Phonecall

Phonecall

 

Tessa Breen había fingido fortaleza y resignación ante la muerte de Cédric Santiago. ¡Qué mentira más grande! Le dolía como si fueran miles de cuchillas que destrozaban su corazón ante cada latido.

Todo lo había hecho por Zoé. Sintió cosquillas en la espalda, justo donde había estado su ala, cuando pensó en eso. Eso también lo había hecho por proteger a Zoé. ¿Cuántas cosas hacía por su hermanita?

Por su culpa, por culpa de la maldición de Zoé, del monstruo que la perseguía, el mismo que había mutilado su ala cuando todavía era una niña, su padre había muerto y ahora… ahora, Cédric estaba muerto.

¡No! No debía pensar así, Zoé era su hermana, ella no tenía la culpa de que un monstruo la persiguiera desde el momento en que nació, tampoco era culpable de la muerte de su padre o de la de Cédric, mucho menos de su ala mutilada, ése había sido un acto de amor para proteger a Zoé.

¡Pero cómo dolía! No podía evitar sentir rencor hacia Zoé, porque si no fuera por ella, nada de esto hubiera sucedido… ¡Pero amaba a su hermana! ¡Basta! Y, sin embargo, por mucho que amara a Zoé, en una pequeña esquina de su mente seguían los mezquinos pensamientos de echarle la culpa por todo lo sucedido.

Había conocido a Cédric Santiago en una misión durante su entrenamiento con los Ángeles. Como muchos otros vampiros, Cédric Santiago era guapo, encantador y carismático; y, de alguna forma, a diferencia de los otros vampiros que Tessa había conocido, él la convenció para dejarse morder.

La experiencia era más que placentera; ser mordida por Cédric era más que satisfactorio, por eso después de la primera mordida vinieron varias más. Sin embargo, luego venían las consecuencias, como el cansancio, el insomnio y la mente dispersa.

Tan dispersa la mente que se ponía en peligro ella misma y a los demás que la acompañaban., fueron esas las circunstancias las que llevaron a Arlo Salazar a salvarle la vida a Tessa en una misión de alto riesgo.

Horas más tarde, cuando la misión ya había concluido. Tessa, adormilada, se encontraba en el comedor central de los cuarteles, distraída y adormilada, comiendo apenas. De pronto, alguien se paró frente a Tessa, bloqueando la nada que ella había estado mirando.

—Has estado saliendo con un vampiro, ¿verdad? -preguntó Arlo Salazar.

Tessa fijó la vista en Arlo Salazar, pero en aquel entonces, Tessa todavía no sabía que ése era su nombre. Lo miró a detalle, a pesar del creciente dolor de cabeza, él era un hombre bastante mayor, con algunas arrugas en su rostro y algunas entradas blancas en el cabello. No era guapo como Cédric Santiago.

—Disculpa, ¿dijiste algo? -preguntó Tessa, distraída.

Arlo Salazar jaló la silla al lado de la de Tessa y se sentó, mientras miraba a la joven ángel.

—Te preguntaba si estás saliendo con un vampiro. -dijo Arlo.

Debido al cansancio, y el dolor de cabeza, a Tessa le tomó unos cuantos segundos comprender lo que él había dicho.

—No creo que eso te incumba. -comentó Tessa con el ceño fruncido y con algo de mal humor, producto a medias del sueño y dolor de cabeza, producto a medias de lo metiche que parecía él.

—Me incumbe desde que te pones en peligro a ti y todos los que te rodean. -dijo Arlo muy seriamente.

—A todo esto, ¿quién chingados eres? -preguntó Tessa enojada.

—Soy Arlo Salazar, mucho gusto. -se presentó él con una sonrisa.

El mal humor de Tessa desapareció al mismo tiempo que el color de su rostro desaparecía. No había jerarquías con nombres, pero todos sabían el nombre de su superior, aunque no lo conocieran, y resultaba que Arlo Salazar era su superior.

—Yo… Señor, lo siento, yo… -tartamudeó Tessa insegura.

Él sonrió, y se encogió de hombros como restándole importancia.

—Tú debes ser… -dejó la pregunta abierta.

—Soy Tessa Breen. -dijo ella.

—Ah, sí, sí, Tessa Breen. -repitió Arlo, enderezándose en su lugar-. Dígame, señorita Breen, ¿estás saliendo con un vampiro?

Ella asintió.

» Eso me pareció. -dijo Arlo-. Mira, Tessa… ¿está bien que te tutee? -preguntó Arlo, de nuevo Tessa asintió-. Bien, Tessa, tienes razón, no me incumbe con quién salgas: vampiro, mago, otro ángel. -dijo Arlo.

Tessa lo miró, encogida en su lugar, sintiendo que el dolor de cabeza se intensificaba, al mismo tiempo que un mareo empezaba a atormentarla.

—Gracias, señor.

—Oh, por favor, el “señor” está de más ahora que te tuteo. -dijo Arlo de buen humor-. Volviendo a lo de tu vampiro; no te voy a pedir que termines con él, eres adulta y sabes con quien te relacionas, solo te voy a decir si no sabes llevar tu relación con un vampiro, estás exponiéndote a un grave peligro.

—¿Qué quiere decir? -preguntó Tessa, que siguió dirigiéndose a él de modo formal y respetuoso.

—Tú y tu vampiro deben compartir sangre, es decir, él bebe de ti y tú bebes de él; por lo que veo, y discúlpame la indiscreción, tú no has bebido de su sangre, ¿verdad? -el sonrojo en el rostro de Tessa fue respuesta suficiente para Arlo-. Beber su sangre, además de todos los beneficios de una vida sana como una buena alimentación y complementos alimenticios, ayudarán a evitar la somnolencia, el insomnio, dolores de cabeza y mareos. -explicó Arlo, que se levantó para irse.



#27582 en Novela romántica

En el texto hay: angeles

Editado: 13.02.2021

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