Por favor, sólo hazme un favor. Ámame. Ámame como si fuera la única, como si fuera única. Ámame como si tu vida dependiera de ello, ámame como si amarme fuera lo que más anhelaras en tu vida. Ámame sin reparos, sin misericordia, sin pena, sin remordimientos, sólo ámame y hazme tuya de forma que mi corazón se una al tuyo y latan al mismo són, hazme pertenecerte hasta que nuestras respiraciones sean resquicios de las del otro, hasta que nuestros labios se fundan y nos volvamos uno. Oblígame, por favor, a amarte hasta incinerarme de tanta emoción, hasta que mis palabras se reduzcan a suspiros de tu nombre, hasta que me consuma y no quede nada más que mi alma deseosa de ti.
Te amo, te amo, te amo. Te amo en el silencio de la desesperación, en la risa callada de los árboles, te amo en el momento en que las nubes cubren el sol y le prohíben quemar mis pupilas, te amo en la frisa fresca que alivia corazones y seca rencores, te amo en el placer secreto que se encuentra en el sonido que hacen las hojas de un libro al ser pasadas, te amo en el olor a pasión y dolor de los libros antiguos, te amo en los gritos desesperados de mi alma muda que clama por algo que no conoce, te amo por sobre a todo el mundo, por sobre al dolor, por sobre a la frustración, te amo tanto que haría arder el cielo para abrirte las puertas del universo. Te amo con esa desesperanza insoportable de los que ríen en el dolor, te amo con esa fuerza misteriosa que se
obtiene en los peores momentos, te amo con esa pasión y entrega que se le obsequia a un imposible, te amo aunque tú nunca me ames, te amo aunque tú nunca me cumplas los favores silenciosos y eternos que te ruego.
El dolor no se calma, y tus palabras amables y distantes no alivian nada, te amo cuando me obligas a odiarte para no lastimarme, te amo en el momento en que rompes mi corazón para evitar
romperlo, te amo cuando me alejas para no lastimarme, lastimándome en lo más profundo. Espero estés feliz, pues te odio como tanto deseaste, te odio por esa mirada tuya, tan profunda y lejana, esa que no decía ni una ínfima parte delo que realmente sentía; te odio por tu voz, sabia y serena, que tantas veces supo arrastrarme desde el cielo para obligarme a poner nuevamente los pies sobre la tierra; te odio por esa inteligencia que posees, esa inteligencia aguda y maliciosa, esa que era al mismo tiempo cruel e inocente, ingenua y penetrante, que me enseñó tantos mundos y me abrió tantas puertas; te odio por ser tú, te odio por arrebatarme parte de mí, ¿por qué nunca entendiste que intentando forzarme a odiarte te llevaste parte de esencia? ¡Ya no puedo sacarte
de mí ser! ¿Por qué me arrebataste parte de mí? ¡Yo soy mía, soy de mi propia pertenencia! No quiero que me arrebates partes de mí, no quiero que veas mi fragilidad, mis demonios, mis fantasmas, no quiero que veas esa parte que no conozco, ese lado oscuro que temo y odio, que me trae de vuelta la inseguridad que constantemente me acecha. Pero la razón más fuerte por la que me opongo a tu robo, es que con esa parte que me arrebataste ya no podré amarte, por lo que no podré entregarme entera a ti, no tendré todo mi ser para amarte y odiarte tal y como deseo, pues es diferente el entregarse a que ser arrebatados, es diferente el que yo desee entregarme y pertenecerte a que tú me arrebates parte de mi ser, porque esa parte que me arrebatas ya no podré entregártela y me duele.
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Escrito hace dos años.