6 años antes…
Un año había pasado desde que Freddy había desaparecido junto a su familia.
Todo en la nuestra estaba igual, los negocios seguían y continuaban ganando dinero.
Yo extrañaba a Frederic terriblemente, y mis ansias por verlo aumentaban cada día. A pesar de que mi padre me había prohibido buscarlo, lo seguí intentando a sus espaldas sin éxito alguno, parecía que se hubiera esfumado del planeta y eso me mantenía de mal humor la mayoría del tiempo, frustrado por no haber podido encontrar ni una sola pista.
Sin embargo, pronto las cosas en la familia se pusieron tensas, mi tío Michael se estaba adentrando en territorio desconocido, poniendo en peligro su vida y la nuestra. Todos le advirtieron que se alejara y siguiera las normas de la familia, pero la posibilidad de ganar aún más dinero lo cegó y sin darnos cuenta ya estaba metido hasta el fondo, y ahora quería llevarse a mi padre y a Dominic con él, para que así lo ayudaran.
Marco estaba totalmente en contra de adentrarse a ese mundo. Ya harto, organizo una reunión con todos los hermanos y el abuelo, por decisión unánime se acordó sacar a Michael de nuestro imperio, y éste nos juro vengarse por abandonarlo a su suerte.
Nadie hizo caso de esta advertencia puesto que no veían capaz al tío Michael de planear algo contra ellos. Sin embargo, se equivocaron al subestimarlo.
Y así, un 19 de septiembre, a una semana del cumpleaños de mamá, nuestra casa ardió en llamas, con Hannah y yo dentro. Ambos logramos salir con vida, pero con las consecuencias de no haber estado prevenidos, grabadas en nuestro cuerpo. Mi madre por las heridas estuvo a punto de perder la visión de un ojo y mi espalda estaba repleta de cicatrices.
Luego de esto papá y el resto de la familia tacharon de traidor a Michael y le declararon la guerra.
Éste por supuesto no estaba solo, se había aliado nada más y nada menos que con uno de los grandes del bajo mundo, Isaías Lombardo. El hombre estaba firme en su posición y al parecer se había encaprichado con mi tío acogiéndolo así bajo su protección y ayudándolo a vengarse de nosotros. Este conflicto puso todo de cabeza, nuestros tratos con algunas personas se vinieron abajo y el negocio empezó a caer.
Hasta que nuestro abuelo murió en enero del año siguiente.
Michael al enterarse de la noticia decidió llegar a una tregua con mi padre y asistió al funeral con al menos diez hombres a su lado, acordaron no inmiscuirse en los negocios del otro y el día en que alguna de las partes rompiera el trato, el contrario pagaría las consecuencias.
En abril al cumplir mis veinte años entré de lleno en el negocio, tenía talento al parecer y el don de engatusar a las personas justo como se esperaba.
El paradero de Frederic seguía siendo desconocido, dejé de buscarlo al agotar todos mis recursos, sin embargo, aún lo amaba y su recuerdo seguía vívido en mi cabeza y mi corazón, no perdí la esperanza de encontrarnos pronto.
4 años antes…
—Muy bien señor Ramón, es la tercera vez que le llamo. El pago del hígado de su esposa aún no ha sido cancelado, asumo que sabe lo que sucederá a la cuarta vez —mi voz sonaba calmada, mientras checaba los documentos del hombre, donde se encontraban todos sus datos.
—Disculpe señor Jonatán, casi lo tengo en su totalidad, no tardaré, por favor discúlpeme, estos últimos meses han sido difíciles para mí, ruego su paciencia —habló el hombre del otro lado de la línea.
Suspiré.
No era a mí a quien tenía que rogar.
—De acuerdo Ramón, me temo que no podré ayudarlo una vez el plazo se cumpla por completo así que le sugiero conseguir el dinero lo antes posible —una vez escuché la afirmación del hombre, tranque el teléfono y recosté mi cabeza en el asiento.
Odiaba esta parte del trabajo.
—¿Qué dijo? —mi padre entró en la oficina y se cruzó de brazos esperando mi respuesta.
—Tendrá el pago, o al menos eso escuché
—Seguro no le hablaste con la suficiente firmeza
Me encogí de hombros.
—No sé porque me colocaste en esta sección si sabes que no soy bueno tratando con estas personas. Estaba mejor en la parte de las negociaciones —respondí mientras observaba el techo y la bonita lámpara que colgaba de él.
—Hay problemas con eso, por eso te traslade aquí y espero que rindas de igual forma
Sus ojos se veían serios y supe que no había tenido un buen día, asentí a sus palabras al no quedarme otra opción.
—Hannah nos espera para comer, vamos
Me levanté del asiento, y una vez cerrada mi oficina, ambos nos dirigimos a la salida del edificio. Nuestro chófer nos dejó enfrente de un elegante restaurante, creí que cenaríamos en casa.
—¿Comeremos aquí? —pregunté extrañado a mi padre.
—Así es
Marco apresuró el paso y se adentró en el local, fruncí el ceño y lo seguí rápidamente.
Una vez nos indicaron nuestra mesa pude observar a mi madre quien permanecía de brazos cruzados y parecía estar de mal humor.
—Al fin llegan —besé a mi madre en la mejilla y ésta me sonrió con cariño, pero al mirar a mi padre su expresión cambio por completo fulminándolo con la mirada para luego simplemente ignorarlo.
—No te comportes como una niña Hannah, después de todo, esto no te afecta —le habló mi padre mientras masajeaba su frente tratando de mantenerse tranquilo.
—Claro que lo hace, y puedo comportarme como quiera, es mi problema si decido ignorarte por un tiempo —dicho esto desvió la mirada mientras refunfuñaba.
Miré a ambos confundido, no era común que pelearan, normalmente mi madre lo dejaba ser, para que expresara su disconformidad, lo que sea que mi padre había hecho, debía ser algo inaceptable para ella.
Y pronto averigüé porqué…
En ese momento mi atención fue capturada por una chica en silla de ruedas, ésta estaba siendo empujada por un hombre muy parecido a ella, se dirigían a nuestra mesa.
—Lamento la tardanza Marco —el hombre nos sonrió y tomó asiento junto a mi padre luego de hacerle un espacio a la chica en nuestra mesa.