Me despierto en mi habitación y veo los rostros preocupados de los sirvientes, quienes al verme consciente, rápidamente llaman y traen a mi madre adoptiva Qing Yan y mi padre Rong Fan, Duque y Primer Ministro del Emperador. Llegan con ellos dos médicos, uno me toma el pulso, mientras el otro me proporciona acupuntura. Unos rostros aliviados se ciernen sobre ambos médicos al confirmar que ya estoy fuera de peligro y la madre que se encontraba parada frente a mi cama, se sienta a mi lado.
—¿Cómo estás Zi Heng? —Pregunta mientras con ambas manos sostiene una de las mías. Unas manos tan frías y delicadas, con pequeñas muestras de sus años de vida y con una larga historia que para nada quisieran contar.
—Estoy mejor madre, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? —pregunto, ya que me noto débil y mi cuerpo extremadamente delgado a como recordaba antes de desmayarme.
Su rostro se muestra indiferente, y aunque aparenta darme la calidez de una madre frente a los demás, siento todo menos eso. —Tienes ya cinco meses. —se limita a decir.
—¡¿Cinco meses?! —si bien recordaba, entre las visiones mostradas, no había durado tanto tiempo, ¿Acaso aquellas visiones cambiaron mi realidad actual?
Al ver mi expresión, cubre mis manos bajo las sábanas y se levanta sin devolver palabra ante mi asombro.
—¿Dónde está Dong? —pregunto preocupado, ya que entre todos los sirvientes presentes, es el único a quien no puedo ver.
—Ese vil sirviente ya ha sido castigado y vendido por su ineptitud. —dice la niñera Tan, sirvienta personal de Qing Yan desde antes de yo nacer.
Me levanto de la cama rápidamente, pero al mis piernas estar tan débiles por el tiempo que duré en coma, me caigo—¡Madre, por favor tráigalo de regreso, fue completamente mi culpa el que haya quedado inconsciente! —le suplico.
—No importa de quién haya sido la culpa, no hizo su trabajo y es por ello que debe recibir el castigo —responde fríamente mi madre adoptiva Qing Yan.
—Pero…
—¡Pero nada! —me interrumpe —solo preocúpate por mejorar, en los próximos días tienes tu ceremonia de compromiso con la primera hija de la familia Yin. —sin nada más que agregar, se retira y con ella mi padre y demás sirvientes, dejándome solo con los doctores.
Quería convencerla, decirle cuanto he sufrido y lo que me llevó a quedar inconsciente, pero ella no escucharía, no escucharía los inmaduros balbuceos de un adolescente y menos, cuando tiene que mostrar frente a todos, lo que es ser la Duquesa Rong, una mujer fría que antepone el bien general de la familia, incluso por encima de sí misma.
Luego de suministrar el tratamiento de lugar, en los siguientes días solo podía trasladarme mediante una silla con ruedas que había creado un viejo amigo de Qing Yan, todo ello mientras poco a poco recibía terapia para volver a caminar y los ataques por parte de mis hermanos mayores y su madre se detuvieran.
Con el tiempo llegó la ceremonia de compromiso, una ceremonia en la cual hacían constar la futura alianza entre las familias Rong y Yin y donde le mostraban a los jóvenes comprometidos quién sería su futura pareja.
Aunque ya podía caminar por mis propios medios, decidí fingir que aún era imposible apoyarme sobre mis pies, todo esto con la intención de que mi futura esposa se arrepintiera y decidiera cancelar el compromiso.
—Joven amo, le están esperando en el salón principal, deje le ayudo a ir. —dice la niñera Tan, la cual habría pasado a ser mi cuidadora a falta de Dong.
—Bien. —me limito a responder, por lo cual, ella empuja la silla de ruedas hasta el salón.
Al entrar al salón veo a mi padre y madre adoptiva sentados al final del camino, a su lado izquierdo se encontrarían Zhi Ruo, concubina de mi padre y sus hijos Rong Xiao Er, el primer hijo entre ellos, el cual cada que puede se encarga de hacerme sufrir, Rong Xiao Ting, segundo hijo entre la concubina y mi padre, quien en estos momentos me lleva diez años y Rong Han Li, su tercera hija, quien sería tres años mayor que yo.
A su lado derecho se encontraban sentados los miembros de la familia Yin, el señor Yin, un erudito extremadamente reconocido y su esposa la Señora Yin, también Yin Lian, la primera señorita de la familia Yin, quien en estos momentos tendría un año menos que yo, y la segunda señorita de la familia Yin, quien tendría alrededor de ocho años, además de varios sirvientes que le acompañan.
Una belleza sin igual, esa es Yin Lian, la hija mayor del erudito Yin, tal como me la imaginaba cuando el actor realizó su presentación de títeres, tan delicada, con una tez clara y manos visiblemente suaves, la cual no pudiese negar hacia donde fuera, que es hija de un noble, su mirada, aunque triste, me hacen sentir cosas que nunca antes había sentido.
Al verme en aquella silla con ruedas, la preocupación por parte del señor y la señora Yin eran muy notables, en cambio, la joven primera señorita se le notaba en gran medida una especie de repulsión hacia mí, ¿Quizás sea porque se imagina que pasará toda su vida al lado de un hombre prácticamente inútil? No lo sé, y no me interesa, solo quiero acabar este compromiso, y más cuando al verla, siento mi pecho doler, sigo pensando en un futuro con ella, donde solo veo mi muerte asegurada.
Mis medios hermanos mayores, por el contrario, solo se aguantaban las ganas de reír, al ver tal espectáculo, después de todo, cuán agradable es ver cómo la única competencia que tenían se desvanece en las sombras sin haber llegado a nada más en esta vida.