Mis primeros meses en San Diego fueron tranquilos. Mis padres en Los Ángeles , no perdieron el contacto conmigo y hablaba con ellos a diario. El ultimo trimestre en el instituto fue calmado , e hice algunos amigos con los que quedaba en alguna ocasión.
En mi cabeza no olvidaba los últimos meses que había vivido en Los Ángeles y sentí la necesidad de repetir lo que hice en aquel momento.
El nombre de Picasso, aparecio en mi mente y no tarde mucho en volver ha robar. Aunque era en tiendas de ropa, comestibles y demas sentía la necesidad de hacer algo más grande.
Ese verano en compañía de mis tíos y hermanos , visitamos museos y centros culturales de la ciudad. Yo desconocía en ese momento que eran un objetivo de mis hermanos y lo averigue por qué ese día , tomaron con sus teléfonos móviles, muchas imágenes del techo, y no de las obras.
Les escuchaba hablar conversar y sabía que algo tramaban , pero me quede mudo y solo observé. Los museos eran mi templo, mi desconexión y los adoraba .
Mis tíos sorprendidos con mi interés, me llevaron a otros de otras ciudades. Tal era mi interés que con 18 años me regalaron, un curso bastante caro , para aprender a pintar en lienzo . Un regalo que agredeci y que compagine con el trabajo, cuando deje lo estudios.
Comencé a robar a personas adineradas, gente con mucho poder y dónde el riesgo era muy alto. Cada vez asumía más riesgos, y me arriesgaba más hasta el punto de llegar a entrar en una comisaría y robar a un agente de policía.. Para mí era muy divertido y recuerdo ese verano con gracia porque fue donde me di cuenta de que lo que hacía me gustaba cada vez más y más.
Mis hermanos pronto conocieron mi pequeño secreto y la charla con ellos fue la de obligarme a dejar de hacer lo que estaba haciendo. Ellos querían otro futuro para mí y no el que comenzaba a adoptar.
Me hablaron del amor y de que no es compatible con una vida familiar, por estar expuesto a ser capturado o muerto en cualquier momento.
El alias de Picasso aparecio en los diarios locales y nacionales. La sonrisa me lleno y mis hermanos nuevamente me insistieron en que debía de dejar de hacer lo que hacía.
Ni comenzar a salir con una chica , freno ni ganas de seguir robando aunque fuese cosas pequeñas. Era una adicción , cuya dosis necesitaba cada cierto tiempo .