.*KELLY*
Hubiese dejado todo si así lo quería.
Ya han pasado meses desde ese incidente en Londres. Mamá me reprochó como siempre, dijo que bailar me traería problemas como estos. Que volvería a pasar si desobedecía.
Casi sonaba como si ella mandó a esas chicas para que sabotearan mi baile y resultara herida de eso. Pero lo vi poco probable porque a pesar de detestar mis decisiones, me quería y no desearía que me hicieran daño.
Viendo el techo desde la tarima, me trae de vuelta el deseo de poder regresar el tiempo y evitar lo que hicieron. Es deprimente que, a pesar de tener las mismas metas, quieran tener toda la atención del público y brillar solas.
Nunca fueron mis amigas de verdad. Para ellas, era un estorbo o el último escalón que les permitía subir a la cima.
Para la señora Lucy, yo era una de las mejores en su grupo. Dicho aquello, ellas se acercaron y debí sospechar de sus verdaderas intenciones cuando se ofrecieron a presentarme el lugar y a formar equipo para el próximo baile.
El último que haría en ese escenario.
Aprieto mis dientes y retengo las lágrimas lo más que puedo.
Esa era la oportunidad más grande para que conocieran mis habilidades y lo que he logrado durante años. Pero se destrozó en añicos, y ...yo deje que lo hicieran.
Una lágrima se me escapa, y no la aparto, dejo que la gravedad haga su trabajo y la lleve fuera de mi rostro.
Perseverancia. Eso es lo que anda rondando por mi mente. Pero siento coraje cada vez que bailo.
Soy una idiota. Lo he perdido todo.
¿Cuántos años serán suficientes para tener una oportunidad así? ¿Cuánto?
Las lágrimas se derraman sin control y no puedo ocultarlo más. Lloro y grito. Dejó que el dolor se desgarre a través de mi garganta.
*
*
Ya se hizo tarde.
Me limpio el sudor de la frente y el cuello. Los rayos del sol se cuelan por la ventana e ilumina la fila de asientos con su cálido y radiante color.
Ninguno de mis compañeros está y el lugar lo engulle un silencio sepulcral. Extrañaba esto, practicaba hasta tarde y luego me derrumbaba para mirar el techo. Y a veces llamaba a Drew...
Drew.
Llevo varios meses sin saber de él. Solo me enteré que se cambió a otra universidad porque Madison me lo dijo. No sé cómo se entera de todo, pero siempre le creo. Así como ese día que me llamó para decirme que Drew tenía nueva novia. Recuerdo que lo único que pasaba por mi mente era tenerlo de vuelta, porque había perdido mis sueños y no quería perderlo a él también aunque muy en el fondo sabía que no tenía remedio.
Mientras más razón tenía, más la opacaba y me negaba a creer en ella.
Cuando regresé, le dije muchas cosas a Lena. Ella no merecía que le mintiera. Tan solo fui egoísta. Quería a Drew para llorar en su hombro y que me dibujara espirales en el dorso de la mano. Quería que me consolara porque me sentía sola. Era la única persona que me ayudaría a salir de esto.
Ahora entiendo que no necesito a alguien para sacarme de un túnel, porque la única cosa que me mantenía dentro de ella. Era yo.
Pase días estancada, como si sólo existiese una oportunidad en la vida.
—¡Kelly! —Doy un brinco en mi sitio cuando reconozco la voz y enarco las cejas al verla entrar a pasos apresurados—. ¿No piensas regresar a casa? ¿Qué haces tirada ahí?
—Mamá, ¿por qué viniste? —cuestiono de manera monótona porque sus reproches ya no tienen un efecto en mí.
—Me preocupo por ti, ¿no aprendiste nada con lo que te sucedió?
—Aprendí a levantarme de nuevo.
Mi mamá aprieta su mentón, claramente insatisfecha con mi respuesta.
—¿Cuántas veces debo decirte que no debes bailar? —espeta con cansancio mientras se aparta un mechón de la cara y se acomoda la correa de su bolso.
—¿Cuántas veces debo repetirte que lo haré aunque te opongas? —Una vez que respondo, el silencio nos envuelve a medida que la tensión crece entre las dos. Nos regalamos miradas de reproches hasta que ella termina por lo romperlo y se sube al escenario con sus manos hechas puños a los lados. Inhalo hondo y retengo la respiración.
—Nunca en la vida había estado tan decepcionada —Su confesión se sintió como una bofetada, y me obligué a tragar con fuerza. Creí que en algún momento dejaría de impactarme sus palabras, pero sigo aferrándome a la idea de que puedo hacerla cambiar de parecer. Me recompongo y espero no mostrarle cuánto me ha afectado.
—Es mi sueño. Si no te gusta, solo ignóralo —Paso por su lado y recojo mis cosas antes de salir, a lo lejos escucho que me llama y la gente se queda viéndonos durante todo el trayecto hasta la salida.
*
*
—¿Cómo te fue, mi niña? —Papá hace su pregunta detrás de su teléfono y luego desliza el plato lleno de nueces hacia el otro extremo de la mesa donde me encuentro yo con otra cantidad de almendras. Mis padres tienen una obsesión con los frutos secos, y siempre las mezclan para colocarlas en un tarro. No las compran mixtas porque creen que el sabor es diferente a cuándo vienen separadas.
—Bien —respondo tan carente de emoción que hace que sus ojos se despeguen de la pantalla.
—Me enteré que tu madre fue a buscarte.
—Con eso ya sabes que no fue tan bien.
Durante el viaje de regreso a casa, no dijimos casi nada, y a veces encontraba la oportunidad para recordarme que hay mejores carreras que dedicarse al baile. La ignoré en todo el camino, y cuando lo supo solo se quedó callada.
—Kelly, ya sabes como es tu madre, no le prestes mucha atención, ¿si?
—Han pasado años, papá. ¿Por qué no justifica sus acciones? Solo me da órdenes.
Esa es una de las razones por las que me fui de casa y me instalé en un departamento cerca del Central Park. Ya no podía soportar que siempre estuviese dándome folletos de otras carreras que no me importan.
—Te ayudaría, pero no creo que tu madre esté dispuesta a abrirse con nosotros. Mírala, está cada vez más cerrada a las conversaciones. Ni siquiera tiene ganas de pasar una inolvidable noche con su marido. Y creo que es hora de que tengas hermanos.