El ventanal de la pieza (ahora oscura, la ausencia de luz es necesaria para igualar el ánimo meláncolico del Pavlo) deja entrar las luces de la ciudad fantasma que es Concepción. Las voces de Pixie son idóneas para el momento, si hiciéramos una serie de nuestras vidas, este sería el soundtrack perfecto. Pavlo está acostado diagonalmente en la cama, yo estoy con medio torso sobre él. Mi mano derecha está en su seno, tengo la pipa y el encendor encerrados en mis dedos. Ninguno habla. Miro la cara del Pavlo, demacrada, está pálido y sus ojeras se marcan más que antes. Tamborileo nerviosamente con los dedos. Bajo estos, la pipa se siente extraña, mi índice y anular están totalmente sobre su pecho (el latir de su corazón me recorre como un sonar reconoce el arrecife, el calor de su cuerpo se siente reconfontante, sabe a hogar en mis sentidos drogados), mas la pipa impide que algo más que la yema de mi dedo medio toque la calidez de mi amigo (es una palabra con la que me cuesta describirlo, Pavlo dejó de definirse con una palabra ahora tan burda como esa). Muevo un poco la pipa con los dedos, jugueteo con el encendedor.
Ojalá existiera un toque mágico que le devuelva la vida a un corazón roto. Me doy rabia por unos segundos (que se alargan por años que se convierten en décadas y después en vidas), ¿de qué sirven las palabras que tanto amo si no puedo llevar el dolor lejos del alma que acompaño? ¿Por qué quiero saber hablar si mi voz es inútil contra la pena que ahoga? Mi garganta pica por la marihuana, le pregunto cómo se llama este capítulo de nuestra novela. Prioridades, me dice. Mentira. Priority. Todo suena mejor en inglés. No, rebato. Nou. Beso su brazo. Aún no me cuenta que pasó con la Paski. Me da miedo preguntar, sus ojos usualmente cálidos, parecían muertos cuando nos vimos en el mall.
- ¿No quieres venir al depa?
- ¿No puedes venir tú?
Callé por unos segundos.
-Ya, llego en quince.
Cuando llegué al mall, saqué plata y subí al KFC. Me senté con él. Sus ojos se veían tan muertos. Te amo, me dice. Te amo, le digo. Te amo y te lo repetiré (gritaré, lloraré, susurraré) todo lo que necesites y más, lo usaré como pegamento para armarte cuando te rompas, será el ungüento que aplique sobre tus heridas, un grito desesperado, una cicatriz en el fuego, lo que necesites seré.