Damon
Abro mis ojos con lentitud, mis parpados pesan y me siento cansado, intento moverme, pero un fuerte dolor en mi abdomen me detiene por completo, suelto un suspiro pesado, tengo sed y quiero ponerme de pie, pero al mismo tiempo me quiero quedar acostado, noto que estoy en mi habitación, hay silencio, demasiado para mi gusto y entonces una vez más intento sentarme, esta vez solo ignoro el dolor, cuando la puerta se abre veo a Adriana entrar rápido y venir hacia mí
—Debes descansar Damon —dice tocando mi frente —te traje esto, es para la fiebre —miro la pastilla
—Dame algo más, algo para el dolor
—No deberías tomar drogas ahora —la miro
—Adriana es una orden, no olvides que aunque tenemos sexo eres mi empleada —asiente y se aleja de mí, la veo salir de la habitación, al instante entra su madre, Magda sonríe al verme, a mí se me hace imposible sonreír, la mujer no solo es mi empleada, es como una madre para mí, pero, sin embargo, traiciono su confianza estando con su hija
—Me alegra verte bien jovencito —ella acaricia mi rostro —me diste un susto de muerte
—No llores —digo viendo como sus lágrimas escapan de sus ojos y la abrazo —estoy bien, ya sabes, hierba mala nunca muere.
—Tú no eres malo —cierro mis ojos —eres bueno Damon —ella se separa de mí
—No lo soy
—Has cambiado, pero ese hombre que conozco desde niño sigue ahí —una de sus manos va a mi pecho justo encima de mi corazón —sé que está ahí, solo estás dolido por amar a la persona equivocada, pero estoy segura de que algún día vas a encontrar a alguien que te ame como lo mereces —yo sonrío
—Señor —miro hacia la puerta cuando por esta entra Frank
—Te haré una sopa —dice Magda y solo asiento, una vez que sale, Frank se acerca a mí.
—¿Sabes ya quién disparó? —cuestiono poniéndome de pie —al menos dime que está muerto —le miro
—Le estamos buscando
—Ya, entiendo, debo matarte a ti entonces —él niega rápido
—Lo encontraré señor, lo prometo, pero solo vine por esto —me extiende un teléfono —es el de la doctora, no deja de sonar
—¿Qué doctora?
—La que secuestramos para salvar su vida, señor —alzo una ceja
—¿No la has dejado ir? —niega con lentitud —joder, ¿es que todo debo hacerlo yo? Maldición —paso las manos por mi rostro
—Es que no es tan fácil dejarla ir señor
—Frank solo amenazarla y punto, dice algo y muere, pero que se largue, entre más tiempo esté secuestrada peor será.
—Es que luego de que le salvara la vida decidí investigar sobre ella señor —asiento
—Debieron hacer eso antes
—No había tiempo —él se calla, yo suspiro
—Habla de una vez —mascullo perdiendo la paciencia
—No es una mujer cualquiera, resulta ser que es la hija del dueño del hospital, es la mejor cirujana de este país, pero eso no es todo, Natalia Becker es sobrina del gobernador, su familia es amiga muy íntima del presidente y tiene primos policías por si eso fuera poco, además, su esposo trabaja para el gobernador, en fin, no es cualquiera —me quedo mirándolo con ganas de echarme a reír o de meterle un tiro, elijo la primera porque no tengo un arma en la mano.
—¿Bromeas? —niega con la cabeza —joder, no pudieron secuestrar a alguien menos especial? Maldición —respiro hondo —entonces solo podemos hacer una cosa.
—Matarla —dice y asiento, no puedo dejarla ir, es demasiado importante, hablará hagamos lo que hagamos, estará mejor muerta
—¿Y por qué no lo has hecho ya si sabes todo eso?
—Bueno —sonríe el inútil —usted era quien debía dar la orden.
—¡Dios! Estoy rodeado de inútiles —extiendo mi mano —tu arma, yo mismo voy a matarla y tú tienes 24 horas para encontrar a quien me disparó, o si no te mataré —asiente rápido dándome el arma, yo camino hacia la puerta con una mano en mi abdomen, ¿por qué tiene que doler tanto?
Tomo las patillas para el dolor que Adriana me da y luego voy a la habitación de mi invitada, la mujer salvó mi vida, pero no puede vivir, no es mi culpa que estuviera en el lugar equivocado ni que fuera tan importante, con cuidado entro en la habitación para encontrarme con una pelirroja que está dormida en la pequeña cama, no me dijeron que era tan bonita, me acerco a ella y me pongo a su altura, quito con delicadeza unos mechones de su rostro y respiro hondo, ese perfume, lo he sentido antes, pero no sé donde, Natalia abre los ojos y se queda de piedra al verme, su mirada está fija en la mía y no mueve ni un músculo, debería ser un pecado tener unos ojos verdes tan bonitos.
—Damon —susurra mi nombre como si me conociera, ¿quién demonios le diría mi nombre? Otra razón más para matarla —deberías estar en cama —dice sentándose en la cama, está secuestrada, pero, sin embargo, me dice eso, que mujer más rara —tu herida —miro esta que tiene algo de sangre —debe ser vendada y
—Gracias por salvar mi vida —digo poniéndome de pie
—¿Puedo irme ya? —cuestiona sin dejar de mirarme, debí matarla mientras dormía porque ahora no podré sacarme esa mirada tan inocente de mi cabeza
—No —saco mi arma —no te puedo dejar ir —ella retrocede pegándose a la pared mientras mira el arma
—No, no me mate —pide y mira mis ojos, maldición, los suyos están llenos de lágrimas —por favor
—Lo siento —le apunto sintiendo algo demasiado extraño —pero debes morir
—Salvé tu vida —me mira horrorizada —tengo familia —sus lágrimas salen
—Natalia así es la vida, unos viven, otros mueren, en fin, no lo hagas más difícil —coloco mi dedo en el gatillo, sus ojos se cierran y sí, es lo que hacía falta para matarla, si no veo sus ojos podré hacerlo sin culpa alguna
—Estoy embarazada —dice llorando —por favor no me mate —rápido viene hacia mí, me quedo helado cuando se arrodilla frente a mí —no me mate, estoy embarazada —aprieto con fuerza el arma sabiendo que no puede vivir, pero los recuerdos del pasado me acribillan, ¿rogaría mi hermana de esta forma cuando la iban a matar?, seguro dijo que estaba embarazada justo como lo está haciendo esta mujer ahora, quizás imploró, se arrodilló, lloró para no morir, para intentar proteger a su hijo justo como está haciendo esta mujer, confundido y con manos temblorosas me alejo de ella y salgo de esa habitación, soy un asesino, he matado a muchas personas, pero escuchar que está embarazada me afecta demasiado, pero si no puedo matarla, ¿qué hago con ella?