Consciente y consentido me hallé en tus tiernos brazos,
Y aunque, por ratos, me dejabas solo por mi bien,
Únicamente al mirarte consigo descanso;
Si no eres tú el faro que guíe mi nave, no hay quién.
Frente a nosotros aún queda un inmenso lago
Y dentro de pocas horas se apagará el día,
Permíteme dedicarte armónicos halagos
Al mismo tiempo que recargamos energía.