Persepción Birreal

El Café

Erika estaba leyendo un libro en el asiento de la ventana, cuando escuchó que sonaba el timbre. Al principio no le dio importancia, hasta que oyó una voz masculina preguntando por ella a su madre. "No puede ser. ¿Qué hace él aquí?", pensó al tiempo que se arrancó los auriculares de un tirón, dejó el libro sobre el asiento y se paro frente al espejo; "no puedo bajar en estas pintas", pensó y se cambió el pantalón de jogging por u par de jeans y se puso un par de zapatillas deportivas; entonces salió de la habitación, agarrando una campera en el camino.

***

Etan acababa de llegar a casa de Erika, no podía confundirse, había estado allí hace no mas de seis horas. Se acercó a la puerta y tocó el timbre; escuchó como alguien se acercaba para abrir. Una mujer rubia, de unos cuarenta años, abrió la puerta, "seguramente es la madre", pensó él; luego dijo de la manera más educada posible.

-Buenos días, señora Miller: ¿Se encuentra Erika?

- Eso depende de quien la busca – respondió la madre, Sara, apoyándose en el marco de la puerta.

- Me llamo Etan. Soy amigo de Erika.

-Oh... - se sorprendió la madre -. Erika nunca mencionó tener un amigo... - se mordió para no decir "real" -... tan guapo.

- Oh, bueno. Nos conocimos hace poco. Se suponía que le iba a...

- Etan, ¿Qué haces aquí? – interrumpió Erika, quien había bajado corriendo las escaleras y se detuvo en la puerta, shockeada al ver al chico.

- Habíamos quedado en que hoy te iba a invitar un café...

La madre de Erika, al ver lo sonrojada que estaba su hija, decide dejar a solas a los dos.

-Ahora que recuerdo..., tengo que hacer algo – dice entrando a la casa -. Suerte – le susurra al oído a Erika y la guiña el ojo -. Diviértanse – tras decir esto último cierra la puerta.

Erika y Etan quedaron solos en la entrada. Ella se quedó viendo a la puerta, atónita.

-Entonces... em... ¿vamos? – preguntó Etan.

- ¿Eh? Oh, ah, si... - respondió Erika volviendo en si y volteando a verlo.

***

Al cabo de media hora ya estaban en el centro de la ciudad. Erika ya había estado allí un montón de veces, pero al estar en compañía de Etan, parecía la primera vez. Su ya sobrehumano abanico de colores se expandía aún más; pero, a su vez, casi no percibía esa "otra dimensión" que le había dicho su acompañante. Solo podía pensar en él.

Se detuvieron frente a un café; estaba poco concurrido, pero debía ser por la hora. Entraron y se sentaron junto a la ventana. Luego de haber ordenado y que la mesera se hubiera ido, Etan pregunta:

-Erika... ¿Cómo son tus amigos? – ella se encogió como diciendo "es que... yo no tengo amigos". Al notar esto, él agregó -. Me refiero a..., tú sabes..., a tus amigos...

- ... ¿imaginaros? – Erika bajó la cabeza un poco nerviosa. Era la primera vez en 7 años que alguien le preguntaba sobre sus amigos, sin burlarse de ella -. Pues... no se por quien empezar... Son cinco: Max, él es como "líder del grupo", y es muy orgulloso. Luego están Marco y Chiod, ellos son hermanos y siempre están juntos; marco es un genio, pero a Chiod le falta un tornillo. También esta Jes, él es puro músculo, aunque nada recalcable en cuanto a intelecto. Y el último es Scait – para este punto ella ya se había relajado, aunque seguía mirando la mesa. No se había percatado de que ya habían traído su orden y estaba mirando su café -, él es mi mejor amigo, siempre estuvo ahí para mí, él... - Erika levantó la cabeza para ver a Etan, pero lo que encontró fue un chico, de pelo icanos, sentado junto a él. "Él está aquí", pensó y se congeló de la vergüenza, ahogando un grito y bajando de nuevo la mirada.

- ¿Está todo bien? – preguntó Etan preocupado.

- Si... solo debo ir al baño – respondió Erika mientras se levantaba y tomaba del brazo a Scait, al paso. Una vez estuvieron lejos de la vista de Etan se detuvieron. Entonces ella se da vuelta, enojada, y le pregunta al entrometido:

- ¿Qué haces aquí?

- Te tengo una mejor, ¿qué haces tú aquí con él?

- Te tengo una mucho mejor, ¿qué te importa?

- Te fui a buscar a tu casa, como todos los sábados, y te vi en la puerta con ese idiota. Luego los seguí, y vi que entraron a un café. ¿Están saliendo? ¿Te gusta?

La cara enrojecida de Erika lo dijo todo, pero, aun así, ella, lo quiso contrariar:

- ¿Qué? No. Lo conocí hace dos días. Él me invitó a bailar ayer, y hoy me dijo de ir por un café. ¡Es todo! – terminó de hablar más roja que cuando empezó.

"Maldito seas, Etan. Lograste más en tres días que yo en diez años", pensó Scait.

En eso son interrumpidos por Etan, quien, luego de haber visto a la chica discutiendo al aire en el pasillo que llevaba a los baños, decidió ir a ver qué pasaba.

- ¿Todo bien aquí?

A Erika se le heló la sangre al escuchar a Etan, y casi estalla de vergüenza al verlo parado junto a Scait, sin siquiera saber que estaba ahí.

- ¿Y no nos vas a presentar? – preguntó el castaño como si pudiera ver al otro -. Déjame adivinar: Scait, ¿no es así?

Tanto el mencionado como ella se sorprendieron ante tan acertado comentario.

- ¿Cómo lo...? – preguntó atónita la rubia.

- Simple: vi como te congelaste cuando estabas hablando de él, y como te fuiste usando la escusa más gastada de la historia, tomando algo invisible en el camino.

- Oh...

- Entonces...

- Ah, si... Bueno... - vaciló un poco -. Es que... - respiró hondo -. Está bien. Etan, él es Scait. Scait, Etan.

- Un placer, Scait... bueno, aunque no te pueda ver – Etan amagó a ofrecer su mano para saludar; era solo un reflejo.

Aquel le tiró una mirada como diciendo "porque no te vas al diablo". "Suerte que Etan no pudo verla", pensó Erika.

-Él dice que el placer es suyo – dijo para que luego la mirada asesina de Scait se posara en ella.

- Bueno, ¿Por qué no volvemos a la mesa que nuestros cafés se enfrían?

- E-está bien – respondió Erika.



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En el texto hay: amigos imaginarios, danza

Editado: 31.07.2021

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