Otra vez, la misma herida de hace unos días, al intentar tomar un vaso de agua, tu cuerpo se queda inmóvil y pierde los reflejos del pasado, cae al suelo y los pequeños cristales rebotan de manera aleatoria, pero como si fuera el cruel destino, uno de ellos se incrusta directamente en la piel del brazo derecho, - que suerte la suya, no la mía, observando como el color carmesí brota sin ataduras, toma unas venditas que no sirven demasiado, espera, - acaso es la manifestación del pasado, un giro innecesario devuelve a la no muy agraciada joven de inmediato al presente, continua el ejercicio de las mancuernas laterales, son mas o menos 10 kilos por mano, una posición de no mirar con el suspiro es la clave, pero en todo el viaje físico, solo volteas hacia los costados buscando la aprobación del mentor, - no se ve muy humano, solo un sujeto acicalado, siendo casi las 11 de la mañana, tienes la última repetición, el cuerpo se escucha pesado en el ambiente cerrado, - las ventanas no abren, ¿enserio?, no puede ser pareciera que todo esta arreglado para que “mal salga”, como este relato, aunque si somos claros, lo que se ve, es simplemente un desprecio innecesario al observador ahí parado… solo y debilitado...