Los primeros días en Lima resultan ser una prueba de resistencia. Andrés lucha con el idioma y las dificultades para encontrar trabajo en un mercado competitivo. Su tiempo se llena de recorridos por calles desconocidas y la entrega de currículums, mientras sus ahorros se reducen. La soledad y la nostalgia se convierten en compañeros constantes, y Andrés empieza a dudar de su decisión. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando conoce a Carla, una barista peruana con un carácter cálido y una actitud amigable. Carla se convierte en una amiga esencial, dándole consejos valiosos sobre el mercado laboral y presentándole a su grupo de amigos, quienes le muestran la auténtica hospitalidad peruana.