Personas Peligrosas

Capítulo 4

—Lo siento mucho, Midori —dijo inmediatamente Shion—. Lamento haber llegado tarde.

—Está bien, solo cállate y suéltame que me duele todo el cuerpo —pidió, diciendo lo último en voz baja, pues aún estaban en público.

—Hola, Shion —saludó algo incómodo Takemicchi.

—Lo siento —repitió haciendo una reverencia, una vez había soltado a su amigo—. Buenas tardes, comandante y subcomandante, hola Takemicchi.

—Vámonos, Shion, adiós —dijo Midori, pues este sentía que estaba por colapsar y no sabía si era por el calor, el dolor, o toda la situación.

Shion se despidió, y ambos caminaron en silencio, pues sabía lo paranoico que era Midori, y no quería hablar en público. El rubio estaba pendiente de la forma de caminar de su amigo, pues era consciente que este estaba aguantando el dolor. No tardó en caminar más rápido, y ponerse frente a él, dándole la espalda, y agacharse.

—¿Qué se supone que haces? Shion —preguntó algo confundido Midori.

—Sube a mi espalda, Midori. Estás hecho mierda, y no soportarás el camino —aclaró—. Por favor, estoy preocupado —pidió y después de unos segundo, quiso disimular la pequeña sonrisa cuando sintió el peso extra en su espalda.

—Shion, si estoy dejándote hacer esto, es porque no quiero que te sientas culpable de alguna manera —aclaró—. ¿Escuchaste?

—Sí, sí. Lo sé perfectamente.

Cuando llegaron al departamento de Midori, el castaño se alejó de sus amigos para poder quitarse todas las ropas extra, quedando en unos pantalones oscuros y una camisa blanca sucia.

—Voy a bañarme, prepara por favor el botiquín y el mapa, Shion —pidió mientras se iba a su habitación, tirando de paso la ropa sucia en el cesto.

Esa era la rutina cada vez que Midori era descubierto. Llegó para defenderlo, y cuando no podía, ayudaba a curarle las heridas y de paso, buscar otra ruta para volver sano y salvo a ese departamento. Aunque la rutina le resultaba devastadora, aun así, lo que más le preocupaba era la naturaleza con la que su amigo toma las cosas, cualquiera en su lugar había caído en la desesperación o algo parecido. Pero, Midori era un témpano de hielo, que buscaba todas las soluciones posibles, hasta cierto punto eso le parecía extraño y admirable. Después de unos minutos, apareció Midori vestido con ropa grande y se dirigió a la sala, en donde estaba sentado su amigo.

—Te ves preocupado —advirtió mientras tomaba asiento a su lado, con una toalla en sus hombros, inmediatamente su amigo lo vio, abrió el botiquín de primeros auxilios—. ¿Me veo tan mal? —preguntó viendo su rostro en la pantalla de su teléfono.

—Nada, eso se arregla con ayuda de la inigualable Shey —aclaró con una sonrisa.

—Gracias —dijo mientras tomaba las dos botellas de agua oxigenada, y el alcohol etílico—. Voy a tratar mis heridas, y de paso le echaré un ojo al mapa, gracias por desplegarlo.

«Realmente admirable» pensó el rubio viendo a su amigo pasar por su mano, un pequeño trozo de algodón remojado con alcohol etílico, mientras veía el mapa de los vecindarios de Japón. Después de un tiempo, con las heridas ya medianamente tratadas, Midori se centró en buscar nuevas rutas y tachar las que ya se conocían, con un marcador rojo.

—Oye, te invito a comer, y de paso me cuentas qué tal tu día —sugirió, y el rubio sonrió.

—Acepto el chantaje.

Y esa era la rutina de todas las veces en que no podía proteger a su amigo, al final siempre iban a comer y hablaban de cualquier cosa para ser una distracción, e ignorar el mundo, al menos por unos minutos. Midori, siempre estuvo agradecido de que su amigo se prestara para ayudarlo en aquellos momentos tan difíciles.



#1565 en Fanfic

En el texto hay: fanfics, fandom bl, tokyorevengers

Editado: 13.03.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.