Piedra y Pluma

Sin voz

El sol se filtraba por la ventana y llenaba la habitación con un brillo tibio y dorado que me obligaba a entrecerrar los ojos. Al principio no entendía nada. Mi cuerpo se sentía extraño, demasiado pequeño, demasiado débil. Mis manos no obedecían como antes, y cada movimiento era torpe, como si estuviera atrapado dentro de un traje que no me pertenecía.

Durante días —o al menos eso creo— intenté convencerme de que todo esto era solo un mal sueño, una especie de pesadilla absurda de la que despertaría en cualquier momento. Pero la realidad fue golpeándome lentamente: este no era mi mundo. Me encontraba en un lugar que desconocía, rodeado de personas con ropas extrañas y un lenguaje que jamás había escuchado.

Cuando abrí los ojos por completo, la primera figura que vi fue la de una mujer. Su cabello era claro y su rostro tenía una belleza delicada, casi irreal. Ella… según entiendo, es mi madre ahora. Su sonrisa es cálida, pero también hay algo inquietante en saber que no la conozco, que no pertenezco a este lugar. Aún no he visto a mi padre, aunque he escuchado pasos pesados afuera. Probablemente no falte mucho para conocerlo.

Entonces un recuerdo fugaz cruzó mi mente. Antes de llegar aquí, me encontré con aquella figura… esa silueta extraña que me habló con una voz que no era humana. Dijo que esto era un castigo. Un castigo… por un instante creí que debía sentir miedo. Pero en el fondo, me resultaba imposible no sentir emoción. ¿Castigo? Vamos, debe de ser una broma. En realidad esto es genial.

Nací como el hijo de un noble en un mundo que huele a magia y aventura. Este lugar parece sacado directamente de las historias que solía leer cuando era humano. Si todo sigue el guion que imagino, en algún momento despertaré un poder oculto y saldré a recorrer el mundo. Es obvio que soy el protagonista. ¿Quién más podría serlo?

(La puerta de la habitación se abrió lentamente, con un chirrido suave, y otra mujer entró cargando una bandeja de madera. Sus ropas eran sencillas, pero su postura indicaba respeto. Sirvienta, probablemente.)

— Incomprensible —dijo con un tono dulce, como si le hablara a una criatura frágil.

Otra vez ese idioma. Son palabras que no reconozco, con sonidos redondeados y suaves que se deslizan como una canción extraña. No logro entender ni una sola. Trato de contestarle, de preguntar dónde estoy… pero cuando abro la boca, lo único que sale son gemidos débiles y torpes.

—“Agu… gaaah… nngh”— mis propios sonidos me horrorizan. Ni siquiera puedo pronunciar bien mi nombre. Ni un insulto decente. Nada.

Me revuelvo ligeramente entre las sábanas, sintiéndome ridículo. No puedo controlar mi cuerpo, no puedo hablar, no puedo ni levantarme por mi cuenta. La mujer sonríe como si mis balbuceos fueran adorables, pero para mí es una humillación.

El día transcurre lento, casi detenido. No tengo libertad, ni fuerza, ni voz. Solo puedo observar el techo, escuchar las voces que no entiendo y sentir cómo me levantan, me limpian y me alimentan como a un bebé indefenso… porque eso es exactamente lo que soy.

Hay momentos que me incomodan más de lo que me gustaría admitir. Momentos que preferiría enterrar en lo más profundo de mi memoria. No hay gloria en esto. No hay aventura. Solo fragilidad, incomodidad y una vergüenza silenciosa que nadie más parece notar.

Aun así… no puedo evitarlo. A pesar de todo, una parte de mí sonríe por dentro. Tal vez este sea el comienzo de una gran historia. Y si voy a vivirla… tendré que soportar esta humillación un poco más.



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En el texto hay: isekai, fantasía oscuro

Editado: 09.10.2025

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