica la castaña, claramente disfrutando de la situación.

A continuación, aparece Arthur y le da una ojeada al hombre que no ha parado de mover su manzana de adán desde que Cass abrió la boca.

—Te está engañando. Lo vimos esta tarde con otra chica —Directo al grano como siempre y descubrirlo de esta manera será menos doloroso. La pelinegra sonríe con incredulidad y no puedo evitar sentir cierta empatía. Yo pasé lo mismo que ella está pasando así que decido posicionar mi mano en su hombro para que sepa que la estaré apoyando, pero ella no quiere. Se aparta de mí y de todos.

—Mienten, solo quieren ganar nuestra atención —Retrocede despacio y el azabache no tarda en acompañarla. La chica está en su fase de negación y comprendo que no nos crea. Yo tuve que escuchar gemidos para darme cuenta que era solo alguien para pasar el rato. Nada más—. Y no volveré a este asqueroso lugar, le daré media estrella por su mala atención al cliente —Desaparece de la puerta y su novio no tarda en perseguirla, no sin antes darnos una ojeada de victoria.

—¡Te fuiste con los cuernos puestos! —grita Cass a pesar de que ya se fueron y la noche se los tragó.

—Ya cuando se dé cuenta, nos dará las demás estrellas —comenta mi compañero y la castaña rueda los ojos ante eso.

Lo que me hace cuestionarme si yo hubiese reaccionado de la misma forma por Isaac.

—Compañera —llama Arthur, pasando su brazo por detrás de mi cuello—. Vamos a ir al concierto en el Central Park, ¿te unes?

—No he dicho que iré —ataca la castaña y me causa cierta lástima el rechazo. Su rostro lo dice todo.

—¿Por qué no? Es la primera vez que Lena va a uno, y qué mejor manera que ir acompañada de sus dos amigos —arguye y me mira de reojo pidiendo auxilio. Luego de esa confesión quedé en ayudarle con lo que podía y que no sería yo quien se lo dirá.

—Vamos, Cass. Este es el momento de salir juntas. Además, me prometiste que saldríamos algún día —Juego con sus manos con el fin de que acepte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.