Las grisáceas nubes comienzan a juntarse en el mismo sitio donde nos encontramos por primera vez.
Está por llover y Lena no ha aparecido. Llevo esperándola hace media hora que empiezo a dar golpes en la mesa con mis dedos hasta que uno de ellos hace contacto con la fría caja de galletas que últimamente ama acompañar con una taza de café. La destapo y observo su diseño en forma de espiral, girando en el mismo sitio sin parar. Mi vida ha sido así, estuve dando círculos alrededor de mi plan, de la perfección y de mi padre, no pare en ningún momento hasta que una chica irresponsable con su mascota se metió en mi espiral y la derrumbó sin siquiera darme cuenta.
—¿Ahora le sonríes a las galletas? —comenta jocosa mientras alcanza sus galletas y las guarda en su bolso—. Demore como siempre, ya sé.
—¿Cuándo será el día en que llegues primero que yo?
—En el cuarto de disfraces llegué primero.
—Ajá, vestida de payasa —Rio ante el recuerdo y ella me regala una mirada de "no es gracioso"—. ¿Estás lista?
—Nunca estuve más lista.
Hoy es un día especial. Estamos por celebrar el matrimonio de mamá. Luego de haber pasado meses desde que papá se fue, me contó la verdad. Estaba en una relación a espaldas de Alexander, o eso creíamos Eva y yo, hasta que nos reveló que él estaba de acuerdo. Y que, por eso, las peleas en el comedor habían cesado en su totalidad.
Claro, al principio no estuve de acuerdo. No podía procesarlo si quiera. Lo que más me cuesta es ver a mamá con alguien más, pero poco a poco, las frecuentes visitas del jefe de la pizzería empezaron a ser menos pesado y la presencia de su hijo fue soportable. Que sorpresa que el chico del bote sea mi nuevo hermanastro.
—¿Tú estás listo? —indaga luego de haberse acomodado en el asiento de la ventana—. ¿No estás nervioso?
—No hay prueba que no pueda pasar.
—Claro, eres el señor perfecto —comenta con diversión a la vez que rueda los ojos—. Si quieres, puedo ver los resultados por ti.
—No hay neces-
—Déjame hacerlo —Me interrumpe con una mano en mi pecho—. Vamos a meterle emoción a la situación ¿vale?
—A mí me parece que tú eres la que está nerviosa.
—¡Claro! Tú no tienes sentimientos, los hago por ti.
Hace un mohín en su asiento, y no puedo evitar darle un apretón en sus rosados cachetes. Luego de meses, decidí estudiar otra carrera, una que me gustase y no una que debo. Extrañaré discutir con Olivia y sentarme en el almuerzo con las personas a quienes puedo llamar amigos.
—Estás equivocada, Kross. Si tengo sentimientos —digo, haciendo referencia a nuestra relación.
—Solo déjame meterle un poco de drama, ¿sí? —ruega para que todo sea emocionante.
—Está bien, haz lo que quieras.
Canta victoria ante mi acceso hasta que llegamos a la pizzería donde por fuera pareciese la primera inauguración. Hay muchos autos estacionados, más de lo normal, las personas se amontonan por fuera mientras esperan a que abran las puertas.
—¿Todavía siguen con el arreglo? —pregunta Lena, una vez se acerca a su amiga que lleva el mismo vestido rosa que mi novia.
—Tienen problemas con el vestido —anuncia la castaña—. Me pareció escuchar que tu abuela trajo al gato que acabo dañándolo.
Lena palidece por un momento hasta que la castaña se ríe.
—Es mentira, tu abuela está intentando colocarle un moño a tu gato. No te asustes.
—No es gracioso, sabes que mi jefe me puede despedir.
—Trevor no te despedirá —Calma su nerviosismo, llamándolo por su nombre con total confianza.
—Se han demorado —Aparece Aaron con un traje puesto, seguido de Hank y Palmer que lleva un vestuario bastante peculiar—. Deshazte de Palmer, no soporto escucharlo hablar sobre lo genial que es combinar espirales con su traje.
—¡Es que lo son! Miren esta combinación abominal —Empieza a girar como todo un modelo—. ¿A que sí?
—Es...es original —comenta Lena a mi lado para no sonar grosera.
—Originalmente feo —dice la castaña sin tapujos, haciendo que Aaron ría.
Más allá de esta conversación y sobre el traje de Luke observo a la multitud: los WildWarriors llevan el uniforme debajo de sus sacos. Creo que lo aman tanto que estoy seguro que duermen con ella como la funda de su almohada. A su izquierda, localizo a los hermanos Ling discutiendo como siempre, y en como los adultos de la tercera edad les parece lo más tierno ver a Ada en un vestido blanco con el "arruina citas" en sus debiluchos brazos. Y si observo más allá de ese panorama, se abren las puertas del lugar y de ella salen Kelly y Olivia con la felicidad adornando sus rostros.
—Ya pueden entrar —anuncia la rubia, y los WildWarriors son los primeros en moverse, pero no tanto como Ada que pasa de ellos con facilidad.
El señor Trevor y mamá llegaron al acuerdo de que no harían un gran festín, y que tampoco serían de las comunes de todas: hacer una boda en una pizzería.
—¿Por qué has demorado, gruñón? —Eva me recibe con un golpe en el brazo, ahora que sale con un boxeador no desaprovecha la oportunidad para aprender del deporte—. Mamá está en la cocina —Me indica antes de sumarse a los jugadores de béisbol, que acabaron agradándoles con facilidad.
Pero no hubo necesidad de cruzar la puerta porque la mujer más hermosa sale con su futuro marido, ambos sonrientes, ambos felices y conformes. La manera en cómo Trevor la observa es suficiente para saber que, con él, ella estará bien y serán muy felices. Me costará acostumbrarme a la presencia de los Rud, pero nada es imposible.
Quizás no hubo pastel, tampoco flores y el mejor vestido de novia y novio. No fue perfecta como la mayoría, pero en todas las ceremonias siempre predomina la felicidad y la unión: los beisbolistas tendrán su primer partido con Palmer mañana, los Ling regresarán a Bronx y vendrán de visita la próxima navidad. Kelly regresará a la escuela de danza e intentará evitar los reproches de su madre, y en cómo terminamos enterándonos de que fue amiga de Wendy. Cassie irá de visita a su ciudad natal en Los Ángeles, Olivia está en euforia por su primera práctica como odontóloga, los adultos de tercera edad comenzarán a practicar yoga con la señora Ann y acerca de nosotros...