El lugar se hallaba completamente devastado, con indicios de que su destrucción fue producto de una manifestación bastante agresiva. Sin embargo, alrededor de los locales y por fuera en la calle, no circulaba ninguna persona, ni siquiera había ruido. Por alguna razón, me encontraba en aquel ascensor viejo con puerta de reja. Subía y bajaba sin dirección alguna, temiendo caerme por la inseguridad de dicha máquina. Al cabo de ver repetidamente los nueve pisos del edificio, bajé en planta baja para contemplar el desorden de la galería. Caminé adentrándome hacia las ramificaciones del lugar esperando buscar “algo” que desconocía. Al llegar al final, me topo con la calle y noto que todos los edificios están borrosos. Allí afuera, veo a mis padres, mi abuela, mis dos hermanos, y a la par de ellos, dos desconocidos. Llevaban puesta ropa como para ir a la playa. En lo que observo, mi abuela se acerca para saludarme.
- Hijo mío, ¿quiere que vamos al río? – Preguntó con delicadeza mientras me da un beso en el cachete.
- Vamos. - En cuanto respondí, tan solo al parpadear los ojos, me hallaba en el río de mi pueblo natal.
Lo particular de este escenario era la soledad, alrededor no había nadie nuevamente. El cielo estaba oscuro, de noche, sin estrellas, ni nubes ni luna. En el río no circulaba agua, del emanaba un fuego atroz. El miedo hizo que cerrara los ojos para ocultarme de aquel fuego. En cuanto vuelvo a abrir los ojos, estoy de nuevo en la galería San Martin con mis familiares y aquellos dos desconocidos. No recuerdo con que palabras lo dijeron exactamente, pero me preguntaron si aquella aventura en el río fue divertida. Todos miraban con los ojos bien abiertos y una gran sonrisa. Ante esa pregunta y la incomodidad del momento, respondí un “sí” con pocas ganas.
Extrañamente al responder, noto que en mis manos yace un volante y me encuentro sentado en una camioneta conduciendo por esos pasillos largos. El camino se estrechaba, a lo que decido disminuir la velocidad para no impactar contra los muros. Al parar, bajé del vehículo y fui derecho al ascensor junto a mis “acompañantes”. El ascensor tenía un aviso claro, la capacidad máxima era de cuatro personas. Entre una pequeña discusión, ellos concluyeron que debíamos subir de a cinco personas para llegar más rápido. Los elegidos fueron mi padre, hermano y los dos desconocidos junto a mí al último, quedando a roce la espalda con la reja de dicho ascensor. Al empezar a elevarse, el espacio se hizo más reducido. Una fuerte angustia domino mi mente y cuerpo, ya no sentía aquella reja rozando la espalda, un paso en falso y caía al vacío. Pronto, sería inevitable la caída al precipicio. No sentí la caída, pero aterricé en un suelo amarillo de un lugar conocido. Al no haber luz, solo contemple un pasillo largo que llegaba hacia una habitación apenas iluminada por una luz cálida. Caminé hasta entrar en la pieza y de inmediato, me percaté que era justamente la mía. En el escritorio al lado de mi cama, no era una lampara la que daba un campo de visión, sino una vela apunto de apagarse. Traté de relajarme de la tensión generada por aquel ascensor sentándome en la cama. Todavía no puedo explicar esa sensación que transcurrió en ese momento, el miedo era tal que no podía respirar y el cuerpo se me entumeció por completo. Apuesto a que estaba pálido tras oír que del pasillo venían unos sollozos y gritos. Instintivamente, agarré la llave de la pieza y me levanté para cerrar la puerta a toda velocidad. Pero en cuanto lo intenté, observé que en el suelo del pasillo yacían trozos de carne humana y enormes charcos de sangre. Desde la oscuridad, escuchaba las suplicas.
- ¡Por favor, déjanos entrar!
- Cierra la puerta, él ya viene.
- ¡No lo dejes entrar!
El shock fue tremendo, esta vez ni los propios instintos dejaron movilizarme. El temblor en mi cuerpo logró que me cayera hacia atrás. Lo que empeoró la situación, fue la oscuridad. Hasta entonces, la vela finalmente se había acabado. Al final del pasillo, detrás de esas pilas de carne, unos ojos rojos sedientos de sangre me observaban y venían corriendo para la habitación…
Editado: 25.11.2024