Piece of guitar: La historia de una banda

4

Sábado por la noche.

Le había dicho a ese tal Brian que fuera a Waiters entre las 11:00pm y las 12:00am porque a esa hora es cuando ya dejamos de tocar.

Cuando terminamos, los chicos se querían ir pero les dije que nos quedáramos un rato, con la excusa de tomar una cerveza o algo así. No se opusieron así que todo iba avanzando bien.

Después, Brian Pearson estaba cruzando por la puerta del club y caminó directo a la barra a sentarse en el mismo banco de anoche cuando hablamos. Lo miré y traté de meditarlo un poco, no les había comentado nada a los chicos porque no quería confundirme más con esta decisión.

-Ahora vuelvo – dije sin mirar a nadie y caminé directo hacia él, decidido.

Llegué a la barra y me senté en un banco de espaldas a la barra recargado con los codos.

-¿Cuáles son tus condiciones? – le pregunté sin decirle "Hola" siquiera.

Él sonrió, esa sonrisa era del demonio.

-Sólo hagan lo que yo les diga, y no tendremos problemas – dijo mirándome.

Ahora eso sonaba como trato con el Diablo.

-¿Y qué pasa si por alguna razón no hacemos lo que nos dices? – pregunté alzando una ceja.

Su sonrisa se amplió.

-Entonces, ¿tenemos un trato? – dijo mientras me tendía la mano.

-¿Sin un contrato ni nada? – eso era aún más extraño.

-No me gusta retener a mis clientes con un contrato, ellos pueden dejar de trabajar conmigo cuando quieran pero por lo general no me abandonan.

¿Quién eres tú? Pensé.

Bueno, si podíamos dejar de trabajar con él cuando nosotros quisiéramos sonaba bien para mí, y apuesto que para los chicos también.

Me encogí de hombros y estreché su mano.

-Te veo mañana en mi oficina temprano, toma – saco otra tarjeta con letras impresas.

Wall Street Edificio C #524 Piso 15

¿Siempre sacaba estas tarjetas para sus clientes? Me pregunté.

Miré las letras impresas por un segundo y después guarde la tarjeta en mi bolsillo.

-Ahí estaremos – dije.

-Que así sea – dijo él y se fue por la puerta de Waiters.

Vi mientras se iba y de pronto me corrió un escalofrío por la espalda que hizo que se me erizara la piel.

Caminé hacia los chicos que estaban sentados en una mesa para cuatro, me senté y noté que todos me estaban viendo.

-¿Quién era ese? – preguntó Kevin.

-Nuestro salto a la fama que siempre habíamos querido – dije mientras sacaba la tarjeta y la arrojaba al centro de la mesa.

Trevor tomo la tarjeta y la observó como si tuviera un objeto extraño en sus manos, después se la pasó a Kevin y al final a Jackson quien me la regreso a mí.

-¿Cómo estás tan seguro de que él nos puede hacer famosos? – preguntó Trevor clavándome una mirada seca e insegura.

No lo estaba, ese era el problema, no estaba de seguro de nada. Pero si él hacía lo que me dijo no había nada que perder. Sólo que no se los iba a decir.

-No veo que tenemos para perder, él puede darnos la fama que hemos estado buscando durante años y si queremos lo podemos dejar sin ningún problema – respondí.

-¿Así sin más? – preguntó Jackson.

-Deberíamos intentarlo – dijo Kevin.

Hice una media sonrisa hacia Kevin.

-Pues supongo que no podemos perder nada. ¿A qué hora debemos estar con él? – dijo Trevor.

-Temprano, no sé, ¿a las 10:00am? – dije encogiéndome de hombros.

-Pues habrá que levantarnos temprano, maricas – dijo Jackson riendo.

Margie me trajo una cerveza justo a tiempo, porque todos tenían menos yo.

-Bien – dije mientras abría mi botella y la alzaba en el medio. – por la fama que tendremos.

Todos hicieron lo mismo y repitieron al unísono:

-¡Por la fama!

Todos bebimos de nuestras botellas y reímos.

A la mañana siguiente, desperté faltando veinte minutos para las diez.

-¡Oh, mierda! – me levanté con un salto y me puse la primera playera y pantalones que encontré en el suelo, y encima me puse mi chaqueta.

Tomé el estuche de Audrey, Trevor llegó al instante sonando el claxon como loco.

Salí casi tropezando en el jardín, abrí el maletero y metí el estuche dentro, después entré en el asiento de atrás.

-Tienes una geta de la mierda, Derek – dijo Trevor y todos comenzamos a reír.

-Cierra la boca o te sentaré un puño en los dientes – dije y eso sólo causó que volvieran a reír.

No recuerdo a qué hora me dormí pero no era nada temprano para la hora a la que me tenía que levantar.

-¿Cuál la dirección, boca floja? – dijo Trevor.

Saqué la tarjeta de mi bolsillo.

¿Me puse el pantalón de anoche? Me pregunté todavía adormilado.



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En el texto hay: bandas rivales, banda de musica, rockeros

Editado: 22.05.2019

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