Miró el contenido de la caja una y otra vez, ¿por qué Vanesa es tan insistente en este asunto? Ya le dije que yo no estoy interesada en él. Se que quiere que sea feliz con alguien mas, es lo que quieren todos... pero eso no va a servir, mis oportunidades de ser feliz dejaron de existir hace años.
- Claire, voy a pasar - avise mientras sostengo la escoba y un plumero.
Entro y observo su cuarto, sucio como siempre. Esta niña no aprende me digo a mi misma y empiezo con mi limpieza. Armo la cama como a ella le gusta, barro hasta por debajo de la cama y paso el plumero por los muebles. Miro un momento su ultimo regalo, nunca fue usado y nunca le encontré un uso. Cuando termino, dejo los instrumentos de limpieza en su armario y voy a la mesa para terminar de comer. Cuando estoy por lavar los platos, golpes incesantes comienzan a sonar en mi puerta. Abro y me encuentro con quien menos esperaba.
- ¿Tomás? - dije sorprendida - ¿Que haces aquí? Son mas de las 11.
- Necesito un lugar para dormir, ¿puedo quedarme en tu casa hasta mañana? - dijo Tomás nervioso, se nota que estuvo llorando pero no diré nada al respecto.
- El cuarto de mis padres esta disponible, entre - dije para darle lugar y que entrara.
Su caminar es extraño, esta temblando ligeramente y no logra articular palabras coherentes, yo supongo que tuvo una conversación no muy agradable. Lo lleve a través del corredor, el miro el cuarto de Claire y se acerco pero yo se lo impedí.
- Solo tengo una regla en mi casa: nunca entrar a este cuarto, a Claire le molesta que invadan su privacidad - dije mirando a mi jefe con mucha seriedad.
El simplemente asiente, lo llevo al antiguo cuarto de mis padres y me voy para que se desvista tranquilo. Regreso a la cocina para terminar de lavar los platos, dejo todo limpio y me voy a mi cuarto. Antes de vestirme, vuelvo a procesar lo que me acaba de pasar: mi jefe esta durmiendo en el cuarto de al lado como mi huésped, ¡mi jefe! Me siento tentada a compartirlo en el grupo... pero recuerdo que Vanesa esta en el y seguro que ya se inventa una historia.
- Esto es una locura - me digo a mi misma, suspirando - De seguro Claire pensara cualquier cosa.
Cierro mis ojos y me entrego a los brazos de Morfeo, como dice Vanesa.
En mi sueño, escucho música infantil y risas de niños y niñas. Los abro y veo luces de todos colores, niños corriendo por todos lados, jugando. Veo a mi antigua yo saludando a todos, abrazándolos, sonriendo. En eso, una niña que yo conozco como la palma de mi mano se me acerca.
- Mel, me encanta la fiesta que organizaste - era Claire, alegre como siempre. Ella la abraza - ¡Eres la mejor hermana mayor del mundo!
Claire era una de las pocas personas a las que les dejaba llamarme "Mel", fue su primera palabra y desde que la escuche, supe que ese seria mi apodo siempre. Claire se fue a jugar con sus amigos y mi antigua yo se mezclo con los invitados, entre ellos Jake. En un parpadeo, todo desaparece. El lugar se pone negro, veo luces rojas y azules parpadeando, murmullos y el sonido de la sirena de una ambulancia.
- No... otra vez, no - me repetía a mi misma pero era inútil, estaba allí - No... no... ¡NOOOOO!
Despierto sobresaltada, con lagrimas en los ojos y la respiración agitada. Pongo una mano sobre mi pecho y la otra la paso por mi cara limpiándome el sudor, otra vez había soñado lo mismo. Inhalo y exhalo mientras trato de calmarme cuando una mano se posa en mi hombro y vuelvo a sobresaltarme.
- Melanie, ¿estas bien? - era mi jefe, suspiro de alivio - No dejabas de moverte y repetir "No... no"
- Estoy bien, señor - dije para no preocuparlo - Tuve una pesadilla, es todo.
Por suerte, no pregunto mas y se fue del cuarto para que me cambiara tranquila. Prepare el desayuno para ambos, nada complicado y rápido para ir al trabajo. En todo momento, el me miraba con un gesto extraño, al menos para mi, lo que me hizo sentir algo incomoda. Tengo paciencia, con Claire aprendí a tenerla, pero todo tiene un limite.
- Señor, se que usted es mi jefe pero me puede decir por que me mira de esa manera - dije tratando de ser lo mas cortés posible pero, por la expresión que puso, creo que fui un poco borde.
- Nada, solo... - dijo Tomás un poco dudoso de responder - me parece raro que Claire no este desayunando con nosotros.
- Claire se levanta mas tarde que yo, por eso le dejo algo para que coma en la heladera antes de irme a trabajar, ella se puede manejar hasta que regrese - le explico.
Terminamos de desayunar, tomo mi bolso con los papeles, me despido de Claire y salimos de mi apartamento. Llegamos al garaje y mi jefe intenta entrar al auto por la puerta del copiloto pero yo la trabo, me da pánico que alguien se siente ahí así que le insisto en que vaya atrás. Al principio se niega pero luego de un rato cede y se sienta. El viaje es un tanto incomodo pero por suerte llegamos rápido; al llegar a nuestro piso, una mujer de mediana edad con el cabello negro y los ojos verdes voltea hacia nosotros.
- ¡Tomás, ¿donde estabas?! - dijo la mujer acercándose a nosotros - ¡Estaba muy preocupada por ti!
- Mama, me avergüenzas - dijo Tomás un tanto abochornado - Simplemente dormí fuera de casa, es todo.
Su madre me mira a mi, yo simplemente saludo y voy a mi escritorio con toda la calma posible. Ellos se dirigen a su oficina y yo retomo mis obligaciones como siempre. Pasados 30 minutos, ambos salen y la madre de mi jefe se me acerca.
- Querida, espero que mi hijo no te haya causado muchas molestias - dijo la mujer con un tono dulce.
- Mama... - dijo mi jefe un poco avergonzado, es un poco gracioso pero no me reiré, puedo perder mi empleo.
- No se preocupe señorita Villanova, mi jefe fue cortés y no molesto a ninguna de las dos - conteste con neutralidad, no se le vaya a ocurrir que su hijo trato de persuadirme para que me acostara con él, por Dios.