Capítulo 3 - ¿Maga?
—Señorita —Escucho una voz y me remuevo. ¿Desde cuándo mi cama es tan suave?—. Señorita... ¡Cuidado!
Giro sobre mi eje y en efecto, un golpe seco contra el suelo me hace abrir los ojos. Lo primero que noto al despertar es que estoy enredada entre las sábanas, una mujer que no es mi hermana esta frente a mi viéndome asustada.
Chillo y eso hace que ella también lo haga. Observo mi alrededor dándome cuenta de que sigo dentro del mundo del libro, ¿Cómo es posible? Me dormí... así que debería haber despertado en "mi" cama.
—¿Usted quién es?
—Mis disculpas por asustarla Señorita. Soy la doncella que está a cargo de usted, me llamo Lorena.
—No se disculpe. Fue mi torpeza la que me hizo caer de la cama, y fui yo quien por mis chillidos la asusto.
Ella agacha la cabeza, intento levantarme como puedo y me doy cuenta de que mi ropa cambió.
—¿Dónde está mi ropa? —Pregunto con nerviosismo.
—Veo que la señorita tiene un sueño profundo —Dice soltando una sonrisilla—. Su majestad me pidió que la cambie por algo más cómodo. Mis disculpas si el camisón no es de su agrado pero es el que pudimos conseguir rápido. Las damas no suelen aparecer o frecuentar el castillo.
Asiento con la cabeza. Lo sé, antes de que Yeruti llegara a Araro'y este lugar no tenía vida y mucho menos a una hermosa mujer recorriendo el lugar.
Si no me equivoco ella pasó unos tres meses en cada reino, dándonos así más contenido sobre cada rey. Intento levantarme y la doncella me ayuda a hacerlo, mi cabello cae por mi rostro cubriéndolo.
Una vez parada le echo un vistazo a Lorena, parece solo un poco mayor que yo. Es morena, ojos grandes y marrones y una sonrisa cálida que me parece irreal... aunque bueno, creo que hay cosas más irreales que una sonrisa cálida en este mundo.
—¿Qué hora es?
—Mmm —Una de sus manos va a su mentón —. Están por ser las tres de la tarde. Su majestad me pidió que la prepare para el almuerzo.
¿Almuerzo a las tres de la tarde? Mi tripa gruñe y llevo una mano a mi estomago apenada. Bueno, no importa la hora porque tengo hambre.
Y además eso significa ver a Jasy de nuevo...
Corro hasta el tocador, veo mi reflejo por primera vez y en serio me sorprendo. ¿Quién es esta persona? Definitivamente soy yo pero no a la vez, es difícil de explicar puesto que uno mismo siempre tiene una imagen distorsionada de uno mismo es solo que mi cabello luce tan sedoso y largo que no parece real. Jugueteo con las puntas observando el color púrpura negruzco y al ver mis ojos del mismo color pero unos tonos más claros me percato que mi piel también luce perfecta y sana. Las manchas de acné se han ido, paso uno de mis dedos por mi mejilla y abro la boca sorprendida, suave. Mis mejillas tienen un rosa natural adorable y mi perfil es de ensueño.
Pongo ambas manos en los costados de mi rostro y giro en dirección a lorena.
—Soy hermosa.
Mi respuesta hace que ponga una cara que no logro descifrar y ríe de forma incomoda.
—Por supuesto señorita.
Giro nuevamente hacia el espejo y mi vista va a mi cuello. Recuerdo el dolor que sentí antes pero no hay nada, ni una marca de esa espada y una sonrisa se asoma en mis labios... estoy tan enamorada de ese rey que estoy feliz de que me haya apuntado con una espada. Debo estar loca, pero cuentas veces quise ser Yeruti para poder estar frente a él...
¡El beso! Oh dios había olvidado ese beso. Tal vez solo fue un leve roce de labios pero siento que ahora si puedo morir en paz.
—Señorita ¿Me permite arreglar su cabello antes de bajar?
Como buena niña me siento y tengo a Lorena peinando mi cabello con delicadeza. Veo el vestido que llevo puesto y siento que el blanco es un poco transparente pero ella me extiende una bata de seda de color marfil para cubrirme.
Antes de salir vuelvo a mirarme al espejo, no hizo nada deslumbrante por mi cabello solo cepillarlo pero no creo que sea necesario nada más puesto que esta tan sano y hermoso que vuelve a sus ondas originales.
¿Es posible sentir envidia de mi propio cabello?
Solo pensar que al volver al mundo real tendré ese trapo en mi cabeza me da escalofríos.
—Por aquí señorita...
—Arami, solo llámeme Arami —Digo, ella niega de forma eufórica.
—¿Cómo podría señorita? Usted es una invitada del rey ¿Cómo osaría a llamarla solo por su nombre?
Bueno... invitada creo que no es una palabra adecuada ya que si mañana mi palabra no se cumple el Rey me va a colgar de un árbol.
Río de forma nerviosa.
—No se preocupe, puede tutearme y yo también haré lo mismo ¿De acuerdo, Lorena?
Para mi sorpresa ella se sonroja levemente, asiente y con una sonrisa la sigo hacia la salida. Sigue sorprendiéndome la altura del lugar... Sé que es un Castillo pero aun así no puedo creer la belleza que me rodea.
Aunque a través de las ventanas puedo notar como el lugar está cubierto de nieve... él lugar se siente cálido. Ver a los guardias reales frente a la puerta a la que me supongo es su comedor me hace preguntar si están aquí para vigilarme, mejor llevarme bien con ellos.
—Hola —Digo casualmente levantando la mano—, soy Arami.
Escucho el gritito de sorpresa de Lorena pero la ignoro fijándome en ambos guardias. Su armadura es brillante y el escudo de Araro'y en el medio me hace caminar más cerca de ellos. No había visto el escudo antes puesto que en el libro sólo lo describen como un copo de nieve pero ese copo tiene dos espadas cruzadas detrás de él.
—Señorita...
—Ya te dije que solo Arami, Lorena —Ambos guardias siguen con la frente en alto ignorándome y frunzo los labios.
—Su majestad, el rey de invierno la espera dentro —Dice y sonrío.
Jasy está ahí adentro. Inhalo, no es bueno que sea tan obvia con respecto a mis sentimientos. Exhalo, debo tranquilizarme, mostrar una actitud seria e inteligente es mi mejor carta para llamar la atención del rey.