Esta es una historia muy corta, donde parece que haga lo que haga no importa, para mí nada de esto tiene gracia, pero es curioso que aunque odie tanto mi infancia, disfruto estar con los más pequeños, cómo si de esa forma pudiera recuperar aquellos momentos, que la vida me arrebató siendo un niño y lo único que me calmaba, era una taza de café que mi madre preparaba, ahora ese pasado solo son cenizas, que la vida se lleva con una simple brisa.