Perfecto Desconocido

Sanción

- ¡Cam! Son las siete - Exclamé levantándome de la mesa.

- Mierda te van a colocar carita triste en el tablero - Dejé de mirar mi reloj y lo mire a él seriamente - Está bien lo siento - Dijo riendo y se me salió una pequeña risita.
Abrió la puerta para mí y luego subió al auto psra comenza a manejar camino a mi casa. Pasaron unos minutos y ya estábamos justo enfrente.

- ¿Por dónde mierda entro? - Pregunté viendo las luces encendidas de la casa por la oscuridad que emitía la noche.

- Vamos, creo que por tu ventana podemos subir - Dijo Cam bajándose del auto - Esta vez no estás ebria.

Me bajé del auto siguiéndolo y resoplé - ¿Por donde piensas que subiré?- Pregunté enarcando las cejas.

- Ahora no me vienen ideas a la cabeza - Dijo riendo

- Cameron... Tú me sacaste de la casa, ahora tú me devuelves a mi casa - Lo señalé.

- Veremos que hacer - Contestó resignado - Súbete a mis hombros.

- Cameron, no funcionará, es un segundo piso - Murmuré subiendo a sus hombros - Joder si algo me pasa es culpa tuya.

- Mierda es mas fácil bajarte que subirte - Dijo ayudando a subir mis pies a sus hombros - Bueno realmente caes sobre mí.

- ¿No peso? - Pregunté tratando de mantener el equilibrio.

- No pesas nada - Aseguró- Pesa más una pluma.

- Oye - Me hice la ofendida y le di una patada en su cabeza para luego oír un quejido de su parte. Me ayudó a levantarme completamente sobre sus hombros y sin embargo no alcanzabamos.

Cameron me bajó de nuevo - No mierda, no alcanzamos.

- ¿Y tú creías que íbamos a hacerlo? - Pregunté y me tapé la cara con las manos.

- ¿Y por qué me seguiste la cuerda entonces?

- Necesitaba tener un poco de fe en ti, pero no funcionó - Reí - Bueno, entraré silenciosamente - Dije y besé su mejilla.

- Me llamas cuando estés en tu habitación - Dijo él para despedirnos y yo abrir con cuidado la puerta principal. Entré y cerré muy despacio, en la sala Adam no se posaba sentado en el mueble, lo único que se apreciaba era el sonido del viento chocar contra los vidrios de la casa y las luces encendidas como usualmente lo permanecían.

Subí con cuidado a mi habitación pasando directamente por el frenre de la suya, sonreí victoriosa al ver que tenía la música muy alto y las luces de su habitación apagas. Entré a la mía con una gran sonrisa en mi cara y con la vista directa a mis zapatos.

- ¿Dónde estabas?

- ¡Mierda! - Di un brinco para colocar mi mano derecha en el pecho y mirarlo - Joder estaba en la cocina ¿Qué no te diste cuenta? - Mentí frunciendo el ceño.

Rió amargamente - Princesita no me veas la cara de idiota, no estabas aquí desde hace horas ¿Dónde mierda estabas? No te lo preguntaré más.

- No te importa - Contesté y se levantó del sillón que decoraba mi habitación dándole un toque más llamativo.

- Sí, si me importa porque soy tu maldito niñero y aquí doy las ordenes yo - Se señaló así mismo.

- ¿Ah sí? Tu no eres nadie para decirme que o no hacer - Contesté retandolo y cruzando los brazos sobre mi pecho.

- Todo lo que intentes hacer no te servirá para sacarme de tu casa - Dijo sonriendo - Es más, al final vas a desear tenerme aquí todo el tiempo.

Odiaba por completo su egocentrismo, pensaba que era lo más importante en mi vida y realmente era lo más basto y exasperante que había podido conocer -  No sabes como te odio maldita sea, no tienes idea de cuanto espero a que lleguen mis padres y te largues de aquí - Alcé la voz señalando la puerta.

- Pues no sabes cuanto espero yo a que lleguen tus padres para poder irme de esta casa - También alzó la voz enojado.

- ¿Y por que no te largas de una vez?- Me acerqué más.

- Porque mi responsabilidad es cuidar a una niña que es orgullosa, malcriada, mimada caprichosa y sobre todo lanzada - Le di una cacheta tan fuerte que mi mano quedó ardiendo, él me miró con detenimiento y las tomó muy fuerte para pegarlas a la pared sobre mi cabeza.

- ¿Me acabas de decir puta? Si nos estamos ofendiendo puedo decir que tu eres un violador - Contesté ignorando sus acciones para encararlo.

- ¿Un violador? Tú eras la lanzada que quería que nos acostaramos y yo me detuve porque no estabas del todo consciente. Simplemente me dejé llevar y luego reaccioné pero eso no significa que te haya violado, no pasó nada más de besos - Me miró muy serio y mordí su brazo derecho para que me soltara las manos - ¡Mierda! - Se quejó.

- Te prohíbo que en tu vida me vuelvas a decir lanzada - Lo amenacé señalandolo y él sonrió de lado.

- Pues princesita yo te prohíbo computadora, visitas, tarjetas, celular, salidas, auto y sobre todo yo te llevaré a la maldita escuela y volveré a traerte de vuelta a las doce en punto - Recalcó raptando el celular de mis manos y mi computadora de la cama - Dame tus tarjetas - Ordenó y forcejeé con él para que me devolviera todo pero simplemente alzó su brazo derecho - ¿Los quieres? Alcanzalos - Me dedicó una mirada retadora y suspiré de frustración para golpear su estómago haciéndolo carcajearse - Cierto no llegas hasta esta altura. Dame las tarjetas ya - Ordenó de nuevo y apreté mis puños.

- No te las voy a dar - Contesté segura.

- Que me las des - Sonreí y de mi bolso saqué dos que realmente ya no servían porque las había cancelado ya varios meses atrás. Pensando que había ganado una al menos encontra suyo simplemente lo miré victoriosa pero el rodó los ojos.

- Sé que tienes más, dame todas las tarjetas una niña caprichosa como tú necesita mínimo cinco si quiere salir de compras - Rodó los ojos y me negué.

- ¿De dónde pretende que las saque si no tengo más? - Contesté enfadada y tomó mi bolso para esculcar.

- Déjalo no toques mi bolso - Forcejeé de nuevo y simplemente tomó mi billetera para colocarla cobre la laptop que tenía aún en alto.

- ¡Lárgate de mi puta habitación ya mismo! - Espeté y me dedicó una mirada burlona antes de salir.



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En el texto hay: juvenil, amor juvenil, amor adolescente

Editado: 11.07.2020

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