La tarde caía sobre Bukchon Hanok Village, tiñendo el horizonte con un tono anaranjado. Los callejones empedrados serpenteaban entre las casas tradicionales, rodeados de la calma característica de este barrio histórico. Hye-Jin y Min-Jae estaban en el laboratorio ultramoderno que se alzaba dentro de una de estas casas remodeladas, un contraste entre la tradición y la modernidad que representaba la esencia misma de la perfumería.
El laboratorio brillaba bajo luces blancas, impecablemente ordenado. En el aire flotaba una mezcla de aromas: vainilla, madera de sándalo y un toque cítrico, resultado de las pruebas recientes. Sobre la mesa de trabajo, frascos de esencias y pipetas estaban organizados con precisión. A pesar de este entorno aparentemente calmado, el ambiente entre los dos protagonistas era cualquier cosa menos tranquilo.
—¿Realmente crees que esto funcionará? —preguntó ella, con su voz cargada de escepticismo mientras examinaba un frasco de cristal que contenía una mezcla ligeramente turbia.
Él, con los brazos cruzados y una expresión desafiante, estaba frente a ella. Llevaba una camisa blanca arremangada y pantalones oscuros que acentuaban su porte seguro. Sus ojos oscuros se clavaron en ella con una mezcla de determinación y frustración.
—Si dejaras de dudar de todo lo que hago, quizás podríamos avanzar —replicó con tono sarcástico.
La chica frunció el ceño, dejando el frasco sobre la mesa con más fuerza de la necesaria.
—No es cuestión de dudar, es cuestión de no repetir los mismos errores. ¿O ya olvidaste lo que ocurrió con tu "brillante" idea de usar la fórmula incompleta? —dijo, con sus palabras cargadas de veneno.
El joven dio un paso adelante, acortando la distancia entre ellos. Su altura lo hacía imponente, pero ella no retrocedió.
—¿Vas a seguir recordándome eso cada vez que intentemos algo? —preguntó, con voz baja, pero más intensa—. Estoy aquí porque también quiero que esto funcione, no porque sea fácil.
—¿Fácil? —repitió ella, dejando escapar una risa sarcástica—. Nada de esto es fácil cuando tengo que trabajar con alguien en quien no confío.
La tensión en el aire era casi palpable, como una tormenta a punto de estallar. Ambos se miraban fijamente y ninguno estaba dispuesto a ceder. El silencio que cayó entre ellos fue interrumpido únicamente por el leve zumbido de los aparatos en el laboratorio.
—¿Sabes qué? —dijo él al fin, dando un paso más hacia ella. Ahora estaban a solo unos centímetros de distancia—. Quizás el problema no soy yo. Quizás el problema es que no quieres admitir que también tienes parte de culpa en todo esto.
Hye-Jin abrió la boca para responder, pero las palabras no salieron. Algo en su mirada cambió, pasando de la ira al desconcierto. La cercanía entre ellos era sofocante, cargada de emociones que ninguno estaba preparado para enfrentar.
Sin pensarlo, él bajó la voz, con un tono más suave mas no menos intenso.
—Tú tampoco puedes dejar el pasado atrás, ¿verdad? Sigues atada a él como si fuera lo único que te define.
—Eso no es verdad —respondió ella, aunque su voz carecía de la firmeza que había tenido momentos antes.
Él inclinó ligeramente la cabeza, con sus ojos buscando los de ella y contraatacó:
—Entonces demuéstralo.
Antes de que pudiera responder, el espacio entre ellos desapareció. Min-Jae la besó, con una mezcla de urgencia y vulnerabilidad que la tomó por sorpresa. Por un instante, la joven se quedó inmóvil, con sus pensamientos atrapados en el caos del momento. El beso era intenso, como si ambos intentaran encontrar algo que habían perdido hacía mucho tiempo.
Pero tan rápido como comenzó, terminó. Ella se apartó abruptamente mientras se llevaba una mano a los labios y sus ojos se abrían con incredulidad. Su corazón latía descontrolado, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió vulnerable frente a él.
—¿Qué estás haciendo? —susurró, aunque su tono no era tan firme como hubiera querido. La confusión y el conflicto interno eran evidentes en su expresión.
El muchacho la miró con la misma intensidad de antes, mas esta vez había algo más en sus ojos: arrepentimiento mezclado con un atisbo de esperanza.
—Hye-Jin, yo…
—No —lo interrumpió, dando un paso hacia atrás—. Esto no puede pasar.
—¿Por qué no? —preguntó, con su voz baja pero cargada de emoción—. ¿Por qué sigues luchando contra algo que claramente sientes?
Ella negó con la cabeza, incapaz de mirarlo a los ojos y contestó:
—Porque esto no cambia nada. Lo que hiciste... lo que nos hicimos, no se arregla con un beso.
El hombre se quedó en silencio, con sus manos apretadas a los costados mientras luchaba por encontrar una respuesta. Sabía que ella tenía razón, pero eso no hacía que sus sentimientos fueran menos reales.
Sin decir una palabra más, la chica giró sobre sus talones y salió del laboratorio, dejando al chico solo. Fuera, el aire fresco de Bukchon Hanok Village la golpeó como una bofetada. Caminó con rapidez por los callejones, tratando de calmar el torbellino de emociones que sentía. Su mente estaba dividida entre el pasado que la atormentaba y el presente que la confundía.