Capítulo 4 - Pedir perdón

Para mí pedir perdón a Charlie no era tan difícil ya que casi siempre nos enojábamos por alguna u otra razón, pero esta vez era diferente ya que había una tercera persona en medio, y además era una chica. Pero dudo que Charlie me la quisiera quitar. La verdad sueno un poco tonto, ya que menciono a Graüben como si fuera de mi propiedad y la verdad es que no sé si al menos le gusto o algo parecido.

Pero en fin, a lo de Charlie, estoy decidido en ir verlo a su casa y pedirle disculpas por mi forma de actuar, seguramente el me comprenderá, y además ni siquiera sé si está enojado o algo por el estilo, seguramente él ni se enojó y yo aquí preocupándome por lo que le voy a decir.                                  

Agarre una chaqueta azul con mangas plomas y me dirigí a casa de Charlie, mientras caminaba miraba a todas partes como si también quisiera encontrarme con Graüben y seguir conversando acerca de la invitación de su madre para conocerme, ya que si voy a conocer a su madre eso sería un punto a mi marcador personal.

En fin seguí caminando y en poco tiempo ya estaba a solo dos calles de la casa de Charlie y me detuve a pensar un poco la situación.                                                                           

Pero cuando me di cuenta mis pies habían avanzado solos y ya me encontraba en la puerta de Charlie, suspiré y golpee la puerta de su casa, su madre salió y me dijo –Axel, que agradable visita, pasa, Charlie se encuentra en su habitación.

-Gracias señora, la señora ni siquiera me dio tiempo de decir buenos días, así que pasé, y me dirigí al cuarto de Charlie, que seguramente se encontraba acostado y sin ganas de ver a nadie.

La casa de Charlie era muy espaciosa y tenía dos pisos, su sala estaba muy bien decoraba, sus sillones hacían juego con el entablado de madera de abeto y con muchas otras cosas, habían cuadros que ponían ambiente en la casa y cosas por el estilo, empecé a subir las escaleras, pero cada paso que daba se volvía más pesado, era como si llevara plomo en mis zapatos. Pero en poco tiempo me encontré con su puerta medio abierta, suspire para entrar y le dije – ¡Hey! Charlie ¿cómo estás?

Se limitó solo a regresarme a ver, como si estuviera realmente enfadado conmigo. Me observaba como que si lo hubiese traicionado.

-Charlie, ¿qué te pasa?

-Mira, Axel si no me querías presentar con tu “amiga”. No hay problema, pero porque mentiste cuando la conociste e incluso me hiciste creer esa rara historia que inventaste, que según tú te había enterrado a tres metros bajo tierra con solo cinco palabras.

-Eso no fue mentira, eso en realidad si pasó.

-Sí claro, mentiroso. -Giro su rostro con una mueca de disgusto.

-Mira pasaron varios días para poder toparme con ella.

-Entonces cuéntame del día en que por coincidencia te topaste con ella, o es que acaso ya me la conteste.

-Mira te lo resumiré todo y además, por fin sabrás quien es Dingo.

-Pues quiero oírlo.

-Después de que vi por primera vez a Graüben pasaron dos semanas y yo andaba en las colinas con mi bicicleta, cuando de repente oí gritar a alguien, y pues claro la fui a ayudar, pero en ese entonces no sabía quién era la chica que pedía ayuda tan desesperadamente. Cuando llegue me dijo aquella persona que le ayudara a salvar a un pobre perro que había caído en una grieta, la ayude y cuando la me fije bien era Graüben, llevamos al perro al veterinario y ella se lo quedó y le puso de nombre Dingo. Ahora, si aún no me crees podemos ir a que lo confirmes con ella mismo.

-No hace falta, pues noto la verdad en tus ojos. Apropósito ¿quieres jugar el videojuego que estaba jugando justo antes de que entres?

-Claro, respondí con alegría.

Charlie conecto el segundo mando a la consola de videojuegos para poder jugar de dos.

-Este es un nuevo juego que me compró mi madre, el titulo está en otro idioma, casi imposible de pronunciar.

-El juego trata de una guerra, talvez de la ll Guerra Mundial. Sabes? Se puede saber mucho de una persona jugando con ella a videojuegos.