Peter

Capitulo 4: El pequeño bicho

El pasto en aquel campo era extraordinariamente alto, de un verde tan vivo que a veces deseaba ser parte de él, el sol era una total odisea en medio de aquel cielo despejado... puedo recordar el correr del agua, puedo recordar la fauna de aquella floresta, puedo recordar la sangre seca entre mis dedos, entre el trigo, entre las nubes de aquel triste edén y al mismo tiempo mi mente es una estancia tan vacía que puedo escuchar al eco del silencio rasgar las paredes tristes de esta casucha desaliñada...

[Puedes imaginar tanto como quieras, pero recuerda hijo, que existe una realidad tan amarga que recordaras y sentirás su sabor a cada minuto]

En aquel año del noventa y seis mi padre decía que yo solía ser un niño tan corriente que veía el horizonte relativamente como algo normal, algo creado totalmente por dios así como el brillo del sol, o el verde de la pradera... pero todo pareció distorsionarse después de unos cuantos meses, pues confundía el trigo con pequeños insectos, gritaba que el azul del cielo se derretía hasta convertirse en un rojo intenso, y me quemaba... sentía mis huesos calcinarse con solo sentir la suave brisa mañanera...

Mi abuela suspiraba al verme, y explicaba que solo era un niño viviendo un mundo diferente, que me encantaba ser creativo, que me gustaba imaginar tantas cosas y que por lo tanto mi cabeza era un universo inexplicable.

Me amaba de una forme inimaginable tanto que justificaba mis arranques de locura... matar las gallinas eran comunes accidentes, gritar toda la noche eran simples pesadillas, y clavarle alfileres a las cabras eran pequeñas travesuras...

Mi madre trataba de llevar la situación con calma, mi padre estaba que se tiraba del risco mal alto, no soportaba tanta demencia...

Para nadie era un secreto que el pequeño Peter, tan adorable y risueño fue capaz de sacarle los ojos a las cabras o morder con violencia a las gallinas, en aquellos tiempos mi padre trataba de trabajar el doble para llevarme a un hospital en la ciudad pues siseaba que el pequeño bicho estaba tan chalado que era imposible mantenerlo libre por más tiempo.

Todo iba tan normal y caótico para mí a tan solo seis años de edad, la lirica era parte de mi conciencia, tanto, que resonaba tan pausada llegando a hacerme gritar por horas... llegaba a crearme escenas tan aterradoras que no salía debajo de mi cama, siendo compañía de una oscuridad que me abrazaba con decadencia, siendo una espeluznante mezcla de voces que lloraban... de susurros que gritaban hasta dejarme sordo...

Fueron solo unos meses o quizás siglos... tal vez días e incluso años cuando una sombra tan diminuta y divertida se poso frente a mi puerta, era la niña más bonita que mis ojos habían visto, incluso las flores tan perfectas y coloridas se marchitaron por tal envidia que, no volvieron a crecer... estaban tan muertas por una simple mortal que llevaba sobre sus hombres un pecado tan absurdo como el de comer una manzana.

Pero ahí estaba, llego para mantenerme al borde del precipicio, causándome una paranoia constante... causándome un amor irrefutable uno tan impuro y bochornoso que hasta el sol de hoy carcome mi conciencia...

Y fue por esa chiquilla, a la que intente proteger con todas mis fuerzas hasta terminar tan exhausto que en un simple descuido deje que caminara por el filo de lo imposible... deje que explorara sola el camino de la destrucción.



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En el texto hay: secretos, amor, fantasia

Editado: 17.12.2018

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