¡pideme Que Te Olvide!

NUEVE

Al día siguiente regresé a la escuela. ¡Todo era un caos! Y no me refiero a mis emociones o sentimientos, ya había asimilado la muerte de mamá.  

El caos existía porque algunos rumores estaban en la boca de todos los estudiantes del Carolino. Desde que llegué, cuando di el primer paso en la entrada del colegio, todos clavaban sus miradas en mí. Me veían, me fulminaban con toda la fuerza de sus ojos y se secreteaban. Murmuraban. ¡La gente decía de mí!  

¿Que decían?  

—¡Eres una puta! —Dijo Laura muy enojada conmigo.  

Todos me dedicaron sus miradas. Yo estaba comprando unos Cheetos para el almuerzo. La cafetería estaba llena de estudiantes.  

—¿Disculpa? —Pregunté mirándola con firmeza.  

—¡Eres una puta! —Volvió a decir.  

Se escuchó una bulla por toda la cafetería. ¡Que les pasaba a todos! Vi a Emilio caminar por la entrada. Me miraba con intención de intervenir. Todos se reían de mí, me señalaban y ofendían. ¿Por qué? ¡Realmente no lo sabía!  

—¿Y crees que eso me importa? —Le pregunté. Ella se sacó de onda—. ¿Sabes que es una puta?  

Se quedó callada, un poco pensativa. Los demás solo veían.  

—¡Una cualquiera! —Respondió.  

—Pues tú eres una cualquiera por andar aceptando rumores falsos de mí —me sentía fuerte en ese momento—. Si no te importa, voy a desayunar. ¡Adiós! Nos vemos en el taller más tarde.  

Ella se quedó con la boca abierta y sin saber que decir, los demás continuaban con la bulla y realmente no me importaba lo que decían. ¡Me valía lo que se decía de mí! Caminé hasta la dirección de Emilio y él me saludó. ¡Jamás me sentí indefensa! No en ese momento.  

—Parece que el mundo se despertó muy bravo hoy —Dije.  

Asintió.  

—Venga ¡Salgamos de aquí!  

Fuimos a las gradas. El campo de fútbol estaba vacío y había algunos que otros chicos, sentados en las gradas, tomando el desayuno.  

—¡Al parecer Aldo esparció un rumor sobre ti!  

Di un mordisco a la fritura de queso.  

—¿Enserio? Pues qué mal plan con él. 

Emilio no sabía la verdad. No aún. ¡No había tenido el valor de decirle! Pero es que ya lo había superado.  

—No lo he visto está mañana. No se ha acercado a mí, pero sé que él si vino a la escuela.  

—Pobrecito. ¡No ha de tener vida social! —La verdad no me importaba lo que Aldo inventara de mí.  

Una chica alta, de pelo suelto y labios rojos se acercó a nosotros. Ella era bonita, sus ojos eran cafés y parecía estar contenta de vernos. ¡Ella era Kim! La chica más popular del colegio.  

—¡Hola Miranda! —Saludó—. ¿Cómo estás?  

¡Ella sabía mi nombre! ¡Qué buena onda!  

—¡Hola Kim! Estoy muy bien, gracias por preguntar. ¿Tú cómo has estado?  

Se sentó junto a mí, parecía feliz. ¡Era muy elegante!  

—Pues verás, desde que pusiste los buzones anónimos no dejo de recibir cartas y eso me hace sentir querida por alguien. De que, tú sabes, ahora estoy soltera y bueno, muchos chicos quieren algo conmigo, pero pues, no puedo andar con todo el mundo. ¡Ya sabes! Así que solo les respondo las cartas y así todos salimos emocionados. ¡Qué buena idea Miranda! Estoy por graduarme y nunca, de verdad, o sea, nunca habíamos hecho algo así y, enserio que estoy súper agradecida. ¡Me siento súper! ¡Ya sabes!  

El tono de su voz era de una chica súper fresa.  

—¡Qué bueno que te gustó la idea!  

—¡Si! No inventes, súper bien todo —hizo una pausa y me sonrió—. Por cierto, yo venía a ver cómo estabas. ¡Ya sabes! Por lo que todos dicen de ti en la escuela. ¡Que mal plan que digan cosas de ti! 

Que buen gesto de su parte. ¡Fue sincera!  

—Muchas gracias por preocuparte, realmente me siento bien. Estoy tranquila porque yo sé que nada de eso es cierto y pues que mala onda de parte de Aldo.  

—¡Si lo sé! Mi hermano a veces es un idiota. ¡Qué inso! ¡Que hueva! 

Abrí los ojos de golpe. 

—¿Tu hermano? —Pregunté sorprendida.  

—Sí. ¿No lo sabías?  

—La neta no. 

—Bueno pues, Aldo es mi hermano, por desgracia.  

Reímos juntas. Emilio estaba escuchando. Miraba la pantalla de su celular.  

—Pues yo tengo un audio de lo que realmente paso y lo que paso, no es muy bueno.  

Ella me miró con cierto interés.  

—¿Qué fue lo que pasó? —Preguntó Emilio.  

Aun no le contaba del todo sobre el chico que había intentado abusar de mí. Así que, en ese momento, en la escuela, sentados en las gradas, les puse el audio.  

Justo en la parte donde él me pidió sexo, su hermana maldijo.  

—¡Que maldito! Se pasó de lanza mi hermano. ¡Cobarde! —Parecía molesta—. ¡Lo siento! O sea, de verdad, yo no pensé que él le pudiera hacer esto a una chica. ¡No inventes! ¡Discúlpame por favor! Estoy tan avergonzada por todo esto.  

—¡Voy a golpearlo muy fuerte! —Dijo Emilio. Apretó sus puños. 

Yo dirigí mi atención a los dos.  

—Descuida Kim. No tienes por qué disculparte, Aldo fue quien me hizo eso y él debería disculparse.  

—Lo sé. Pero el desgraciado ahora anda ensuciando tu reputación. ¡Se pasa! ¡Qué hueva con él! ¿Quieres que te ayude en algo? 

—Solo es un hombre tonto. Tu hermano es un… ¡Estoy cansada de esos hombres que solo nos ven como objetos! No espero nada de él, pero si, hablaré con Aldo sobre todo lo que está diciendo. ¡No te preocupes Kim! Si fuera necesario entonces te diré en que puedes ayudarme.  

—¡Claro! Cuenta con ello. Me parece que eres súper madura ante estas situaciones.  

Asentí. 

—Y Emilio, no vale la pena que golpees a un tonto. ¡No lo merece!  

***  

Cuando era la hora del taller, Laura parecía estar resentida conmigo. Vi al profesor Édgar sentado en su escritorio, leyendo unos documentos.  

—¡Hola Profesor!   

—Hola Miranda. ¡Que gusto verte! ¿Cómo estás?  




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