Contigo el tiempo se sujeta a leyes extrañas,
¿O acaso en nuestra contra conspiran los relojes?
Pues al reunirnos, sus manecillas nos engañan,
Mientras deseamos que los segundos se prolonguen.
Perdona por la manera en que todo esto intrinco,
Lo evoqué ingresando al territorio de Polanco,
En cuya entrada se vislumbra el bosque de Lincoln,
Donde hay un imponente y peculiar reloj blanco.