Piedra y Pluma

Muerte sin valor

Cuando pensamos en un “protagonista”, solemos imaginar a un ser glorificado: aquel que siempre vence al mal, que salva a todos sin importar las circunstancias. Claro, existen excepciones, pero incluso ellas terminan cayendo en el mismo patrón: un poder descomunal, justificado o no. Lo que olvidamos es que los protagonistas también son humanos… y los humanos siempre cargamos con una debilidad.

Solarica es una ciudad pequeña, marcada por la pobreza y la corrupción de los señores que la gobiernan. El año exacto es irrelevante. Aquí la magia y los monstruos son tan comunes como el hambre, pero nada de eso tiene el brillo de las leyendas. ¿Aventureros explorando mazmorras en busca de gloria? ¿Epopeyas en territorios inexplorados? Tonterías. Eso solo existe en los cuentos. En la realidad, el trabajo de aventurero es el peor oficio que alguien podría elegir: recompensas miserables que deben dividirse con el gremio, peligros constantes y la certeza de que tu vida vale menos que el filo de una espada oxidada. ¿Aventura? Claro… si ser devorado vivo por un lobo plateado entra en tu definición de “diversión”.

Frederic, a quien este mundo aún no reconoce como suyo, proviene de un lugar mucho más cercano al nuestro. Su historia todavía no es relevante… salvo por la forma en que murió.

Trabajaba como limpiavidrios en un edificio de siete pisos cuando resbaló. El impacto contra el frío concreto no trajo dolor, solo un escalofrío que lentamente se volvió cálido. Abrió los ojos y se encontró con algo que no podía comprender: una figura envuelta en fuego, pero que no quemaba. Frente a él, sostenía una balanza.

Vaya, vaya… —dijo la figura con una sonrisa audible en la voz—. ¿Apenas 22 años y ya has muerto? Qué patético.

—¿Q-qué? ¿Muerto? Eso no es verdad, yo estaba

—¿Cayendo hacia el pavimento? —interrumpió con burla—. Sí, así es. Muerto, y lo más divertido: sin nadie que realmente te extrañe. Solo puedo sentir lástima por tus padres… tener un hijo tan inútil debió ser un verdadero castigo para ellos.

Frederic apretó los puños, pero no pudo responder.

En fin… siéntete agradecido. Tu vida fue corta, aburrida y miserable, pero tendrás una segunda oportunidad.

—¿U-una segunda vida? —murmuró Frederic, todavía procesando lo ocurrido.

Sí… aunque antes debo medir lo que fuiste.

Alzó la balanza y después una pluma blanca.

Esta pluma representa todas las buenas acciones que cometiste. —La dejó caer suavemente en uno de los platillos.

Luego tomó una pequeña piedra oscura y sonrió con desdén.

Y esta… todos tus actos negativos. —La dejó caer en el otro lado con un estruendo metálico.

Al principio, la pluma inclinó levemente la balanza hacia su lado. Frederic respiró aliviado. Pero entonces notó que la piedra comenzaba a crecer… más y más, hasta volverse enorme y hundir el platillo en el suelo.

La figura soltó una carcajada.

—¡Ja, ja, ja! Exactamente como lo esperaba. Ni siquiera muerto puedes inclinar la balanza a tu favor.

—¿Q-qué pasará conmigo ahora? —preguntó Frederic, temblando.

Renacerás en un mundo mucho menos avanzado que el tuyo, pero con magia… como hijo de un noble.

—¿Eso no debería ser un premio?

La figura inclinó la cabeza, con una sonrisa cruel.

Precisamente por eso… es un castigo.

Frederic quiso replicar, pero de pronto sus párpados se cerraron. Cuando los abrió, se encontró en brazos de una mujer de piel pálida, cabellos dorados como hilos de seda y ojos rojos que brillaban como gemas.

Ella lo miró con ternura y susurró:

No llores, pequeño… mamá está aquí.



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En el texto hay: isekai, fantasía oscuro

Editado: 24.08.2025

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