Pesadillas

Accidente

Esta vez, me hallo en la casa de un tío que posee la misma edad que yo. Precisamente nos encontramos en el living de su hogar sentados cada uno en una silla jugando a la consola de videojuegos. Entre el sonido emitido por el televisor, logramos oír que alguien tocaba a la puerta principal de la casa. Ambos vamos a atender y, nos topamos a una amiga y un amigo quienes venían de visita. Dicho amigo, habla precipitadamente salteándose el gesto de saludos para pedirme que vayamos a mi casa de manera urgente. Intrigado por el motivo de tal petición le pregunto sobre el tema, pero eso pareció disgustarlos, mi pregunta los molestó a ambos. Sin embargo, insistiendo aún más, propone llevarme en bicicleta para llegar rápido. Dudando, miré a mi tío y le pregunté si iba venir con nosotros. A lo que respondió, que estaba inundado en tristeza, y causa de ello no podría ir. Tras su respuesta, solo quedó decir adiós. Bajé las escaleras y al salir, contemplé que estaba a punto de anochecer.

En algún momento, el escenario cambió sin yo haberme percatado. Solo yacía sentado en la vereda de mi hogar esperando al padre de dicho amigo, quien se mantenía parado a mi lado. Socavando información, me relato que quería invitarme a cenar junto a nuestra amiga en su casa.

- ¿A qué hora llega tu padre? – Pregunté.

- Va a venir en su camioneta, no te preocupes. – Sonrió.

No supe que más contestar y solo dejé que el azar tomara el control del ambiente. No pasaron ni cinco minutos y su padre llegó. Los tres subimos tranquilamente, el viaje era un poco largo, puesto que ese amigo vivía en la localidad del cerrito fuera de la ciudad. Además, debíamos cruzar un puente para ello. Todas las calles se encontraban iluminadas, la noche había caído.

En el momento que empezamos a cruzar el puente, el señor, perdió el control total del vehículo, logrando que tras chocar un poste, la camioneta diera tres vueltas por toda la calle. Hubo una explosión resultante de dicho accidente. Salí disparado y caí junto a la cera junto a ese amigo. Observé mi entorno a medida que me ponía de pie, y noté que tanto el señor como esa amiga no estaban, dando a entender que fueron víctimas del accidente. Inmediatamente, revisé a mi amigo, y al ver que estaba consciente pero malherido, lo ayudé a caminar para seguir trayecto a su hogar a pedir ayuda. Al salir del puente, notamos que las casas del alrededor no tenían nada de iluminación, la luz solo se hallaba en la calle.

A medida que caminábamos, gente salió de las casas a ver el accidente. Sin embargo, no los lograba ver bien, solo sombras en la oscuridad que murmuraban sin parar. Por alguna razón, estas personas criticaban demasiado a mi amigo, de tal forma que lograron que cediese al llanto y huyera hacia un rincón de esa oscuridad. Tras su partida, emprendí rumbo a la casa de mi abuela que también habitaba en el cerrito para solicitar ayuda.

Al llegar, noté que la puerta de la entrada principal se hallaba cerrada. Sin embargo, había luz en el garaje a la derecha, lo que quería decir que aún permanecían despiertos en la casa y que podía entrar por la puerta trasera. Al momento que entré en su hogar, me percaté que los perros y el loro que tenían en el fondo no estaban. Ni siquiera había luz en el lavadero y la cocina. Avancé hasta llegar al pasillo que conectaba a todas las habitaciones. Fue algo extraño ver la densa oscuridad en todo su hogar, a excepción de una habitación que tenía iluminación, la cual le pertenecía a mi tía.

Con toda confianza, me dirigí hasta allí y entré a su cuarto. Ya dentro, vi a mi abuela tendida en la cama de la izquierda durmiendo con el rostro todo tapado, y a su derecha, a mi tía con una tijeras viejas y grandes en sus manos sentada en otra cama. El rostro de ella era extraño, algo me incomodaba. Cuanto más observaba, sus rostros tendían a desfigurarse. De las uñas de sus manos y sus ojos comenzó a brotar una sangre bastante oscura. Ante tal situación, caí en angustia. El cuerpo me pesaba toneladas.

- ¿Necesitas ayuda hijo mío? – Preguntó mi tía haciendo el gesto de cortar con la tijera mientras sonreía y se paraba de la cama.

La perturbación fue tal, que solo corrí hacia las afueras de la casa buscando escapar. Cuando llegué a la calle empecé a correr por allí hasta que tropecé. Caí de frente y me quebré la pierna derecha tras golpearme con el pavimento. Levantando la mirada hacia arriba, una luz amarilla venía a toda velocidad. Un auto me atropelló…



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En el texto hay: fantasia, miedo, terror

Editado: 16.09.2024

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