Ya han pasado dias desde que Elena habia tomando la cura, los padres de Milonette se disculparon conmigo y pidieron piedad a los Reyes kupakandianos, por poco iniciaba una guerra.
Elena estaba débil una vez que se acostó en mi habitacion, quería quedarme al lado de ella pero no deber como rey es proteger mi pueblo, se que si ella me viera así ella me mataría por no seguir con mis obligaciones de rey.
Todo lo que hizo Milonette todo el desastre que hizo, todo lo resolví. Y en las noches que terminaba todo el trabajo del día, me sentaba al lado de ella tomando su mano, esperando que tal vez esa noche despertará.
Hice eso por al menos semana y media. Hasta que aquella tarde cuando sentí que se movió. Abrí los ojos y la vi frotándose los ojos como si apenas se hubiera despertado mirando alrededor me levanto rápido de la silla -Elena! Elena has despertado!- dije la abracé las lágrimas salieron de golpe, eran lágrimas de alegría. Elena correspondió mi abrazo -eh vuelto- toque su cabello risado negro, acariciaba su dulce y hermoso rostro, el efecto del veneno se había ido por completo, su piel estaba más viva que nada. Rápidamente la besé era un beso algo desesperado, dulce, y amoroso al que me correspondió -nunca le vuelvas a dar un susto así, pensé que tal vez te perder la pero no quería perder la esperanza de ver de nuevo tus ojos que me traen un paraíso otoñal, mi dulce sol- Elena también lloro -nunca más me iré de tu lado mi dulce tranquilidad mi brillante luna-.
Después de habernos consolado sentimentalmente ambos explique todo lo que había ocurrido, cuanto había estado dormida de cuanto me alegraba tenerla con ella.
-al menos las dos amenazas se fueron de Santa Cecilia- me dijo aliviada. Se asomo por el bslcon y tome su mano, ya eran las 9:30 de la noche verla a la luz de las velas vestida con un ligero vestido blanco se veia hermosa -Elena te tengo una sorpresa- le dije algo alegre -si? Cual es la sorpesa?- me preguntó con una sonrisa -espero que no sea nada caro, si es así no lo acepto- me reí -espero que lo vauas a aceptar porque si no me podrá triste, cierra los ojos mientras lo pongo frente a ti- no se miro tan convencida pero los cerró igual abajo de la cama era una pequeña cajita con un anillo hecho con una rama de el árbol más viejo del trono de Ashanti y un diamante de las joyas reales de mi madre que pasaron de generacion en generación. Era el anillo perfecto algo hecho de dos reinos a los que ella pertenece me arrodille frente a ella -ahora abre los ojos- sus ojos se iluminaron que parecía que había estrellas en sus ojos -te casarias conmigo Elena?- se tapó la cara, y aunque su piel fuera morena se notaba algo rosada de las orejas era la primera vez que la veía así me levanté y tome sus manos alejandolas de su rostro -déjame verte- le dije la besé de nuevo -...si...- me dijo abrí los ojos llenos de sorpresa y alegría -...seré tu esposa- le puse el anillo en el dedo y la cargue.
-Ahora lo más importante- le dije acercandola a mi - no quiero que sólo estemos unidos por el matrimonio, te deseo físicamente Elena tanto que no creo que pueda aguantar más. Pero si tu me lo niegas seguire tus órdenes mi reina- le besé la mano se acercó a mi -tu puedes hacerlo- me contestó.
La acosté en la cama besando su piernas metiendo mi mano dentro del vestido podía oír como su respiración se agitaba al igual que la mía desabroche mi camisa dejando mi pecho descubierto se notaba que a Elena le daba algo de vergüenza verme así tan sólo me quedaba con el pantalón puesto pero ella se sentó y me lo bajo, la tenía erecta -es la primera vez que veo una- dijo en un susurro le quite el vestido blanco una tela cubría sus pechos pero nada abajo levanté sus piernas poniendome en medio levanté la tela de sus pechos una de mis manos tenía masajeandole los pechos mientras la otra experimentaba el toque que mis manos podían crear en ella, metí un dedo dentro de ella, gimio. Entonces lentamente entre el ella era tan cálido se sentía que me venía. Me moví lentamente dentro de ella, no quería lastimarla Elena gemia que sentía como se me ponía más duro y como ella se fue acostumbrando me moví más rápido la besaba con intensidad. Hasta que me vine dentro de ella, me acosté al lado de ella -te prometo que siempre trataré de hacerte feliz-