—¡Te invito a comer mañana!
Mamá había muerto. ¿Eso estaba en los planes? ¡Definitivamente no! Pero todos estamos expuestos a un suceso como la muerte ¡Que desdicha de la humanidad!
El cadáver de mamá fue cremado. Ella así lo quería, nos entregaron sus cenizas el día lunes.
En la compañía no se trabajó ese día y papá, bueno, él parecía un poco triste. ¡Nunca pudieron solucionar sus problemas! ¿Sentiría remordimiento? ¿Su conciencia le haría sentir desdichado?
No fui a la escuela, estuve en casa toda esa semana. Emilio venía todas las tardes y se quedaban a dormir. Me traía las tareas y los deberes. ¡Que dicha de tenerlo en mi vida!
Era domingo cuando él me animo a desahogarme.
—¿Cómo te sientes? —Me preguntó.
Se sentó junto a mí, yo tenía puesta mi pijama y él solo tenía su pantalón de dormir. ¡Dormía sin playera!
—¡No sé! —Respondí—. Aún no puedo creer que ella, bueno, está muerta. Pero bueno, igual y creo que ya es tiempo de superarla.
¡A veces sentía que no tenía madre!
—¡Lo lamento!
Sus ojos siempre parecían brillar, me gustaba cuando él me miraba con detenimiento.
—Descuida, son cosas que pasan. Las cosas que menos esperamos son las que más nos acontecen.
Me quite las sábanas. Me estire un poco y me cruce de brazos. No había llorado mucho en su funeral.
—¡Lo sé! —Se giró a mirarme—. Sabes que no necesitas fingir fortaleza conmigo. ¿Cierto? Conozco tu parte de cristal y, aun así, en ningún momento dejas de ser de hierro. ¡Qué fuerte eres canija!
¿De verdad era fuerte?
Eso me hizo sonreír, pensé un poco. La verdad es que si me estaba haciendo la fuerte. ¿Alguna vez has sonreído con un nudo en la garganta? Me daban ganas de llorar mucho, pero, no podía, yo misma me obligaba a reprimir mi dolor.
—Es verdad. Tú siempre has estado para mí y me has visto de muchas maneras. ¡Gracias canijo!
—No tienes que agradecer, sabes que te quiero.
Su mano me toco. Caminó por mi espalda hasta tocar mi hombro, su brazo me recorría el cuello.
—Si. Pero, aunque nos quieran, siempre es bueno dar las gracias —le mire fijamente—. ¡Yo quería agradecerle a mamá por invitarme a comer! Y sabes…
¡Creo que nunca me había puesto tan frágil! No pude aguantarme más. Me derrumbe en un nudo de emociones. Quería llorar. Lloré. Lloví y lo inundé por completo.
—…la única vez que mi mamá me invitó a comer, me refiero solo a nosotras dos, fue la primera razón que ella tuvo para decirme que me quería. Me dijo, ¡Te quiero! ¡Ella dijo eso! ¿Sabes cómo me sentí en ese momento? —Pause, él me escuchaba con atención—. Realmente me sentí acogida por ella. Aunque solo fuese por una vez, sentí que me iba a demostrar su amor de madre porque a veces yo sentía que ella no me quería y tal vez, porque así lo creo, ella era muy consiente de ese trato indiferente. Me besaba la mejilla sí, pero no sentía que fuera real y luego, nunca estaba en casa, siempre estaba sola y tú sabes de ello…
Me seque con las sábanas.
—¡Lo sé! A veces las personas no somos conscientes del cariño que otros necesitan.
La mirada de Emilio me hizo pensar en lo real que eran sus palabras. ¿Cómo sería la vida si no necesitáramos de cariño? ¿Realmente la humanidad necesita de cariño?
—…la última vez que estuvo aquí en casa, ella tuvo una discusión con papá. Se gritaron muchas cosas feas, se dijeron maldiciones y al final, ella salió de la casa con una maleta. La perseguí hasta la entrada, la puerta de su auto se abrió y yo solo le grité. Mamá estaba en una llamada y sus ojos, sus ojos se detuvieron en mí. ¡Lo siento! Dijo ella y se fue…
Agaché la mirada.
—… me sentí muy mal, desanimada y sin ganas de nada. Pero al final, ese día fui contigo a la fiesta y bebí, bebí, aunque te prometí que no lo haríamos. Un chico intento tocarme, quiso abusar de mí y ¿por qué? Al parecer siempre soy un objeto, un deseo perverso de alguien o el anhelo egoísta de los chicos. ¡No lo sé! Solo te pedí que volviéramos a casa, interrumpí tu charla con esa chica guapa. ¡Lo siento! Realmente te veías a gusto con ella y no era mi intención interrumpirlos. Cuando volví aquí, todo estaba a oscuras y el recuerdo de mis padres discutiendo estaba muy fresco. Entonces me sentí desdichada. ¡Estaba doliendo todo! Encontré a papá con una ramera en la cama donde mamá dormía con él. ¿Y que se supone que yo deba sentir cada vez que esa imagen imborrable reaparezca en mí? ¡Mamá está muerta! Y hay cosas que nunca podrán arreglarse, que ya no se pueden decir y cosas que no se pueden borrar. ¡Lamentó tanto ser tan desdichada! Lamentó ser el océano que te lleva a navegar a aguas profundas para terminar hundidos los dos en un dolor que solo yo merezco. ¡No mereces esto Emilio y sin embargo tú sigues navegando conmigo! Gracias. Gracias porqué a pesar de tanta tristeza, eres el único que entiende en parte lo que soy, lo que fui y lo que seré. ¡Te quiero canijo!
Las lágrimas no paraban de brotar, Emilio me abrazo, recargue mi cabeza contra su pecho y me acurruque en él un breve instante. ¡Una vez más curaba mi dolor!
—Mientras yo este contigo, haré todo lo posible por hacerte sentir bien. Sé que no la pasas bien y que hay ocasiones en las que te has rendido, pero al final, eres esa chica que alumbra de alguna manera el mundo de los demás. Tú iluminas mi mundo, porque siempre me haces pensar en lo importante de estar con vida. ¡Ánimo! Tal vez no puedas cambiar tu pasado, pero si puedes mejorar el futuro y de eso se trata estar con vida.
Me separé de él. ¡De eso se trata estar con vida!
—¡Lo sé! ¡Lo sé! —Dije tratando de levantarme de la cama—. Y por eso debemos salir de aquí. Ya estuve tanto tiempo auto compadeciendo a mi dolor, que no espero quedarme un minuto más con él. ¡Merecemos ser felices! Vayamos a dar una vuelta. ¿Te gustaría ir conmigo a dar la vuelta por ahí? ¿Quieres ir por un helado al parque?
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Editado: 14.02.2024