¿Qué voy a hacer, con tanto cielo para mí? ¿Qué voy a hacer, con las nubes corriendo por mis venas? ¿Qué voy a hacer, con la vida tomándome sin piedad? Llevo tantos siglos, tantas vidas corriendo sin saber de qué ni de quién, mirando el cielo como un aliado que mira y espera con paciencia eterna que no juzga, no rechaza, no desprecia. Quizá fui ave en otra vida, un cóndor que con sus alas gigantes rompe el cielo en su vuelo poderoso. Quizá fui nube, tranquila y sin apuro en un viaje sin fin, conducida por el viento que moldea y cambia. Quizá fui lluvia, que tras el frío duro y el viento implacable, caí sin remedio a morir en el suelo, rompiendo con mi muerte la tierra que me acoge, la vida que me mira, el tiempo que no para. Quizá fue estrella, hace millones de años atrás (pero, ¿qué define una vida pasada? El tiempo no es nada cuando no existes), a billones de años luz de donde ahora estoy, tal vez cuando miro el cielo miro la luz de quién fui y no volveré a ser. Quizá fui árbol, alzándome en busca del azul inagotable, siempre firme mirando el infinito, resisitiendo lo que la vida me trae (hasta que llegan los que se creen invencibles, imponentes, insuperables, quiénes con sus hachas y máquinas de muerte me arrancan para transformarme en papel que alguien usará más tarde para escribir historias, de muerte, de vida, de amor, de odio, ¿se puede definir con exactitud una historia, una vida?).
Ha pasado tanto en tan poco que ya no me reconozco. Ya no conozco mi entorno, mi familia, mis amigos, mi ambiente, mi vida. ¿En qué momento todo se fue tan a la mierda? ¿Por qué solo me doy cuenta al choque? Supongo que nunca fue pseudo-depresión. Supongo que nunca estuvo fuera de la mierda.