Se acostumbró a vivir sin besos, sin caricias, sin sentirse deseada.
Aprendió a vivir en ausencia e incertidumbre y desde ese escalón desarrolló el don de la intuición, la paciencia de esperar sin esperas aquello, que tal vez, no llegue nunca porque no estaba hecho para ella, porque alguien que se entrega tanto no puede amar a cualquiera.
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Editado: 25.11.2023