Perfume de venganza (cinco sentidos)

Capítulo 19

El viento nocturno acariciaba la piel de Hye-Jin mientras se encontraba de pie en la azotea del edificio donde había estado trabajando con Min-Jae en los últimos días. Desde allí, la vista de la Torre Namsan era espectacular. Sus luces parpadeantes iluminaban el horizonte de Seúl, brindando un respiro del ritmo vertiginoso de la ciudad. El aire estaba cargado de una mezcla de emociones, como si el lugar mismo presintiera que algo importante estaba por suceder.

La chica abrazó su chaqueta más cerca de su cuerpo, tratando de protegerse del frío, mas sabía que no era solo el viento lo que hacía que su corazón latiera con fuerza. Estaba allí porque él le había pedido que subiera. Desde su confesión sobre la traición y las circunstancias que lo rodearon, algo había cambiado entre ellos. Ya no podía aferrarse al odio con la misma intensidad, pero tampoco estaba lista para entregarse por completo a lo que sentía.

Detrás de ella, las puertas de la azotea se abrieron con un leve chirrido, y el sonido de pasos firmes le indicó que él había llegado.

—Pensé que no vendrías —dijo ella sin girar la cabeza, tratando de mantener la calma.

—No podía dejarte sola aquí, no después de todo lo que hemos pasado —respondió mientras se acercaba. Su voz era suave, pero cargada de emoción.

El muchacho se detuvo a unos pasos de ella, contemplando la misma vista. Ambos permanecieron en silencio durante un momento, dejando que el ruido distante del tráfico y el murmullo de la ciudad llenaran el espacio entre ellos.

—Hye-Jin —la llamó para romper finalmente el silencio—. No sé si lo que voy a decir cambiará algo, pero necesito que lo escuches.

Ella giró con lentitud hacia él, para que sus ojos se encontraran con los de él bajo la luz tenue de la luna.

—Te escucho —respondió con los brazos cruzados.

El hombre respiró hondo, como si estuviera reuniendo coraje, y explicó:

—Desde el día que te conocí, siempre te admiré, no solo por tu talento, sino por tu determinación. Pero cuando cometí ese error, cuando te traicioné, sabía que estaba destruyendo cualquier posibilidad de… de estar contigo. Lo hice porque no tenía otra opción, pero nunca dejé de lamentarlo, nunca dejé de pensar en ti.

La perfumista sintió su garganta cerrarse. Había esperado estas palabras, mas escuchar la vulnerabilidad en la voz de él hizo que se le dificultara mantener su postura distante.

—Min-Jae —comenzó, con la voz temblorosa—, me heriste de una manera que no puedo olvidar con facilidad. Me hiciste dudar de mí misma, de mi familia, de lo que creía en ti. Sin embargo… —se detuvo, respirando hondo antes de continuar—: No puedo negar que sigo sintiendo algo por ti, a pesar de todo.

El rostro del joven se iluminó con sorpresa y esperanza, pero antes de que pudiera responder, la puerta de la azotea se abrió de nuevo.

Ambos giraron la cabeza hacia el sonido, esperando ver a algún colega o empleado, pero en su lugar, Soo-Ah y Eun-Soo aparecieron. La chica tenía las mejillas ligeramente sonrojadas, y él parecía nervioso, pero determinado. Los dos se detuvieron al darse cuenta de que interrumpían un momento íntimo.

—Oh… no sabíamos que estábais aquí —comentó Soo-Ah, intentando retroceder.

—Espera —dijo Hye-Jin con el ceño fruncido—. ¿Qué estáis haciendo juntos aquí?

La reacción de ambos fue suficiente para que la perfumista notara algo diferente. Había una cercanía entre ellos que no podía ser ignorada, algo que había pasado desapercibido hasta ese momento.

Soo-Ah intercambió una mirada con Eun-Soo antes de dar un paso adelante.

—Tenemos algo que deciros —anunció, con su tono firme mas con un toque de nerviosismo—. Eun-Soo y yo… estamos juntos.

El silencio que siguió fue abrumador. La perfumista parpadeó varias veces, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar, mientras Min-Jae levantaba una ceja, sorprendido.

—¿Desde cuándo? —preguntó él finalmente.

Su amigo, siempre más reservado, respondió con un tono tranquilo:

—Desde hace un tiempo, pero decidimos mantenerlo en secreto hasta estar seguros de lo que sentimos.

Hye-Jin miró a su amiga con incredulidad y preguntó:

—¿Por qué no me lo dijiste? Somos amigas.

La chica se encogió de hombros con una sonrisa tímida y contestó:

—No quería que te sintieras traicionada o que pensaras que esto afectaría nuestra colaboración.

Min-Jae soltó una risa suave mientras sacudía la cabeza con incredulidad y dijo:

—Bueno, esto sí que es una sorpresa.

El ambiente, que había estado cargado de tensión entre Hye-Jin y Min-Jae, se relajó un poco con la revelación de Soo-Ah y Eun-Soo. Los cuatro terminaron sentados en la baranda de la azotea, compartiendo anécdotas y explicaciones. Poco a poco, las estrellas aparecieron en el cielo, y la Torre Namsan parecía observarlos con sus luces parpadeantes.

La perfumista, aún procesando las confesiones de todos, miró a Min-Jae a los ojos.

—Supongo que no somos los únicos con secretos —dijo, con una sonrisa que él no había visto en mucho tiempo.




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