Pétalos.

Capítulo 13.

Jesse caminaba tranquilamente entre el alboroto formado en su sala de estar. Tenía una cerveza en su mano y veía todo con una mueca. Era lo mismo de siempre, invitaba a los de su escuela y hacían una gran fiesta. Había toda clase de cosas por todas partes, algo que solía encantarle, pero esa noche en particular no se sentía de ese humor.

Se sentía exactamente en el humor de sentarse solo con su mejor amigo, unas cervezas y una tonta conversación... sin el resto de las personas. Pero qué más daba, ya no podía echarlos, no a esas alturas de la noche... Pero al menos podría buscar a su amigo, a quien hacía rato no veía.

Hacía tiempo que no tenía una conversación con Christopher, no una verdadera. Hacía tiempo que Chris estaba distante y diferente, ya no parecía el mismo. Hacía tiempo que no sonreía, ya ni se juntaba con Michael, quien también parecía estar bastante mal... Pero a Jesse no le importaba Michael, le importaba Chris.

No olvidaba que hacía unas semanas Chris llegó a él muy alterado por una discusión que había tenido con Michael. Había llorado y gritado por horas con su amigo hasta que finalmente se durmió entre lágrimas... Chris nunca le habló de eso, sólo evitaba el tema; todo lo que Jesse sabía era que había sido por Michael. Y no era la única cosa que su amigo hacía por Michael...

Sabía que Chris estaba ahí, pero no sabía dónde, así que empezó a buscarlo, lo que no le llevó mucho pues estaba en un grupo de personas fumando y bebiendo en el segundo piso. Todos hablaban y reían de algo que posiblemente era estúpido y ni siquiera recordarían al estar sobrios... Incluso Chris reía con una cerveza en una mano y un cigarrillo en otra, sus ojos cristalizaban y sus hoyuelos se marcaban a la perfección. Pero,claro, no era una sonrisa real, sólo una tonta risa que no significaba nada.

Jesse, con algo que no supo identificar como enojo o molestia, fue hacia ellos y no tardó en sacar a Christopher de ahí. Nadie pareció inmutarse tras eso, excepto Christopher, que dejó de reír y frunció su semblante.

Jesse lo llevó a un lugar más apartado, donde pudo notar con más claridad como la piel de su amigo estaba pálida, estaba sudado y sus pupilas estaban dilatadas. Frunció el ceño.

—¿Qué te metiste y quién te lo vendió? —le preguntó el mayor aún sin soltar el agarre que mantenía en el antebrazo de Chris.

Hacía mucho que Jesse ya no le vendía drogas a su amigo, ya no le vendía a nadie. Sin embargo, no ignoraba el hecho de que su fiesta estaba llena de drogas, pero le daba igual, no eran suyas y ya no quería tener nada que ver con eso.

—Déjame en paz, estaba con mis amigos —habló Chris confundido.

—Esos no son tus amigos, ni siquiera sabes sus nombres. ¿Qué crees que haces?

No recibió ninguna respuesta, sólo una mirada enojada.

—¿Qué es esto? —siguió diciendo, se refería al cigarrillo consumiéndose entre los dedos del menor—. Tú odias fumar. Vamos, déjate de estupideces, tienes que superar... lo que sea que te esté pasando.

—Púdrete —le respondió Chris esta vez.

Trató de zafarse del agarre de Jesse tras eso, pero este lo endureció y siguió arrastrando a Chris por la fiesta, contra su voluntad.

Lo llevó al final del pasillo, donde estaba su habitación y lo encerró ahí lo más rápido que pudo.

—No te dejaré salir hasta que se te pase el efecto de lo que te metiste —le gritó desde el otro lado de la puerta.

Siempre odió cuidar a los borrachos y drogados en sus fiestas, aunque ahora le causaba un poco de risa. Le importaba poco los fuertes golpes que Chris le daba a su puerta, o lo que pudiera hacer ahí dentro, sabía que no se haría daño... Creía.

Pasó unos minutos apoyado a la puerta, recibiendo los golpes en su espalda y escuchando las palabrotas que su amigo le decía.

—¡Vamos, Jesse, déjame salir! —gritó tras varios golpes.

—No —repitió Jesse por milésima vez.

Chris pareció calmarse tras eso, pasaron varios segundos antes de que volviera a hacer otra cosa, segundos en los que Jesse se sintió enfermo de ver cómo los demás se divertían.

—Jesse... —llamó Christopher suavemente, no muy seguro de lo que estaba haciendo—. Yo... ¿Recuerdas la vez que nos besamos? —dijo, y Jesse abrió sus ojos sorprendido—. Tal vez podríamos hacerlo otra vez...

Jesse quedó confundido, no entendía por qué Chris le decía eso, nunca habían hablado del tema, había pasado hacía meses. No entendía por qué recordarlo en ese momento, pero dudó, dudó y no paraba de morder su labio inferior al recordarlo, lo mismo que Chris estaba haciendo en ese momento.

Sin más, y sin importarle mucho, Jesse abrió la puerta de golpe y se abalanzó sobre Chris.

...

Lo único que se escuchaba en la oscura habitación eran los chasquidos que producían los labios de ambos jóvenes al tocarse.

Llevaban unos cuantos segundos en eso. Ambos estaban de pie besándose, sus ojos estaban cerrados y la música de afuera no torturaba su ambiente.

Era un beso hambriento, pero no por ambas partes. Chris se sentía inquieto, no sabía muy bien qué hacer así que sólo trataba de seguir el ritmo, en lo que estaba fallando. No era un experto besador, y no se sentía muy bien esa noche... Así que no tardaron en correr lágrimas por sus mejillas mientras su amigo Jesse paseaba su lengua por su boca y mordía con suavidad su labio inferior.

Se separó lo más rápido que pudo, repitiendo una y otra vez la misma palabra: "no..."

El llanto no se hizo esperar, tampoco los gritos. Jesse no tuvo tiempo de preguntarse qué había pasado cuando ya se encontraba sentado en su cama con Chris a su lado, tratando de calmarlo.

Pero no era culpa de Jesse, él no había hecho nada malo; era Chris, él era quien estaba mal, y tampoco tardó en aclarárselo a Jesse, que solamente podía abrazarlo y tratar de consolarlo por algo que desconocía.

—Mira, Christopher, déjame llevarte a casa, estás ebrio y... Lo siento —le dijo el mayor con pena.



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En el texto hay: fantasmas, amor lgbt, angst

Editado: 20.09.2020

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