Peter

Capitulo 7: Confesiones

-¡Feliz Cumpleaños!- los aplausos resonaron como gotas de lluvia sobre mis hombros- ¡Pide un deseo anda pide uno!-los ojos azules grisáceos de Hailey me miraron brillosos, las comisuras de sus labios se alzaron en una sonrisa traviesa, esa sonrisa igual a la que hacía cada noche antes de premiar mi comportamiento con pequeños besos... Sin pensarlo mucho soplo las trece velas de aquel pintoresco pastel.

¿Qué deseo pediste pequeña?

-¡Peter! Posa con la niña para la foto- el entusiasmo de mi padre era palpable-Muy bien ¡sonrían!

Y el flash cegó mis ojos por unos segundos, pero mi cara de desconcierto quedo congelada en la fotografía no solo por el molesto esplendor... Sino por el pequeño susurro en mi oído derecho, por el rose de sus labios contra mi piel expuesta, y sobre todo por la corta oración que lleno de confusión mi semblante...

Hailey, con una sonrisa adorable beso mi mejilla antes de salir por la puerta trasera con el resto de los invitados de aquella pequeña fiesta.

A mis quince años de edad, todavía pensaba en héroes y coleccionaba cochecitos clásicos, mi mente a pesar de gritar en pausados balbuceos y retorcerse a cada segundo, aun conservaba la fresca inocencia de una niñez que no logre disfrutar por completo, pero eso no era impedimento para no tener clara ciertas cosas, para no tener conocimiento de lo que merodeaba a mi alrededor...

Tinker bell era dulce, risueña, alegre y ridículamente adorable, se revolcaba en las teclas de aquel viejo piano mientras que de sus labios salían lentas melodías que calmaban a todo el bullicio interno que no me dejaba pensar con claridad, que no me dejaba respirar con normalidad...

Ella era tan reconfortante, para Peter Pan que era todo un desastre... Tinker Bell era la fuerza y harmonía que lo controlaba... que lo ayudaba.

Pero Hailey, esa pequeña perversa disfrazaba cada oración, confundía a Peter con sus idas y venidas tan desenfrenadas, Hailey jugaba sucio, en lo más profundo de su mente no existía nada más que amor... un indomable y poderoso sentimiento que no dejaba pensar con claridad a la pobre chiquilla.

Sus ojos se llenaban de un estremecimiento indescifrable, era tan coqueta, era el comienzo de una adolescente que pretendía ser más que eso y la única razón que yo comprendía eran sus nuevos amigos...

Por diversos problemas tuve dificultad de entrar a una escuela, “es mejor educarlo en casa, es más seguro para todos” dijo mi padre una tarde antes de finalizar el verano, la tristeza se esparció como acuarelas en una corriente de agua, yo quería intentar ser normal, convivir con los demás niños, olvidarme de las voces por un segundo... pero las cosas nunca fueron como quise, en cambio Hailey fue inscrita es una escuela tan bonita y acogedora, mamá decía que ella tenía que retomar su vida y seguir adelante... tenía que olvidar y volver a empezar, por ello la pequeña empezó la escuela la mañana de un diecinueve de septiembre.

Las primeras semanas fueron metódicamente rutinarias, tanto, que mis dedos picaban por explorar algo nuevo, sin embargo después de varias lunas Hailey empezó a tomar actitudes extrañas, su mirada era tan potente que me costaba mirar directamente sus ojos y esa sonrisa, esa sonrisa desconcertante me hacía temblar sin razón.

Todo resulto ser una espesa influencia que envolvió sus ojos, que cegó sus sentidos.  Aquellos amigos susurraban incoherencias, la llenaban de mentiras, la hacían actuar de una forma tan inconveniente que a veces olvidaba quien era, ¿Hailey o esa chiquilla inoportuna? No lo sabía...

Y ese insignificante detalle despertó lo inevitable en un adolecente de quince años...

 

[Recuerda nunca tratar de ser alguien que no eres, ser tu mismo es tu mayor virtud]

 

-Espero mi regalo esta noche-susurro rozando mi piel y en dos segundos sonreía ampliamente hacia el lente de la cámara pasando desapercibido exitosamente el incomodo y confuso momento.

Mi cara era un poema y mi cerebro trataba de analizar lo anterior sucedido.

-Oh Peter que mueca tan horrible-Hablo mi padre riendo-Llamare a Hailey, les sacare una mejor.

-¡No! Digo... Yo la busco-Dije corriendo hacia el patio trasero donde los demás chicos se divertían unos con otros.

Y ahí estaba, sentada junto a varias chicas mal vestidas, sus gestos traviesos, sus codos golpeando a una Hailey nerviosa y aquellos cuchicheos sofocantes prendieron las alarmas en mi interior.

¿Qué ocurría?

La respuesta la obtuve en la mitad de la noche, entre caricias mínimas e inocentes, entres besos castos y honestos, las palabras salieron a la luz y aquellas confesiones entre ambos fueron la creación de uno de tantos errores que ya llevábamos sombre nuestros hombros.

-No puedes simplemente copiar el comportamiento de esas niñas, ¡tú no eres así!- dije entre susurros casi siseándole, estaba molesto.

-Pero, yo solo...

-Tu nada, no me gusta, si vas a seguir siendo mi amiga entonces no actúes de esa forma- dije mirándola, sus ojos lucieron alarmados al entender lo que decia.

-¡No! Es decir, no me dejes sola, te prometo que- un sollozo la interrumpió.

-No llores, está bien, seguirás siendo mi amiga- dije mientras la acunaba, jamás me gusto verla llorar, aunque fuera firme, ella siempre me doblegaba, me manipulaba de cualquier forma.



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En el texto hay: secretos, amor, fantasia

Editado: 17.12.2018

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