¡pideme Que Te Olvide!

SIETE

Miranda: Iré a caminar por el parqué. ¿Quieres venir?  

Visto 9:30 ✔️✔️  

Escribiendo…  

Emilio: Me encantaría ir contigo, pero papá decidió está mañana que pasaremos el fin de semana en casa de mis abuelitos. ¡Discúlpame!  

Visto 9:32 ✔️✔️  

Miranda está grabando un audio.  

Miranda: ¡Orales que padre! Espero que tengan un buen viaje y que disfrutes la compañía de tus abuelitos. Por fa salúdame a tu abuelita, dale un beso de mi parte y dile que la quiero mucho. Que un día la iré a visitar para ayudarle a sembrar.  

Visto 9:35 ✔️✔️  

Emilio está escribiendo.  

Emilio: ¡Claro! Yo le digo. Cuídate estos días, sabes que puedes llamarme por cualquier cosa. ¡Ánimo! ¡Te quiero canija!  

Visto 9:36 ✔️✔️  

Miranda está escribiendo.  

Miranda: ¡Gracias! Yo también te quiero canijo ♥️  

Diez minutos después, vi como los Vázquez se marchaban a casa de los abuelitos, los padres de su madre. Emilio iba sentado como copiloto, sonreía. ¡Qué bueno por él! Siempre me ha gustado la forma en que los Vázquez conviven. Su familia es realmente bella. Emilio tiene un hermano menor, sus padres son casi de la edad de los míos. ¡Ellos son buenas personas!  

—Y bueno, no puedes quedarte todo el sábado sola en tu habitación —pensé.  

Así que, me cambie de ropa, sujete mi cabello con una diadema de flores y salí de mi habitación. No desayuné, ni almorcé, salí de casa con el estómago vacío. Subí el volumen a mis audífonos y caminé por la banqueta en dirección al parque. Era sábado y sin Emilio me sentía incompleta. Mi única opción era salir de mi casa y estar lo más lejos posible de papá y el tío Tom.  

Realmente ya estaba superando lo que ayer me pasó en la fiesta de Karen con aquel chico. ¿Qué se creen los hombres? Que, porque tienen un pene y más fuerza que nosotras, pueden tratarnos como pasajeras, como objetos, como sus esclavas. ¡Pues no mi cielo! No iba a seguir menospreciando mi alma para pasar desapercibida y no decir nada. Ya no era momento para quedarme callada. ¿Está bien que nosotros mismos nos causemos daño con tanto silencio? ¿Es bueno que la juventud quiera sentirse libre de todas estas cargas convertidas en clavos que nos sujetan a nuestros ataúdes?  

Caminé hasta una feria del libro que estaba en el parque cerca de mi casa. Había mucha gente y muchos libros que parecían refugiar miles de sentimientos e ideales; todos los impresos gritaban por ser descubiertos por lectoras como yo. ¿Te emocionan los libros? ¡Pues yo espero que sí! Compre varios ejemplares de Kiera Cass. ¡Tomé algunas fotos de los libros!  

Entonces lo vi.  

Recargado contra un librero. Estaba muy atento a la lectura. Me acerqué a él. ¡Era momento de no quedarme callada! 

—¿Qué pensarías de mí si te dijera que quiero tener sexo contigo? —Pregunté con seguridad al vendedor. ¡Estaba guapo!  

Él llevaba sobre su cabeza una gorra de color guinda y una playera tipo polo color negro. ¡Su mirada era encantadora! Estaba leyendo En llamas. Se quedó pasmado con mi pregunta, literalmente no sabía que responderme.  

Se aclaró el semblante. 

—Pensaría que eres muy atrevida. ¡No me conoces!  

Fruncí mi boca. Ni yo misma me creía lo que estaba diciendo, pero lo dije.  

—¿Tendrías sexo conmigo? ¿No te gustaría estar con una chica como yo en la cama? 

Me estaba mirando atentó. Cerró el libro, aclaro su respiración y no aprovecho mi petición para acostarse conmigo. ¡Él no parecía ser igual a los demás! Tenía algo diferente. ¡Respeto! 

—¿Quieres que tenga sexo contigo? —Preguntó apenado.  

¡Esté chico era diferente! Realmente parecía no ser igual a los demás y eso me sorprendió. Le sonreí. 

—Si los demás chicos fueran como tú, la vida sería diferente —dije—. Y por supuesto, tendría sexo contigo, me casaría contigo y hasta te pediría que tuviéramos bebés.  

—¿Enserio? —La admiración del chico no desaparecía de su rostro. Se había ruborizado. ¡Se veía más guapo aún, cómo jitomate rojo!  

—¡Si! La neta es que, si fui atrevida al preguntarte eso, tú no accediste y tampoco intentaste hablarme con doble sentido. Un chico como tú vale la pena. ¡Lamentó dar la impresión de ser una promiscua! Realmente no soy así, pero necesitaba desahogar algo que me pasó ayer. 

Le sonreí, el correspondió mi gesto.  

—¡Gracias por tu opinión tan buena de mí! ¿Todo bien? 

Asentí.  

—De nada. ¡Todo va regular conmigo! Descuida. Soy un intento de fotógrafa, ¿podría tomarte algunas fotitos?  

La sonrisa del chico era muy bonita. Sus ojos eran grandes, de piel apiñonada y labios rojizos. Era muy atractivo y lo mejor, es que le gusta leer. Él accedió, así que le tomé algunas fotografías en diferentes lugares de la librería. 

—¿Cómo te llamas? —Preguntó.  

—Miranda, ¿y tú?  

Me estaba mirando de forma muy serena.  

—¡Manuel! Un gusto Miranda.  

Me sentí tranquila cuando lo conocí. ¡Sentí bonito en mi corazón! 

***  

A la una de la tarde tomé el metrobus, no iba tan lleno, pude sentarme junto a una señora mayor.  

Me gusta viajar junto a la ventanilla, en mis audífonos podías escuchar Magic de Coldplay. El transporte se detuvo en una estación, la señora que viajaba conmigo abandono su lugar. Mis ojos estaban puestos en la ventanilla, la canción casi terminaba cuándo el asiento de al lado fue ocupado por un hombre.  

Percibí que me estaba mirando, su pantalón era negro y sus zapatos de color café. ¡Sentí que lo conocía! Lo mire de reojo.  

Él extendió su mano hacía mí. Ligeramente alcé la vista, su mano izquierda se apoyaba contra el asiento de enfrente, noté vellos en la parte superior de sus manos. ¡Supe quién era cuando le miré a los ojos!  




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