La luz cae y no soy nada, ¿puede la nada definir un todo? ¿No es la nada ausencia de un algo? ¿Pero si ese algo no es? Cierro los ojos, el rojo furia me absorbe en su vórtice ineludible, al menos ahí sí soy parte de algo, porque el rojo es algo, ¿no? Existe, ¿verdad? Pero yo también existo y aún así aquí estoy. Como niebla tras la tormenta. O niebla antes dé ¿...? Salto y salto a gritos que no oigo, los siento en mis huesos como una verdad, una realidad inamovible, grito yo pero sigo sin ser nada ¿o siendo nada? ¿Siento nada? ¿Puedes sentir algo que se supone no existe? ¿Entonces qué soy? Un murmullo, un susurro, un bramido, un grito. Un gorgojo del agonizante. Un balbuceo del temeroso, el odio del tartamudo, la frustración del mudo. Hablo porque se escucha, aunque yo no me oiga, ¿tiene validez la palabra del que no es? ¿Quiero que valga? Mejor sería que muriera en mis dedos, pudriéndose bajo la nada inexistente pero que es más que nada. Lo llaman tristeza, lo llamo existencia. Denme un respiro o mejor oblígenme a respirar porque mi sangre se apagó. Me ahogo y lo miran con azul reluciendo en ellos, ¿quiere el azul salvar al rojo muerto? ¿No es más fácil saltar y llorar? Qué son todos si no nada. Asfíxienme y me callarán, pero mi tinta seguirá goteando irreversiblemente, arañando con lo que nadie quiere tratar, persiguiendo al que no quiere correr, ¿quién quiere tratar con el victimario si pueden velar a la víctima? Mi nada es ahora menos nada, es intangible, es intratable, digo ser incorruptible pero la mentira se desborda por mis lagrimales, ¿siguen viendo los ojos de quién decide ser gris? Todo es tan confuso que la nada es reconfortante, la nada que no apremia, que no empuja, que no hunde. Soy un recuerdo del que olvidó, el rumor de las hojas removidas me sobrepasa y quiero ser su raíz. Radical, irracional, irreverente, palabras vacías que quieren alcanzar el cielo pero caen a medio vuelo. Al menos intentan volar, al menos. Al menos, al más, al nada, al todo.
La sangre cae y el suelo se quema, la tierra se vuelve cenizas de quienes desaparecieron absorbidas por el todo. Fueron alguien, pero ahora no son recordados. Somos recordados. Irrisorio. Ridícula mi risa, ridícula la nada, ridículo el todo.
NO SÉ NADA NO SÉ QUÉ
Cállenme por piedad aunque esta sea falsa, el cielo es duro y burlón, me mata o no soy. Mi rojo se torna azul, azul doloroso, azul ahogado, azul insensible, azul que es tiempo y tiempo que muere. Díganme quién soy, grítenmelo porque no puedo oírlo, porque no puedo verlo, porque no sé. Los ojos taladran, penetran el consciente y lloran el inconsciente, luchar cansa y mi nada duele, mis brazos cuelgan lángidos porque perdieron su propósito, susúrrenme el correr muerto del cansado. Brillo brillo brillo, si grito no muero, si salto existo, si lucho soy. La guerra me carcome, no sé si los gritos sirven.
No cae el que quiere sino el que no. El deseo es efímero y la verdad es tan dura que la maquillo con hojas y naranjo, que no se vea, que no se note, árbol que aguanta, alas podridas. Bien, mal, no, sí, ¿tiene sentido? ¿Por qué no puedo verlo? Me vuelve negra, ¿podré o no? No me supera porque no quiero, no me hunde porque no. Ni siquiera hay motivos, terca que soy, tonta que no dejo de ser, ¿quiero ser algo? Somos huellas que la avalancha borra, arrastrar lo que puede NO
Escrito de qué sirve, vomito lo que me mata para morir de otras cosas, menos dañinas, más evidentes, menos reales. Huyo de todo, la liviandad del viento me llena y me empuja. Deja de mentir(te) ser idiota, ser vacío, ser inútil, nada que hiere porque no es, pseudo cosas que se supone no existen pero aquí están, aplastándome sin que luche realmente, ¿quiero luchar? AH Todos dicen que sí quiero, que vale la pena, que soy pero no quiero o quizás es la mecánica del humano, el complejo de héroe que nos inculcan, querer salvar aunque no se pueda, aunque no se quiera, ¿es tan malo? ¿Dormir? Se van y me voy, somos nómadas que se creen civilizados, rompemos realidades como si fueran de papel (¿o lo son?). Corre que te alcanzo, te alcanzo así que corre, deja de darme, no quiero abrir la lengua, que se pudra, que deje de ser. Afilada como las nubes que rasgan el cielo, lenta como la sangre que no me recorre. El latido es sordo, me rompe al recorrerme, palpito a su són y los pedazos caen sin que quiera recogerlos (¿cogerlos o recogerlos? ¿Estuvo en un principio?). Trozos de nada, nada de todo. Explíquenme la vida que no la entiendo. Con ramas, con aves, con celeste y calor, el azar es y me río de eso. Me río de la vida y me escupe en la cara, me lo merezco o tal vez no, a nadie le importa porque a nadie le quiere importar. ¿Es arreglarse? ¿Mejorar? ¿No es la felicidad un concepto más bien utópico, inexistente? No quiero arrastrar, me llaman cobarde y les grito valiente. ¿Valientes, por qué? ¿Por mentir sin reparo? ¿Por el descaro? Me obligan a romperme el rostro y me dejan chorreando sal. Somos veneno, no me hagan esto. Espero esperar esperanza, pero se me escurre entre las venas, quítenme esto, quítenme la nada, quítenme de mí. Soy un número entre colores que bailan exudando gozo, no. Creo madurar pero no soy más que un amargor astuto. Y ni eso, no soy nada y a nada llegaré. Creí que el rojo me salvaría pero no es más fuerte que un suspiro. Efímero, fugaz. No somos ni un punto, ni un guión, ni un carácter, soldados sin guerra. Levanten mis párpados o déjenme ser. Mañana será otro día, pero yo no quiero más de esos.
QUIERO SER CENIZA Y YA NADA SOY