Pesadillas

Puerta a la escalera

En la antigua casa de mi abuelo por paterna, arriba en el primer piso, exactamente en el comedor. Estoy con mis dos hermanos menores, F y L, quienes tienen la edad aproximada de entre diez y once años. La distribución de la sala es la siguiente, a la izquierda tenemos la cocina, al frente a la derecha esta la escalera de entrada a la casa, y al frente a la izquierda, tenemos un pasillo extenso que conecta las habitaciones de mis tíos, abuelo y el baño. En la pieza de nuestro abuelo, no está él, sino mis padres durmiendo allí. Por las ventanas a mano derecha, veo que esta oscuro debido a la noche. En la sala no hay luz, más solo la que entra por las ventanas de los postes de la calle. Se contempla una mesa vacía ante mis ojos, alrededor están sentado F y L, quienes no quieren dormir. Ante el aburrimiento, les propongo jugar a juegos de terror acompañados con músicas tétricas para mayor emoción, con lo cual, ellos aceptan. Les explico que íbamos a ir escalando nivel a nivel, hasta llegar al diez, que sería el nivel final.

Tras ello, doy inicio con el primer juego, este mismo consta de recoger objetos en la oscuridad, acompañados con la música tétrica, y de esa forma, superar algo de su propio miedo. En total, eran diez lápices o sillas de plásticos dispersas por la sala que debían tomar para pasar al siguiente nivel.

Al terminar con éxito la tarea, están eufóricos, ansían saber acerca del próximo juego. Intentando calmarlos, elijo un juego bastante simple. Trata de sentarse en una silla de madera con pequeñas ruedas para movilizarse, y observar en dirección a la puerta que da con las escaleras, también acompañados con la música.

Primero, inicia mi hermano. Él debía sobrevivir tres minutos aproximadamente. Al principio, él está sentado de manera estática, contemplando con algo de aburrimiento aquella puerta entreabierta. A medida que se intensifica la melodía, veo que su expresión va cambiando, con esto, empiezo a mover su silla de atrás hacia adelante, tal y como un cochecito. Pasando los segundos, escucho pasos por aquellas escaleras. Eso me asustó, puesto que abajo había otra puerta que siempre esta con llave por la noche, es la que da acceso al edificio en sí. ¿Quién podría ser a estas horas de la madrugada? Me pregunté, sin prestar mayor detalle, ya que finalizaba el turno de F. La música se apagó y los pasos cesaron también, llego algo de alivio para ambos ante el estrés provocado por la incertidumbre.

Mi hermana al ver que, si bien el juego era simple, insistió por jugarlo a pesar de que yo ya estaba planeando dejarlo. Traté de impedirlo dando argumentos, pero el que lanzó ella era muy válido.

- ¿Por qué él puede jugar y yo no? – La relación entre hermanos siempre era igualitaria, por eso existía el peso de su palabra.

Ante ello, le digo a L que se siente en la silla y que yo estaría a su lado. La música inicia y observamos la puerta de la escalera. La melodía a medida que iba sonando, se me hace conocida, como si la escuchara tiempo atrás para escribir. Al principio, no pasó nada, mi hermana reclama que el juego es muy aburrido de repente. Para hacerlo emocionante, comienzo a mover su silla hacia adelante y hacia atrás como a F. A los pocos segundos, entre los dos, oímos pasos en las escaleras. A medida que la música llegaba a sus puntos más intensos, la cosa que caminaba por ahí, subía más rápido dando pasos fuertes que daban un eco en la entrada. Ya en el último tramo, parece detenerse. En ese momento, decido terminar el juego y cerrar la puerta con llave para que nadie entré. En cuanto me estoy por levantar de la silla, algo sube a toda velocidad y embiste la puerta con gran fuerza, haciendo que la misma se golpee contra la pared y el sonido provocado retumbe por toda la casa. Ahora que la puerta estaba abierta, se observa una criatura alta, de aspecto humanoide. La cabeza era enorme y deforme, tenía ojos grandes y redondos, sin cejas, sin pestañas y con un poco de cabello, por no decir nada. La comisura de sus labios era de oreja a oreja como si hubiesen sido cortados. No traía puesto ropa, se contemplaba su cuerpo desnudo y todo mal trecho, sin presencia de genitales. Vino corriendo directo hacia nosotros, mientras soltaba unos sollozos de ultratumba con la boca abierta…



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En el texto hay: fantasia, miedo, terror

Editado: 25.11.2024

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