Phishing

Capítulo 11: Subiendo un poco el rango

Después de leer ese artículo los chicos y yo disfrutamos de nuestra cena, pero aún me sigue afectando lo que dice, estamos haciendo cosas peligrosas y grandiosas: trabajamos para los policías, el narcotráfico y también estamos cumpliendo un reto que pocas personas realizarían.

Eso no me basta a mí, es cierto que nuestros pequeños negocios están dándonos de que comer y un poco de reputación, pero tengo el deseo de más que nuestros nombres salgan a la luz y seamos buscados.

Nos despertamos y comenzamos nuestro día normal, comemos unos ricos huevos con salchicha antes de realizar ejercicio y recibo un mensaje de Yinx porque quiere vernos en un lugar intimo y privado me suena que tengo que comprar condones porque hoy será una noche loca en la cama.

—Tenemos trabajo— dice Zack.

—Saldré con Yinx no fastidies— digo.

El agente Rodríguez quiere que protejamos a un testigo protegido en un caso de peleas clandestinas dentro de la cárcel, pero eso me preocupa porque puede ver con nuestro negocio. Decidimos que lo mejor es juntarnos en un parqueo y luego tomar un rumbo desconocido.

—Señores— dice el agente Rodríguez.

—Debo preguntar qué demonios hacemos aquí— digo.

—Necesito que protejan esta persona su nombre es Mario Canarias es un miembro de una banda de mareros y parece que tiene información acerca de peleas clandestinas que ocurre atreves de internet— dice.

Mierda, ya nos cargo la puta que me pario. Creo que saben nuestro secreto así que lanzare una pregunta discreta y sútil.

—Saben algo de los administradores— digo.

—Es una página llamada plátano café pero no tenemos más información— dice.

En ese momento puedo sentir como mis testículos suben hasta mi garganta y piden salir. Es increíble que estén preguntando de esto y que este describiendo nuestra fachada, los muchachos y yo nos vemos con una ansiedad que se puede sentir en el ambiente.

Nos bajamos en una casa en donde se encuentran varios agentes que nos darán las armas necesarias y equipo de protección. Tomamos los chalecos antibalas y las armas al igual que nuestros medios de comunicación para poder seguir. Salimos del edificio para subirnos en el auto en donde esta el testigo protegido solo lo veo por el retrovisor con su rostro un poco deforme y morado.

—Vamos— digo.

Arranco el auto y sigo el rumbo que me dice el GPS tengo que buscar una forma de que este sujeto no nos traicione, pero sería bueno sacarle algo de información.

—¿Qué difícil es estar en la cárcel? — digo.

 Creo que no fue la mejor pregunta.

—No sabe lo que dice, afuera es más difícil — dice.

—¿Por qué? — digo.

—En la cárcel lo tengo todo: comida, agua, lugar para estar tranquilo, cama para dormir y no tengo que sobrevivir por migajas que da la gente— dice.

Es una cruel realidad que pasamos todos nosotros en nuestra vida, lo que hacemos también nos hacen cómplices, pero no es momento de doble moralismo ahora.

—¿Qué iras a testificar? —

Pregunto con confianza para que sepa que tiene una compañía y alguien que desea escucharlo o al menos eso quiero hacerle pensar.

—Me metieron a una pelea a la fuerza y yo no quería, pero tengo algo que muchos no saben el nombre de las personas que hicieron ese negocio— dice.

Estoy obteniendo lo que quiero ahora solo debo sacarlo poco a poco.

—¿Y qué más? —

—Encontré información en su computadora y lo mande a un correo electrónico, tengo todo: beneficiarios, cómplices, los corruptos que manejan el dinero y el nombre de los administradores— dice.

No sé si sacar mi arma o simplemente tirarlo de la puerta, pero no puedo.

—Lo qué no saben es que se que son ustedes y se metieron con la policía— dice.

Un momento.

En ese momento una camioneta nos choca del lado izquierdo solo veo como las bolsas de aire se activan y pierdo la conciencia por un momento trato de mover las piernas y verifico que están en buen estado y moviéndose, solo tengo la vista borrosa y los chicos no parecen estar afectados.

Recupero mi capacidad de escuchar y veo que personas nos tratan de sacar, pero no son policías o bomberos parecen ser personas del lado oscuro de la policía. Uno de ellos me saca para golpearme, pero yo lo impido al momento de recuperar el sentido de percepción y razón, saco mi arma y disparo en el abdomen perforando su estómago o asegurándome de hacerlo.




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