Perfume de venganza (cinco sentidos)

Capítulo 1

El sonido de los pasos de Yoo Hye-Jin resonaba suavemente sobre los tablones de madera pulida mientras recorría la perfumería familiar. La tienda, situada en una calle estrecha y adoquinada de Insadong, era un lugar mágico que combinaba la tradición con la innovación. Las estanterías altas estaban repletas de pequeños frascos de cristal que brillaban bajo la luz cálida de las lámparas de papel. Cada botella contenía un trozo de historia: fragancias creadas por generaciones de la familia Yoo, cada una más compleja y evocadora que la anterior.

Hye-Jin deslizó los dedos por la superficie de una mesa de trabajo de madera, marcada por las huellas de su madre, quien había sido una alquimista de perfumes sin igual. Se detuvo frente a un frasco antiguo con un líquido ámbar y cerró los ojos. El aroma era tan familiar que podía sentir la presencia de su madre, quien había dedicado su vida a mantener la excelencia de la perfumería.

Pero aquel aroma también traía recuerdos oscuros.

Habían pasado siete años desde que Kang Min-Jae había entrado en su vida como un aprendiz humilde y prometedor. Con su habilidad innata para identificar notas olfativas y crear combinaciones únicas, se había ganado rápidamente la confianza de toda la familia. Pero también fue él quien los había traicionado, llevando consigo una fórmula clave para venderla a una competencia emergente y casi llevando la perfumería Yoo a la ruina.

Hye-Jin aún recordaba el día en que lo descubrieron. Los ojos de Min-Jae, que antes parecían reflejar respeto y admiración, habían mostrado una mezcla de culpa y determinación. Su traición dejó una marca imborrable, tanto en la reputación de la perfumería como en el corazón de la chica. Desde entonces, el negocio había luchado por mantenerse a flote, aunque el talento de su madre y el de ella habían logrado salvarlo del desastre.

Ahora, con su madre fallecida, Hye-Jin era la única responsable de continuar el legado. Y no solo eso, quería modernizar la tienda para adaptarse al mercado actual sin perder su esencia.

El taller, situado en la parte trasera de la perfumería, era su refugio. En contraste con el estilo tradicional de la tienda, el taller tenía un diseño más funcional. Mesas de acero inoxidable estaban cubiertas con frascos, morteros y tubos de ensayo. Frascos abiertos llenaban el aire con una sinfonía de olores: jazmín, bergamota, oud y sándalo.

Esa mañana, la joven trabajaba en una nueva fórmula. Había pasado semanas intentando recrear una fragancia que su madre había descrito en un viejo diario, pero no lograba capturar la complejidad que buscaba.

Mientras trituraba pétalos frescos en un mortero, su asistente, Choi Soo-Ah, entró en el taller. Soo-Ah era una joven enérgica con una sonrisa fácil, su cabello corto teñido de un marrón rojizo complementaba su personalidad vibrante.

—Hye-Jin, hay un correo urgente para ti. Es de la Asociación Internacional de Perfumería.

La aludida alzó la vista con el ceño fruncido. Su asistente le entregó una tableta digital, y con un movimiento rápido, la chica abrió el mensaje.

"Felicidades, Señorita Yoo Hye-Jin. Su perfumería ha sido seleccionada para representar a Corea del Sur en el prestigioso Concurso Internacional de Perfumería."

La muchacha sintió un destello de orgullo, pero la emoción se desvaneció al leer el siguiente párrafo:

"Para fomentar la colaboración, la Asociación ha decidido que la representación estará a cargo de dos perfumerías. Usted trabajará junto a Kang Min-Jae, de Lumière Fragrances."

El nombre le golpeó como un jarro de agua fría. Las manos de Hye-Jin temblaron levemente mientras bajaba la tableta y se recostaba contra la mesa de trabajo.

—¿Qué pasa? —preguntó Soo-Ah, preocupada por la repentina palidez en el rostro de su jefa.

—Es Min-Jae. Tengo que colaborar con él.

El tono de la chica era un susurro cargado de incredulidad y rabia. Su asistente abrió los ojos con sorpresa, consciente del pasado de su jefa con Min-Jae.

El resto del día transcurrió en una nube de pensamientos turbulentos para Hye-Jin. Mientras revisaba los estantes de la tienda y las cuentas de la empresa, su mente volvía constantemente a Min-Jae. ¿Cómo había osado regresar? ¿Y cómo se atrevían a ponerlos juntos en el mismo equipo?

Insadong, con sus calles llenas de tiendas tradicionales, casas de té y galerías de arte, parecía un mundo aparte de los recuerdos dolorosos que afloraban en su mente. Pero incluso el bullicio de los turistas no podía ahogar el peso de la noticia.

Esa noche, después de cerrar la perfumería, la joven se sentó en su oficina, una pequeña habitación adornada con fotografías antiguas de la familia. El retrato de su madre parecía observarla con una mezcla de orgullo y expectativa.

Hye-Jin sacó el diario de su madre y lo abrió en una página al azar. Las palabras escritas a mano hablaban de la importancia de confiar en las emociones al crear un perfume, de cómo una fragancia podía transmitir tanto amor como dolor.

—Madre, ¿qué harías en mi lugar? —susurró al vacío.

A la mañana siguiente, un elegante automóvil negro se detuvo frente a la perfumería. Kang Min-Jae salió del vehículo, impecablemente vestido con un traje oscuro que acentuaba su porte elegante. Su cabello, ligeramente despeinado pero cuidadosamente estilizado, reflejaba la luz del sol.




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